Monday, May 16, 2011

Haciendo Resaltar la Diferencia entre una Explicación y una Excusa

No estoy seguro si alguno de ustedes notó, pero el nivel de contenido en este sitio recientemente tomó un paseo abrupto y elevado desde el terruño de mis típicamente torpes contemplaciones al reino de temas de valor social. Desearía que este tipo de cosas sucediera con mayor frecuencia por acá, pero, oye, recibes lo que pagas en la esfera de los blogs. También desearía que yo hubiera sido responsable de este giro en los acontecimientos, pero, desgraciadamente, mi parte es simplemente tomar un raid en la brillantez de otros. A estas alturas, mis lectores de ya mucho tiempo probablemente ya están acostumbrados a esto.

El incidente en cuestión empezó con un comentario hecho en el artículo escrito por Robert Pruett, el cual pueden leer AQUÍ. Terminó con una serie de comentarios expuestos más notablemente por “John”, el cual pueden leer en forma completa a continuación

El bloguero John dijo…

Leí este blog, y aunque estoy de acuerdo con el argumento “maduramos con la edad”, y me siento muy contento que reconoces esto, creo que ultimadamente es una línea de pensamiento con imperfecciones con respecto a tus circunstancias. Tendencioso de tu parte, si se pudiera decir así. Estoy de acuerdo que existen circunstancias que dictan cada acción, sean o no justificadas. No he cavado profundamente dentro de las circunstancias de sus casos, y el que estén en el Pabellón de la Muerte no es un factor, pero se les ha sentenciado por asesinato dos veces. La mayoría de las personas, cuando dicen, “tuve una juventud desenfrenada”, quieren decir algo como: diabluras criminales juveniles, aventando huevos a la casa de alguien, pintando/robándose un señalamiento de calle, metiéndose en una o dos peleas, desenfrenos por borracheras, etc. Aventuraría al imaginarme que cuando usas esa frase, en el caso de la mayoría de las personas, no han cometido un asesinato. Nuestro sistema es imperfecto en muchas formas, lo reconozco, pero en cierto grado no pueden echar la culpa de sus decisiones en la situación que vivieron al ir creciendo.

Hay un General de Brigada que es el Comandante del Cuerpo de Cadetes en Texas A&M en el presente tiempo, que es de una área en Houston llamada Third Ward [es una área con alta criminalidad], si no estoy equivocado. Se llama BGN Joe Ramirez. Viene de las mismas condiciones las cuales tu mencionas, estudió en Texas A&M, se graduó, llegó a ser General en el Ejercito de los Estados Unidos, y ahora ha regresado para servir a su alma mater. Es una de las personas con mayor éxito que he conocido, y abiertamente comparte la historia de sus luchas y vida.

Espero que entiendas que esto no tiene nada que ver con tu sentencia, sino más bien de tomar responsabilidad por tus acciones. No tengo suficiente información para tomar una decisión sobre si debes o no estar en el pabellón, así que no voy ni siquiera a comenzar a aventurar hacia ese declive resbaloso. Además, mi opinión personal sobre tu sentencia es irrelevante. Simplemente das la impresión de, “Tuve una vida difícil, y es por eso que hice lo que hice.”

Dios les Bendiga, y Dios esté con el Sr. Taylor.


Ultimadamente lo que tenemos aquí es una vieja discusión entre las fuerzas de responsabilidad personal y libre albedrío, y el poder de las fuerzas sociales. Esto es un altercado que aún tiene que resolverse, aunque pienso que estamos acercándonos más a encontrar respuestas que están más próximas a la “verdad” que aquella que generalmente es entendida por el público en general. Sea lo que creen los pocos que resaltan en la punta extrema de este espectro, no creo que este debate sea tan simple como el que un lado este a favor del libre albedrío y el otro lado se encuentre firmemente en la incredulidad. Creo que todos sospechamos que la verdad se encuentra en algún lado intermedio. No tengo ni la mínima idea del lugar con exactitud, pero sí conozco algunas personas que han pasado sus vidas enfocándose sobre este punto, y me gustaría que ustedes también las conocieran.

Antes de empezar, probablemente está en orden una renuncia de responsabilidad. Pienso que a estas alturas mis tendencias liberales han llegado a ser bastante evidentes aquí así que probablemente no deberá causar mucha sorpresa a muchos de ustedes de que sí me encuentro estando de acuerdo con Robert sobre esta premisa central. No sería un muy buen estudiante de Sociología si no reconociera y estudiara la forma en que el poder de la situación afecta el comportamiento humano. Simplemente quiero decir que mientras me cae bien y respeto a Robert Pruett, el que yo esté de acuerdo con este punto de vista no tiene nada que ver con que ambos seamos prisioneros. Todo el tiempo confronto a las personas en este lugar en relación a su lógica estropeada, y de la misma forma hubiera rápidamente estado en desacuerdo con el si hubiera escrito de otro punto de vista. En otras palabras, mi opinión está basada en datos objetivos e ideología, y no mi opinión personal sobre o tendenciosa hacia el hombre.

