Thursday, July 30, 2009

Anticuerpos Para Una Parálisis Espiritual Parcial

Julio 30, 2009, Jueves 4:00 a.m.

Y sigue, y sigue. He estado despierto ya por 51 horas, y sigue contando. Para nada puedo entender la lógica ejecutiva trastornada de mi cerebro detrás de este comportamiento. Estoy obscenamente cansado, pero cada vez que me acuesto, termino mirando fijamente el techo durante una hora hasta que termino levantándome y caminando de un lado a otro buscando qué hacer. Siempre he tenido una ligera presencia de insomnio gremnilístico. Pero desde que llegué aquí, el bastardo ha sacado dientes. Siento como si existiera una amenaza inespecífica a la vuelta de la esquina, un sentimiento muy Harold Pinter-esco. Es muy difícil pelear contra algo que uno no puede identificar.

Creo que es bastante absurdo que cualquiera de nosotros pudiera estar realmente sorprendido de cualquier incidente que pasa en la vida. Habiendo dicho eso, he sido placenteramente confortado por las cartas haciendo referencia a que haya puesto al descubierto los resultados de mi evaluación psicológica el mes pasado. Estaba esperando una respuesta en tonos más corrosivos. Como ya lo he afirmado antes, tengo por regla no discutir en forma detallada asuntos de litigio activo, pero sí puedo decir que el reporte acertó en un 90%. Lo cual realmente es impresionante, siendo que soy un hombre con cierta sutileza, y los doctores solo me tuvieron durante un día. Realmente solo puedo identificar un área mayor de error, y he llegado a entender la forma en que dos comentarios redondos fueron, de alguna manera, impactadas dentro de orificios cuadrados, pero está bien. Realmente, deseo en gran manera discutir este tema, ya que afecta la forma en que se percibe mi sexualidad, y en consecuencia mi ego varonil, pero tendrá que esperar. Siento cierta necesidad incómoda de tener que limpiar ese malentendido en particular pero…maldición, he tomado una postura progresista sobre este asunto durante años, diciendo que he creído que la situación de homosexualismo es un tema muy complejo el cual tiene que ver con genética y el medio ambiente, y deseando que ciertos tipos de personas hicieran a un lado sus opiniones polvorientas, retrógradas y engusanadas en relación a este asunto, y dejáran que las personas vivan en paz. Estaría lastimando a mis amigos gay si intentara alejarme de ellos al actuar con repulsión debido a que el reporte dijo que tenía ciertas tendencias latentes, como si pensara que hubiera algo mal en ellos. Sé lo que soy, al igual que todos los que me conocen. Eso es suficiente por ahora, y simplemente tendré que limpiar todo esto después, una vez que mi habeus sea dictaminado.

Mientras que las opiniones sobre el reporte han sido en su mayoría positivas, otro grupo cercano de amigos me ha advertido que últimamente me he vuelto un poco más cáustico en mis escritos. Una de ellas hasta me informó que definitivamente prefería mis primeros trabajos, lo cual es deprimente ya que uno quisiera pensar que si uno trabaja durante tanto tiempo en algo, tarde o temprano lo terminarás mejorando. Tal vez sí sea más abrasivo ahora que lo que fui dos años atrás, pero tracemos la trayectoria, ¿les parece? Comiencen con un niño solitario, hecho un desastre, el cual probablemente era demasiado inteligente y mundano para su propio bien, y obsérvenlo mientras decae hacia un patrón de comportamiento que ultimadamente termina siendo auto-destructivo y homicida. Como sería de esperarse, este muchacho-hombre es arrestado y pasa los siguientes cuatro años luchando contra volverse loco en el confinamiento solitario o defendiéndose de hienas que caminan como hombres en la Población General. En medio de las profundidades de este hoyo incapacitante del alma, descubre que Dios lo ha abandonado, y que no le queda otra opción que intentar encontrar su camino en la penumbra de la melancolía. Los faros con los que eventualmente tropieza para guiarlo al lugar de seguridad tienen nombres los cuales pueden ser familiares para algunos de ustedes: Hume, Dostoyevsky, Spinoza, Russell, Schopenhauer, Camus, Hitchens. Sus ideales – los ídolos que en una ocasión eran nebulosos y. en cierta forma nublados, despegados del razonamiento – se solidifican, tomando forma concreta. Después de un tiempo, hasta logra poderse ver en el espejo y poco después, la vieja, fingida, y a la defensiva auto-confianza es reemplazada por la verdadera. El orgullo que empieza a aparecer en sus escritos – en los cuales muchos se dignan a condescender – realmente es la audacia inevitable de un intelecto que ha alcanzado gracias a sus propios esfuerzos. Lo que intento decir es: No existen muchos caminos a través de este infierno que te llevan a un mejor lugar que aquel en donde empezaste. Me gusta en lo que me estoy convirtiendo. Nunca me he sentido contento con el hombre en el espejo, así que, perdónenme si pongo poca atención a las personas que no me ofrecen ningún consejo o un camino alternativo, solo crítica, o la consolación ingenua de la religión populista. ¡Mea culpa! ¡Mea culpa! No puede ser de otro modo.

