Wednesday, May 12, 2010

En Memoria de Kevin Varga

¡OH¡ ¿POR QUÉ DEBERÁ SER ORGULLOSO EL ESPÍRITU DEL MORTAL?
Escrito por William Knox (1789 – 1825)

¡Oh¡ ¿Por qué deberá ser orgulloso el espíritu del mortal?
Como un veloz y fugaz meteoro, una nube que vuela rápidamente
Un destello del relámpago, la ola que se rompe,
El hombre pasa de su vida, a su descanso en la tumba.

Las hojas del roble y el sauce se marchitarán,
Serán esparcidos y juntos caerán;
Y los jóvenes y viejos, y los bajos y altos,
En polvo serán convertidos y juntos estarán.

El infante que una madre cuidó y amó;
La madre cuyo afecto del infante demostró;
El esposo que bendijo a la madre y al infante,--
Cada uno, todos, se encuentran en sus lugares de descanso.

La damisela en cuyas mejillas, en cuyas cejas, en cuyos ojos
Brilló hermosura y placer,--sus triunfos han pasado;
Y la memoria de aquellos que la amaron y alabaron
Igualmente han sido borrados de los recuerdos de los vivientes.

La mano del rey que el cetro llevó;
La ceja del sacerdote que la mitra usó;
El ojo del sabio, y el corazón del valiente,
Escondidos están y perdidos en las profundidades de la tumba

El campesino cuyo destino fue sembrar y segar;
El pastor que con sus ovejas la cima subió;
El mendigo que caminó en busca de su pan,
Se han desvanecido como el pasto que pisamos.

El santo que gozó la comunión del cielo;
El pecador que se atrevió a permanecer sin perdón;
El sabio y el insensato, el culpable y el justo,
Calladamente han fundido sus huesos en el polvo.

Así pasa la multitud, como las flores y la hierba
Que se marchitan para dejar que otros logren éxito;
Así llega la multitud, aún aquellos que contemplamos,
A repetir cada cuento que frecuentemente ha sido contado.

Porque somos iguales que han sido nuestros padres;
Vemos las mismas cosas que han visto nuestros padres;
Bebemos el mismo arroyo, y vemos el mismo sol,
Y corremos el mismo curso que corrieron nuestros padres.

Los pensamientos que tenemos, nuestros padres tendrían;
De la muerte que rehuimos, nuestros padres rehuirían;
A la vida que nos aferramos, también se aferrarían;
Pero con velocidad llega a todos nosotros, como pájaros en su vuelo.

Amaron, pero la historia no podemos desplegar;
Se burlaron, pero el corazón del altivo frío es;
Lloraron, pero ningún llanto de sus sueños llegará;
Se gozaron, pero la lengua de su alegría tonta es.

Murieron, ¡Sí¡ murieron, y creemos que ahora son
Los que caminan en el césped que se acomoda en su ceja,
Los que hacen en su habitación un domicilio pasajero,
Que se encuentran con cosas que se encontraron en su camino de peregrinaje.

¡Si¡ Esperanza y derrota, placer y dolor,
Nos fusionamos en el sol y la lluvia;
Y las sonrisas y las lágrimas, el canto y el himno de lamentación;
Aún se siguen el uno al otro, como oleada sobre oleada.

Es el guiño de un ojo, es el paso de un aliento;
De la plenitud de salud al palidecer de la muerte
De la taberna dorada al ataúd y la mortaja,--
¡Oh! ¿Por qué deberá ser orgulloso el espíritu del mortal?

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