Tomando el riesgo de tal vez no haber entendido bien su escrito y colocando palabras en su boca, no pienso realmente que él estaba intentando hallar excusa por su conducta. En verdad, no sé lo suficiente acerca de su caso para comentar sobre ello. Lo que sí sé es que como persona, no da la impresión de ser el tipo de persona que culparía a otros por sus acciones. Realmente pienso que estaba intentando ofrecer una explicación – lo cual frecuentemente parece como una excusa, pero la cual en realidad es bastante obvia.

Una excusa es una evasión de responsabilidad; una explicación es parte integral para lograr entender el comportamiento de uno, lo cual es el primer paso hacia sobreponerse a la conducta negativa. Realmente estoy de acuerdo con mucho de lo que escribiste, John, y pienso que si conocieras a Robert de la forma que lo conozco yo, esta separación entre excusa y explicación habría sido un cuanto más aparente. En ocasiones, nosotros los blogueros intentamos abordar asuntos complejos, y debemos dejar fuera muchos puntos útiles y comentarios por el beneficio de brevedad. Conociendo a Robert de la forma que yo lo conozco, tengo un cuanto mejor punto de vista privilegiado sobre el tuyo en cuanto a lo que él intentaba decir. Hiciste bien en decir que tu comentario era meramente en cuanto a la actitud y no necesariamente refiriéndose al pasado criminal de Robert. Valoro eso, ya que muestra que eres un hombre capaz de sutileza y distinción, cualidades que carecen ciertos comentadores en este sitio web. Tu inteligencia hace que mi tarea sea mucho más simple.

De cualquier modo, en una punta de este debate tienes a la multitud que piensa que “el libre albedrío es rey”. En este punto de vista, todos los humanos tienen elección perfecta: yo llego libremente a una decisión, analizo mis elecciones, llevando a cabo una forma de cálculo o riesgo vs premio; cuando se ha completado, elijo la opción más racional y el comportamiento que continúa a esto está en perfecto orden. Soy, por lo tanto, el único responsable de mi comportamiento. Este es un punto de vista tradicional de la naturaleza humana, seguida en su mayoría por conservadores. Tiene raíces muy antiguas, y explorarlas haría que este artículo fuera abominablemente largo para todos los involucrados. En corto, aún antes de que el Cristianismo y el Neo-Platonismo saltaran juntos a la cama, se pueden encontrar algunos aspectos de este concepto en la noción Griega de arete, un código de excelencia personal que era basada mayormente en la disciplina y libertad de elección. (Aunque, para ser imparcial, en las creencias del día en que los dioses jugaban una parte bastante activa en los asuntos de los humanos, por lo tanto es un cuanto discutible de cómo pensaban las personas “libres” que realmente lo fueran.) En el punto de vista Cristiano, también somos los únicos responsables por nuestras faltas y algún día seremos individualmente juzgados por ellas. No es difícil ver por qué este punto de vista es popular. En este, al yo se le da el poder sobre un mundo que puede aparentar, en momentos, ser muy caótico. Somos creaturas solipsistas [egoístas], biológicamente evolucionadas para pensar en termino del “yo”. Nos gusta pensar que estamos en control; que muy adentro de mi cerebro existe un pequeño Thomas sentado en una cabina de piloto futurista, observando las pantallas de mis ojos y tomando decisiones tranquilas y serenas. En breve, la voluntad perfecta es una simple respuesta a muchas preguntas complejas en cuanto a por qué actuamos como actuamos, y pasamos el poder de la finalidad que está en la punta de nuestros dedos por la fácil tarea de culpar a otros. (Resulta ser la única salida de escape disponible para el dilema de los teístas de cómo una deidad omnisciente, omnipotente, y benevolente pudiera haber creado un mundo infundido con tanta maldad: si el libre albedrío realmente no es tan libre, entonces no somos totalmente responsables de nuestro “pecado”. Si realmente somos creados averiados, y no “elegimos” tomar la fruta de un cierto árbol prohibido, para continuar el argumento, entonces la noción entera de juicio se descompone, y todo lo que nos queda es un dios caprichoso y tirano jugando con robots – exactamente lo que creen los Calvinistas, Musulmanes y todos los demás fans de la predestinación. Tal idea está más allá de lo inmoral, y personas pensantes hace mucho consignaron dichos conceptos al basurero de la historia.)