Probablemente no podría ser de otra forma para ustedes tampoco. Durante la Segunda Guerra Mundial, se llevó a cabo un interesante experimento social en el estadio de la Universidad de Minnesota, bajo los auspicios del laboratorio de Higiene Fisiológica de la Universidad de Minnesota, supervisado por el Dr. Ancel Keys. El propósito de este experimento era estudiar el efecto de la inanición sobre un grupo social. Se seleccionaron voluntarios, siendo en su mayoría individuos que eran profundamente espirituales/religiosos. En forma “casi universal creían” que la inanición forzada los “acercaría más a Dios” (comprobando, una vez más que lo “universal” siempre ha sido construido a través de y fuera de lo particular). Lo que resultó fue exactamente lo opuesto de lo que esperaban. Resultó en una “salvaje comunidad moderna”, y al terminar el experimento, todos los participantes reconocieron lo sorprendidos que estaban al darse cuenta de lo delgada que era la chapa de su moralidad. Resulta que la experiencia es el gran equalizador, y ha sido mi experiencia, que aquellas personas que son las menos aptas para aventar piedras son aquellas que han vivido a través de la mayor confusión. No es de sorprender que los suburbios de nuestra nación se han convertido en un basurero moral, a pesar de que existe una iglesia en cada esquina.

Pienso que la mayoría encontrarían tal estado de invalidez ética aquí en el Pabellón de los Condenados a Muerte. En algunos casos estarían en lo cierto, pero se sorprenderían de la base moral de algunos de mis vecinos. Para ser honesto, es más o menos como encontrar un oasis en el desierto. El agua es mucho más refrescante debido al esfuerzo requerido para conseguirla. Lo más increíble, a mi ver, es observar los sobrevivientes de vidas verdaderamente atroces – vidas mejor representadas por un tapete de puerta o por la imagen de un fantasma vagando por la ciudad, sin poder tocar o ser tocado por las miles de personas con que se encuentra – los cuales a pesar de todo logran encontrar la habilidad para llorar por un amigo que está muriendo, o arriesgarse a volver a trepar en el caballo irascible del amor que los ha tumbado en innumerables ocasiones. Tales hombres me asombran y motivan. Quisiera presentarles a uno de ellos, a mi buen amigo Kevin Varga. Cuando conocí por primera vez a Kevin, no podía dirigirle la palabra. Su nombre – el nombre de mi hermano – me causaba náusea simplemente al pensar en él. Cuando estuve en Monterrey, en cierta ocasión me encontraba en un bar y empezé a conversar con otro Americano, el cual, eventualmente se presentó conmigo como un Kevin. Tuve que salir del bar, al empezar a temblar en forma tan tremenda. Después de aproximadamente un año, Kevin pudo penetrar a través de mi mecanismo de defensa, y se ha convertido en uno de los pocos hombres en este lugar que logran que yo ría con mi risa auténtica, la que llega hasta mis ojos. El tiene voz propia, y permitiré que les cuente acerca de él.

¿Es el hombre inherentemente bueno? Muchos intentarían responder a ésta pregunta con un inequívoco y resonante”Sí”. Pero eso solamente se debe a que cada uno de nosotros deseamos creer que somos “buenos”. Pero, ¿somos buenos, o somos solamente el producto de nuestro medio ambiente? Permítanme unos minutos para contarles mi historia, y podrán después de hecho decidir si soy o no soy una buena persona, una mala persona, o una víctima de mi medio ambiente.