Desafortunadamente para este punto de vista, la noción de un perfecto y desmedido libre albedrío ha sido abandonada en los reinos de filosofía y ciencias. Ciertas disciplinas – sociología y psicología social, por ejemplo - nos han dado evidencia cuantificable del poder de otras personas para afectar nuestro comportamiento. Aún cuando mucha de esta información no ha permeado totalmente el zeitgeist [lo que define el espíritu o humor de un período definido en la historia] del laico, creo que todos sabemos que las fuerzas sociales hacen una impresión sobre nosotros. Piensa en las tendencias populares. Piensa en el mundo de moda un cuanto estrafalaria. ¿Recuerdas los pantalones-paracaídas? ¿Y qué tal los pantalones ajustados? Durante mis años universitarios (en el mundo libre), yo era…este, vamos a tomar el camino alto aquí y simplemente usar la palabra “entusiasta” en todo lo relacionado al sexo femenino. Sin embargo, mi concepto de lo que yo siento es lo que define una mujer “ardiente”, es drásticamente diferente de, digamos, los Victorianos, o Renoir, o Giotto. Eso no quiere decir que no existan algunos hombres que prefieren el cuerpo “Rubenesco”, pero es claro que el concepto de cada era de aparentes conceptos concretos como es la hermosura y la moralidad fueron evolucionando con el tiempo. Muchas de las “verdades morales” a los que se afianzan hoy en día los teístas eran realmente consideradas altamente inmorales por los seguidores de esa misma religión en el no muy distante pasado. Por ejemplo, la Biblia claramente permite la práctica de la esclavitud. Nuestra nación peleó una guerra sobre el asunto del derecho de ser dueño de otras personas, y el Sur estaba completamente anclado en lo que ellos vieron era permiso de Dios para este punto de vista. Hoy en día, pocas personas proponen esta práctica. El poder de un grupo suplantó sobre un dictaminado “eterno”, y la mayoría de los Cristianos hoy en día por lo menos tienen la buena gracia de hacer como que los pasajes desafortunados e incómodos como estos no existen. Uno puede ver un proceso similar en la estrategia del Dr. Martin Luther King Jr. por el movimiento de derechos civiles, y también en este día en el empuje hacia la igualdad gay. Las opiniones de “individuos” están siendo modificadas por el “colectivo”.

Puede ser un cuanto perturbador reconocer qué tanto control puede tener sobre nosotros la situación y lo otro. No quieres que se te diga que la razón por la que probablemente te casaste con alguien de la misma raza y trasfondo económico como la tuya tiene que ver con las fuerzas sociales, en vez de un “verdadero amor”. Este sentimiento de incomodidad se vuelve aún peor cuando tomas paso fuera del “sentido común” (como los enlistados anteriormente) y te adentras al mundo de investigación sociológica. Es probable que unos cuantos ejemplos pequeños y comunes puedan asistirme en comprobar este punto.

¿Has visto alguna vez una historia noticiosa en donde el video de una golpiza muestra un gran grupo de observadores simplemente parados allí y sin hacer nada? Y pensamos: “Que grupo de tontos. ¡Seguramente, nosotros hubiéramos dado el paso y ayudado a esa pobre señora! Al contrario de esos tontos, mi código moral es fuerte.” Darley y Latane (1968) no estaban satisfechos con estas razones tradicionales de por qué estos eventos son tan comunes, y decidieron llevar a cabo unos estudios sobre este fenómeno. Lo que encontraron dio algo de luz sobre estos aparentes cobardes testigos oculares. Encontraron que entre más observadores hay, menor es la probabilidad de que alguien intervenga. Los testigos oculares solos generalmente sí ayudaron a la víctima, pero cuando un grupo estaba involucrado, la acción o responsabilidad se difuminó por entre la multitud, volviéndose más débil al incrementar el número de personas. Ningún individuo se siente lo suficiente responsable para responder. El poder del grupo mató los códigos morales individuales.

“Pfft, lo que digas”, podrás decir. Yo hubiera actuado. Está bien. Ocasionalmente, sí se encuentran héroes que salen a través de esta difusión, y tal vez tú eres uno de ellos. La probabilidad es que tú nunca has sido testigo de una golpiza, o lo seas algún día, por lo tanto este punto es un punto académico. Hallemos uno que es un poco más común.

Finge como que estas manejando sobre un camino rural. Ves por tu espejo retrovisor, y ves una troca acercándose rápidamente. Al irte alcanzado este vehículo, de reojo ves a un jovencillo al volante. Rápidamente desaparece en la curva y se pierde de vista. Unos cuantos minutos después, ves esta misma troca al lado del camino en un vado, humeando. ¿Te detendrías para ayudar? Claro que lo harías. La mayoría de nosotros nos sentiríamos obligados a pararnos. Después de todo, ese es otro ser humano en problemas. Ahora, toma este mismo evento, y trasládalo a una ocupada autopista a las 5 PM. Viendo a este conductor chocar contra un muro de contención de concreto, ¿te detendrías? Probablemente, no lo harías, de la misma forma en que no te detuviste esta misma tarde cuando pasaste ese vehículo con la llanta ponchada en la autopista. ¿Qué cambió del ejemplo en el camino rural al de la autopista? Ciertamente no tu “inmutable” código moral, ¿verdad? Claro que no. El contexto fue meramente alterado. El poder de la situación definió lo que era correcto para ti. (Permite que eso penetre tu cerebro un momento, John, pero nota que no estoy implicando que la moralidad es subjetiva, meramente que nuestro comportamiento apropiado es frecuentemente relativo a la situación.

Otro experimento, en esta ocasión, por Darley y Benson (1973) apunta más allá a este mismo concepto. Ellos dividieron unos estudiantes seminaristas en dos grupos. Llevaron a estos grupos, en forma independiente, por el mismo estrecho de calle urbana. Todos estaban bajo la impresión de que se dirigían a dar una corta plática. Al primer grupo se le dijo que ya iban terriblemente tarde, y deberían apurarse. Al ir llegando a su destino, cada uno pasó a un hombre acurrucado frente a una puerta, quejándose. Solo el diez por ciento del primer grupo se detuvo para darle ayuda. Ya que uno pensaría que los estudiantes de seminario serían personas bastante “morales”, esto parece una muestra bastante patética (especialmente siendo que deben estar bien enseñados en la parábola del Buen Samaritano.) El segundo grupo fue dirigido a pasar por este mismo hombre, solo que no se les dijo que tenían tanta prisa. Como resultado, más del 50% de estos estudiantes se detuvieron para ayudar al hombre caído. Sé que a todos nos gusta pensar que nuestros caracteres morales son tan sólidos como una piedra para pisar, pero las convicciones morales y religiosas de estos estudiantes importaron muy poco cuando fueron confrontados por fuerzas sociales. ¿Cuántas veces nos hemos abstenido de hacer lo que es correcto a causa de que ya ibamos tarde para el trabajo, o cansados por un día largo? Lo correcto y lo equivocado parecen conceptos simples cuando se ven de lejos. Cuando están enredados en el embriagador flujo de la vida, es fácil perderles la pista.

Probablemente sabes lo que significa socialización. En cualquier ocasión en que te cambias de trabajo, debes socializar del modo en que se hace en esa oficina. Este es un tipo de procedimiento en donde aprendes las reglas formales e informales de la existencia en un grupo; cómo “integrarte”. En el mundo penitenciario, existe un gran cuerpo de trabajo sobre este asunto, y aún se nos da nuestra propia terminología elegante para el proceso: prisionización. Esta etiqueta fue aplicada por primera vez por Clemmer en 1958 y ha permanecido por décadas en la literatura. Como en la mayoría de los temas complejos, ha existido un número de pleitos sobre cuál es exactamente el significado de la palabra, al igual de cuál es la forma en que el proceso realmente funciona. Colocando toda esa cosa compleja a un lado, generalmente uso el término como un sinónimo áspero de asimilación, como en el proceso que tienen que pasar los inmigrantes cuando cambian a una nueva cultura. Básicamente, la prisionización es el grado en que cada prisionero abosrbe las costumbres, nociones de urbanidad, tradiciones y cultura general de la penitenciaría. Ultimadamente, todo se relaciona en cuanto a que tan bien cabe tu pieza particular del rompecabezas dentro del mundo que te rodea.

Lo que no está para ser debatido es que algunos de los prisioneros socializan a grados mayores que otros. En un mundo ideal, la atmósfera penal estaría diseñada para producir un cambio real y positivo en aquellos que son retenidos detrás de sus paredes. En esa situación, sería bueno un alto grado de socialización. Pero en el mundo real de las prisiones en Texas, todos sabemos que este no es el caso. No me tomó mucho tiempo darme cuenta que este lugar representaba virtualmente todo aquello que yo quería evitar. Mi primera experiencia con la policía tuvo que ver con varios miembros de la Agencia Federal de Investigación de México (La versión Mexicana del FBI, si el FBI fuera controlado por el General Franco) jugando a golpear mi cara, y no se mejoraba más allá de esto, especialmente con los prisioneros. Lo que quiero decir con todo esto es que he visto con mis propios ojos las fuerzas que menciona Robert. Las presiones de actuar de cierto modo, de hablar en cierto argot [jerga], de pensar como “convicto”, son intensas. Sé que ni aún yo en toda ocasión he escapado ileso, y siempre estoy en modalidad defensiva exactamente para este tipo de intrusión. Existen varias veces cada semana en el que hago pausa en la mitad de un pensamiento y simplemente digo, “¿de dónde diablos me salió eso?” Deseo creer que estoy en control, pero muy frecuentemente me doy cuenta que soy un pasajero en mi propio cuerpo.

Espero haberte comprobado que, por lo menos algunas veces, no somos tan “libres” como pensamos estar. Sin embargo, es un gran brinco desde el punto de reconocer al de aplicar este conocimiento al sistema de justicia criminal. La anomalía necesita ser controlada. No me encontrarás votando a favor de la destrucción total del sistema penitenciario, ni ahora ni en artículos pasados. A decir, creo que sería difícil para ti encontrar algún otro prisionero que tiene página web el cual es tan despiadadamente brutal consigo mismo, y solo se puede ver una pequeña fracción de esto en mis artículos. Lo que sí apoyo es usar investigación sociológica para mejorar el carácter de los infractores que ya están en el sistema del Departamento de Justicia Criminal de Texas. ¿Por qué? Porque el poder de un grupo no tiene que ser negativo. Podemos usar estas mismas técnicas para hacer que las personas sean mejores. Yo lo sé. Las he usado en mí mismo.

Ahora, considera a Robert. Como dije anteriormente, no conozco a primera mano las circunstancias exactas alrededor de sus crímenes. Si recuerdo correctamente, su hermano mayor y su padre ambos fueron enviados a prisión de por vida por la misma ofensa que lo mando a él a prisión con sentencia de 99 años a la edad de 15 años. Esto tendería a indicar que existe un grado de difusión de culpa entre tres personas por este asesinato inicial, e indica aún más allá que no debería haber sido enviado al Departamento de Justicia Criminal de Texas por ningún tiempo como el que se le dio a esa tierna edad. Hace varios años, tuve la oportunidad de leer un libro verdaderamente fascinante sobre la rehabilitación juvenil, y recientemente tuve el placer de volverlo a leer. El libro que menciono – el cual altamente recomiendo – es “Last Chance in Texas” [“La Última Oportunidad en Texas”] por John Hubner. Esta obra describe en detalle uno de los campos prisioneros juveniles progresistas en el país, el Giddings State School en Giddings. Giddings recibe el peor de los peores: “los asesinos, violadores y ladrones armados.” Existe un sistema altamente estructurado de “fases” o programa de niveles, a través de los cuales los “estudiantes” deben progresar, porque si no, se les manda a prisión o a alguna otra institución de Campo Juvenil de Texas. Si estos jóvenes socializan bien en la institución, muchos eventualmente son colocados en un Grupo de Infractores Capitales elite. Si pasan este programa de terapia altamente intensiva, se les da libertad condicional al mundo libre. Si fallan (lo cual siempre es una verdadera posibilidad) los mandan al Departamento de Justicia Criminal de Texas para cumplir el resto de sus muy largas sentencias. Este programa es la única oportunidad que muchos de ellos jamás tendrán para redimirse a sí mismos.

En este libro, verás la confluencia hacia los modelos de “fuerzas sociales” y “libre albedrío”. Estos jovenzuelos al principio se ven forzados a entender sus comportamientos a través de un régimen penoso de programas del estilo de re-desarrollo cognitivo, incluyendo el actuar en sesiones de drama algunas de las niñeces peores y más atroces que puedas imaginarte. “Revirtiendo” a niños en esta forma es tan intenso que los niños frecuentemente se pierden por completo en los recuerdos, y siempre existe el riesgo de lo que pasa si no regresan al presente. Cuando leí este libro por primera ocasión hace varios años, me sorprendió ver a los consejeros (los cuales tienen entrenamiento de maestría en psicología y sociología) usando algunas de las mismas técnicas terapéuticas que yo había inventado en mi propio programa de rehabilitación amateur. Los niños Giddings son amartillados (en muchas de las mismas formas en que yo mismo me amartillé) sobre los nueve “pensamientos erróneos” cardinales: “engañar, minimizar, evitar, culpar, hacer excusas, sacar conclusiones precipitadas, actuar indefenso, reaccionar de más, y sentirse especial”. El programa es intensivo en el aspecto social, reconociendo que estamos programados en forma biológica para buscar un grupo, y en muchas instancias hacer lo que sea necesario para conseguir aceptación en ese grupo.

Después de llegar a entender qué fue lo que se les hizo como niños (hostigamiento sexual, violación sexual, pobreza, drogas, violencia, ausencia de padres y abandono, ira, etc. etc.) a continuación estos estudiantes son bombardeados con la enseñanza de que no pueden usar estos eventos como excusa para sus crímenes. Se les muestra como buscaron lo que estaba faltando en sus vidas mediante el uso de las fuerzas exactas que tanto odiaban. En otras palabras, lo que se muestra por el trabajo que se hace en la Giddings State School [Escuela del Estado Giddings] es que no puede uno ni siquiera empezar a hablar sobre responsabilidad personal y libertad de elección hasta que los demonios de presiones sociales dañinas son eliminados. Resulta que la idea de estos dos términos que están compitiendo sobre un espectro es incorrecta. De lo que realmente estamos hablando aquí es sobre una secuencia.

Los resultados no son menos que milagrosos: solo un 3% de graduados del Grupo de Infractores Capitales VUELVEN a delinquir una vez libres, y este programa ha estado en función por dos décadas. No se encontrará un nivel de reincidencia más bajo en ninguna parte de la nación, especialmente cuando consideras que cada uno de estos niños fue etiquetado como un psicópata o sociópata por los fiscales. Si a Robert se le hubiera permitido participar en dicho programa, nunca hubieras visto sus escritos en este sitio web. Podría haber sido salvado. Pero no lo fue porque – y esta es una verdad extremadamente incómoda pero inevitable – La Escuela del Estado Giddings solo tiene alrededor de 360 camas. Si nuestros políticos hubieran duplicado sus esfuerzos en este programa comprobado en vez de darse ínfulas frente a las cámaras con sus leyes de “Ponerse Duros”, tal vez tendríamos 10 – 15 instituciones de este tipo en este estado – y una población de prisión mucho más pequeña. (Sin mencionar un grupo mucho menor de victimas en el mundo libre). Robert es un tipo inteligente, y muy leal a sus amigos. Pudo haber sido tu compañero de poker, tu vecino, tu compañero de trabajo. Puede ser ese tipo que llamas cuando necesitas pedir prestado una camioneta para ayudarte a cambiar de casa. Pero no lo es, debido mayormente al hecho de que ciertos tipos de políticos te vendieron la noción de que no hay razón alguna en tener esperanza de que jóvenes de 15 años pueden cambiar. Robert era El Otro, y elegimos todos no preocuparnos por él.

Tristemente, estos mismos fracasos se extienden al mundo correccional de adultos en la misma forma. Yo seré el primero en reconocer que los infractores juveniles son mucho más fáciles de reformar, y el dinero deberá ser usado en ellos primeramente. Pero no podemos olvidar que las mismas fuerzas que hay ayudado a que el 97% de los estudiantes de COG cambien sus vidas hacia lo mejor también pueden ser usadas para reformar a los adultos. Simplemente toma un poco más de esfuerzo. ¿Vale la pena? Depende si deseas continuar pagando más de 50 billones de dólares por año para mantener las prisiones en esta nación. Depende si deseas creer en las personas.

Durante mi tiempo en la Cárcel del Condado de Fort Bend, conocí a un hombre llamado Justin H. Técnicamente, en realidad solo me crucé con él en dos ocasiones durante mi estadía de 18 meses en esa institución. En la primera ocasión estuvimos juntos en el mismo tanque [celda]. El solo estuvo encerrado unos pocos días, esperando a que pasara el día festivo antes de pagar una fianza. Realmente, no hice buena conexión con él en la primera ocasión que nos conocimos. Aproximadamente siete meses más tarde, regresó a la cárcel, esperando, en esta ocasión, a que el camión Bluebird [pájaro azul] lo llevara al laberinto del Departamento de Justicia Criminal de Texas. Los detalles específicos de sus problemas legales eran bastante comunes. Justin trabajaba para su padre, el cual era dueño de un negocio de jardinería. Justin estaba encargado de uno de los equipos, el cual consistía de 12 o 13 hombres, no recuerdo exactamente cuántos. Él tenía una esposa que se llamaba Cristina y una hija llamada Abigaíl. En general, Justin era un hombre responsable, y acababa de comprar una casa. Tenía un vicio notable, el cual consistía en comprar tres o cuatro veces al año unos cuantos gramos de cocaína de uso personal. Un día, al regresar a casa después de ver a su narcotraficante, no se detuvo completamente en un señalamiento de alto justamente en frente de su casa. Un oficial de la policía lo detuvo para darle una multa, exactamente en frente de su cochera. Por alguna razón, este oficial le pidió a Justin permitirle revisar su carro, y aún más extraño, Justin accedió. Todo lo que puedo decir es que no existía una causa probable, pero Justin no conocía la ley. Se encontró la cocaína, y fue arrestado. Un análisis subsecuente de orina mostró que su sistema estaba limpio, por lo tanto, se le quito el cargo de “manejar bajo la influencia de droga”. Probablemente a causa de la desilusión que rodeó esta situación, el Asistente del Fiscal de Distrito que manejó su caso se puso listo y sacó de su manga un mapa Clave. Cuando hizo esto, se fijó que la casa de Justin se encontraba a solo dos calles de una escuela primaria, y - ¡Voila! – por lo tanto encontrandose dentro de los 1,000 pies de perímetro “Zona Libre de Drogas” que rodea todas las escuelas de Texas. Estas leyes fueron escritas con la idea de castigar duramente a las personas que eligen vender drogas a los niños en las áreas de recreo. Una buena intención, a mi forma de ver. Sin embargo, como la mayoría de los fiscales en la República del Yeehaw, este tipo sintió que el espíritu de la ley era menos importante que tener una incidencia alta de condena/sentencia. Los cargos de Justin rápidamente fueron aumentados a una clase de felonía más sería. El convenio penal empezó en sentencia dentro de los 20 años.

Eventualmente se le dieron ocho años, dos días antes del juicio. La “sabiduría” convencional de la cárcel afirmaba que ya que la etiqueta de 3G (agravado) no se aplicaba a su situación, deberá salir en libertad condicional en aproximadamente dos años, máximo. Crujió sus dientes cuando escuchó esto, y dijo que saldría adelante. En forma distintiva lo recuerdo hablando de cómo Abi necesitaba que el saliera adelante, y que no tenía opción. Cristina venía a verlo cada día de visita, y realmente yo creía que tal vez, solamente tal vez, sobrevivirían esta experiencia. Yo era tan temiblemente ingenuo en esos días.

Yo y Justin aún nos comunicamos de vez en cuando, a través de amigos mutuos. Cinco años después, él sigue tras las rejas y recientemente el consejo de libertad condicional lo tumbó, refiriéndose a él como un “delincuente peligroso”. Puede ser que Justin termine cumpliendo un “pago completo” significando que pase el tiempo completo tras las rejas. Todo esto a pesar del hecho que jamás se le ha escrito un solo reporte de caso disciplinario. Verás, es esa etiqueta de “Zona Libre de Drogas”. No sale con una lavada.

Vamos evaluando esto. Justin fue agarrado con solo algo cerca a dos gramos de cocaína. Por el reconocimiento de todos, esto no es una cantidad lo suficientemente grande para calificar un estatus de tipo de “narcotraficante”. Verdad, es un narcótico ilegal, y debería haber recibido algún tipo de castigo por esta ofensa. Estos de acuerdo con ustedes en eso, es justo. En realidad tengo algo de simpatía por los puntos de vista libertarios acerca de lo que al gobierno se le debería o no permitir prohibir dentro de la privacidad de mi propia casa, pero por el momento me pondré al lado de aquellos que creen que alguna forma de castigo era requerido. A causa de este error, Justin ha perdido (hasta hoy) media década de su vida. Cristina no pudo aguantar la separación, y lo divorció durante el segundo año de encarcelamiento. Desde entonces se ha vuelto a casar. Abi solo ha conocido a su papá después de pasar por los detectores de metales; nunca le ha leído un libro a la hora de irse a la cama o ha estado presente en una de sus fiestas de cumpleaños. Los conservadores – el grupo de responsabilidad personal – tienen muy poco que pueden decir en cuanto a esto, solo a decir, bueno, que después de todo, sí tenía cocaína. No debería haberse metido en líos. Tenemos leyes, y tener empatía por Justin las dañaría. Los muchachos tienen que pagar. En otras palabras, el también es El Otro, y no debe importarnos.

Ver a Justin como uno de nosotros, sin embargo, produce un muy diferente juego de opiniones en cuanto a sanciones. (La evidencia en cuanto a esta hipótesis puede verse cuando es arrestado el hijo o hija de un político: repentinamente, estos mismos fanfarrones creen en rehabilitación con cada fibra de su ser.)

En vez de la prisión, ¿qué hubiera pasado si nosotros como sociedad hubiéramos mandado a Justin a una institución de tratamiento para drogadicción? (Saben, las mismas instituciones que al presente están cerrando la Legislatura de Texas, porque el Gobernador Pelochulo no desea aumentar los impuestos un solo centavo para salvar los programas que por décadas han demostrado servir). Tres meses de terapia, y él hubiera podido regresar a su familia, con sus habilidades en vida más afiladas y su base de conocimiento expandido. El negocio de su padre no hubiera tenido que dar de baja a 12 (o 13) hombres. Justin aún tendría una esposa, y su hija no tendría a un extraño por padre. En vez de que la sociedad pague decenas de miles de dólares al año en costos para supervisar este “matón endurecido”, él hubiera estado pagando impuestos sobre su salario de $60.000 dólares al año, y contribuyendo a la economía junto con los demás. Puedes afirmar que Justin daño a la sociedad con sus acciones. Ese es el argumento que se está trabajando en este caso por parte del grupo de ley y orden. Pero si hablamos de “daño a la Sociedad”, nosotros le hicimos más daño a Justin que lo que él nos hizo a nosotros. Pero aún no les he contado la verdadera tragedia. Justin me cae bien. El es una de las pocas personas de aquellos días que ha intentado mantenerse conectado a mi vida. Pero sus cartas destilan enojo. El no rechazó las fuerzas de prisionización. Tal vez él no las vio llegar, tal vez él no sabía qué hacer con eso. Cualquiera la razón, Justin H. probablemente será un reincidente ofensor en algún momento. Él está demasiado enojado con la sociedad para vivir una vida pacífica. Él siente que todo le fue robado. Ese tipo de pensamiento viola varios de los 9 errores que he marcado dentro de mi corteza cerebral, y él debería ser culpado por esto. Pero nosotros también llevamos algo de esa culpa. Si él va y lastima a alguien, debemos reconocer que tal vez pudimos haber causado un corto circuito en todo esto hace cinco años.

Hace unos semestres atrás, me tope con un concepto muy útil para guardar en mi mente, y aún lo uso frecuentemente hasta el día de hoy. El concepto se llama “la atribución fundamental de error”. Éste dice que tenemos la tendencia de atribuir la causa de un comportamiento en otros a factores disposicionales en lugar de situacionales. Cuando alguien corta en frente de nosotros en una autopista, es porque ES un tonto. Dentro de él tiene profundos defectos de carácter. Cuando hacemos exactamente la misma cosa a otros, culpamos nuestras faltas en el hecho de que acabamos de trabajar un turno de 14 horas, o justo habíamos tenido un pleito con nuestro conyugue. Nos disculpamos porque conocemos los detalles. Aún teniendo conocimiento acerca de este error, me encuentro pensando que conozco lo suficiente sobre alguien para juzgarlos. John, intenta mantener esto en mente cuando hables sobre la “juventud desenfrenada”. Para TI, errores tales como aventar huevos a la casa de alguien o “un desenfreno de borrachos” son clasificados como travesuras. Tienen cabida dentro de esa descripción por el tipo de educación que TÚ tuviste, el tipo de ambiente en el que te socializaste desde tu niñez. El punto que mencionó Robert es que su crianza no fue equivalente a la tuya. Yo no sé qué tipo de horrores atestiguó durante su juventud, pero sí tengo conocimiento en cuanto a la niñez de mi viejo vecino B.

B- fue criado en un hogar con un gran número de primos, tíos, tías, hermanos/as, “papás” y otra variedad de adictos que salían y entraban a una velocidad bastante constante. Su madre era adicta a la cocaína crack, y él mismo estaba drogándose con mariguana para cuando cumplió los 8 años de edad. ¿Por qué? Porque todos los que conocía lo estaban haciendo. Esto no era “anormal” para él; simplemente así era la vida. Empezar a tener relaciones sexuales a la edad de 10 era normal. Al igual que todos los niños, él deseaba “pertenecer” al grupo con el que se relacionaban sus primos, por lo tanto hacía todo lo que ellos hacían. A la edad de 9 años se fracturó su brazo al estar jugando en un barril vació – sus primos lo habían convencido a meterse dentro de él y luego lo rodaron hacia abajo por las escaleras. Su mamá estaba demasiado drogada para llevarlo al hospital por miedo que sería arrestada. Por lo tanto, lo inyectó con heroína para calmarlo. Eventualmente lo llevó al hospital al día siguiente. Sin importar lo que tú o yo o cualquier otra persona piense acerca de la palabra travesura, lo que vivió B como niño no era anormal para él. Simplemente así era la vida. Todos podemos criticar los vecindarios que existen en este país, pero todos necesitamos madurar y darnos cuenta que quejarnos de “los valores familiares en deterioro” es hablar por encima del problema. Hemos estado intentando estas mismas tácticas desde la administración Reagan. Es tiempo de hacer algo diferente.

John, das un punto muy válido sobre este BGN Joe Ramírez. Nunca he escuchado sobre el hombre, pero te creo lo que dices sobre él. En ocasiones, sí se encuentra gente excepcional que pueden sobreponerse a una crianza como la de B. En el libro Hubner se discute este punto, y uno de los terapistas que exponen en el libro parece haber dado al clavo de que la presencia de una persona con fuerte influencia positiva es el factor mayor en que un joven en riesgo pueda sobreponerse de sus circunstancias. Pero guarda en mente que encontrar a un General Ramírez de ¿cuántos? ¿500 jóvenes que terminaron en prisión? ¿1000? ¿5000? Quién sabe cuál sea la estadística exacta. Existen millones de personas en esta nación que se encuentran tras las rejas, y un trozo grande de estos provinieron de estos tipos de trasfondos. Encontrar a un Ramírez no comprueba el argumento de “la responsabilidad personal es rey”; en realidad, comprueba exactamente lo opuesto. Cualquier sistema que tiene promedio de éxito de 1/1,000 es un fracaso colosal y lamentable. Me da gusto que existen personas como el General Ramírez, y que tuviste la fortuna de conocerlo. Personas como él son una inspiración para mí, y refuerzan mis ideas humanistas sobre el potencial que existe en cada uno de nosotros. Pero desde un punto de vista social, solo sabes sobre él porque precisamente es una anomalía. Los verdaderos resultados de la pobreza sobre el porcentaje de crimen son mucho más fáciles de identificar que uno de los éxitos.

Este es probablemente uno de los artículos que debería haber escrito después de un borrador en sucio. Nunca es una buena idea intentar escribir algo que te apasiona mientras vuelas ciegamente. Mira, yo estaré fuera de esta vida en poco tiempo, y me gustaría que mi tiempo aquí haya tenido algún significado. Estas personas no quieren que tú – el público – entiendan esta situación. Estas prisiones dan empleo a demasiadas personas. Las ideologías que respaldan a este mundo son demasiado importantes para que La Derecha pierda. Quita el temor de en medio, y tienen poco para motivarte a olvidar que en realidad eres un ser humano. Mi posición en este lugar me proporciona un punto de vista que tú nunca habrías podido obtener, y espero que lo puedas usar para algo positivo. Verás, todo está conectado: tu seguridad y calidad de vida se encuentra íntimamente ligada a las formas en que nosotros, como sociedad, tratamos a aquellos que no son tan buenos como nosotros. Lo que nosotros mandamos se revierte de nuevo hacia nosotros. ¿Deseas que la sociedad funcione bien? Abandona el odio. Pon el temor seis pies bajo tierra. No pretendas que las experiencias que has tenido en la vida te califican para “entender” las experiencias de otros. Los viejos modos están averiados. Son demasiado simples para explicar la forma en que el mundo realmente funciona. NO EXISTE EL OTRO, SOLAMENTE NOSOTROS. No se trata de principios. Justin no es un principio. Abi no es un concepto. Son personas. Robert es una persona. Yo también soy una persona. Entiende eso, y todo cambia. Si no puedes comprender lo que estoy diciendo aquí, realmente me da lástima por ti. Yo sé lo que es vivir en ese tipo de mundo. Si ese es el caso, entonces todo lo que me queda usar son números firmes: el costo para tratar a alguien en el Giddings State School es de aproximadamente $40,000 dólares al año. Uno pensaría que los costos serían equivalentes a un adulto que está verdaderamente preparado para cambiar. El tratamiento generalmente requiere de tres a cuatro años. Supervisar a alguien en la población general del Departamento de Justicia Criminal de Texas cuesta entre $18.000 y $50,000 dependiendo de la clasificación. Multiplica eso por la cantidad de años que permanece una persona en estos lugares. Calcula los costos en un incremento a $90,000 dólares por año si el delincuente es mandado al Pabellón de la Muerte. Si es esto último, no se te olvide los millones de dólares que se requieren para litigar un juicio de castigo capital y apelaciones.

Pasando este punto, no puedes poner un precio sobre las vidas que fueron salvadas y las vidas cambiadas.

Si es que te importan este tipo de cosas.

__NOTAS ADICIONALES__

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Para leer más acerca de los estudios citados, ve a:

Darley, J.M. and C.B. Batson. 1973. From Jerusalem to Jericho: A study of situational and dispositional variables in helping behavior. Journal of Personality and Social Psychology 27:100-8.
[“De Jerusalem a Jericó: Un studio de variables de situación y disposición en ayudar un comportamiento. Diario de Personalidad y Psicología Social”]

Darley, J.M. y B. Latane. 1968. Bystander intervention in emergencies: Diffusion of responsibility. Journal of Personality 8: 377-83.
[“Intervención de un testigo en situaciones de emergencia: Difusión de responsabilidad. Diario de Personalidad”]

© Copyright 2011 por Thomas Bartlett Whitaker.
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