Esta historia comienza conmigo, cuando a la edad de diez años tuve un roce menor con las autoridades. Hice destrozos en una tienda local (pinté mi nombre en una pared lateral del edificio; esto fue en 1978). Cuando la policía me trajo a la casa de mi mamá, ella le dijo al oficial que ya no quería la responsabilidad de mi bienestar. Para no pintar un cuadro demasiado adusto de mi madre, ella estaba batallando con el cáncer de mi hermano menor y pasaba la mayor parte de su tiempo entrando y saliendo del hospital. Cuando escuchaba algo sobre mí era en referencia de que andaba suelto como un salvaje. Viendo hacia atrás, me imagino que buscaba atención, y como no la recibía, hice lo que fuera necesario para lograr esa atención de parte de mi madre. ¡Imagínense cómo me sentí, a los diez años de edad, al escuchar a mi madre decirle al oficial que me llevara; que no me quería! Me colocaron en un hogar como medida temporal hasta que mi madre se decidiera aceptarme nuevamente. Pero me sentía lastimado y enojado por sentir este abandono. Claro, durante ese tiempo no tenía la capacidad de ver mis acciones en forma tan clínica. Solo sabía que nadie me quería y a nadie le importaba lo que yo hiciera, así que me escapé de casa. Cada vez que se me regresaba les decía que me escaparía una y otra vez. Fue entonces que se tomó la decisión de ponerme en un centro de detención juvenil. No había cometido ningún crimen como los demás muchachos pero se me trató al igual que los demás.

Este Centro de Detención Juvenil (CDJ) resultó ser un mundo nuevo y atemorizante para un niño de diez años. Estos muchachos se regían mediante la provocación de miedo y la brutalidad. Tenía dos elecciones: podía convertirme en víctima de cualquiera de estos matones allí, o podía aprender a pelear de tal forma que cuando se llegara a esa situación no fuera una conquista tan fácil. Al principio se me golpeó varias veces, pero cada vez aprendí a pelear un poco mejor hasta que en corto tiempo ya nadie pensaba que valía la pena fijarse en mí. El objetivo del CDJ es ser únicamente una instalación de detención. Sin embargo, ya que no había yo cometido ningún crimen, mi “tiempo” nunca fue determinado. Estuve allí un poco más de un año antes que mi madre decidiera intentar tratar conmigo.

Por primera vez en más de un año iba a relacionarme con personas normales, lo cual, en la superficie puede parecer fácil. Pero consideren esto: los soldados que regresan de la guerra al mundo frecuentemente tienen problemas re-integrándose a la sociedad. Estaba yo caminando de la escuela a la casa cuando me encontré con dos chicas de la preparatoria que estaban físicamente molestando a mi hermano menor quien había pasado por tratamientos de radiación causando que todo su pelo se le cayera. Bueno, pues lo protegí de estas dos muchachas que eran mayores y más grandes que yo. Corrieron a casa y contaron cómo yo las había golpeado con basureros aún cuando no tenían ninguna marca en su cuerpo. Se me regresó al CDJ, en esta ocasión acusado de agresión física. Fui declarado pupilo del estado de Michigan y se me mandó a una institución juvenil en donde permanecí durante dos años y medio. Al cumplir los catorce años de edad se me regresó al cuidado de una madre que ya no conocía, a un mundo que me había dado la espalda.

Se me puso en la preparatoria, esperando que dejara atrás lo que viví en la institución. Me fui de un lugar en donde de nuevo era el fuerte acosando al débil, hacia un cuadro normal de Norman Rockwell. ¿Cómo se podía esperar que yo manejara lo que un adolescente normal debía hacer si fui enseñado a arremeter hacia cualquiera que yo percibía como una amenaza? No pasó mucho tiempo antes que esta actitud me llevara a golpear al vice-rector en una explosión de rabia. Me consideraron un joven violento e incontrolable y me mandaron a otra institución. Esta fue aún peor que las primeras dos en las que había estado. Me encontré entre un grupo de muchachos jóvenes entre 14 y 19 años de edad que, como yo, habían sido criados en las diferentes instituciones en Michigan. La Escuela de Entrenamiento Adrien (EEA) es lo que se llama una CPP, Cultura Paritaria Positiva. La intención es que los muchachos actúen como policías los unos de los otros, pero en realidad era solamente otra forma del fuerte acosando al débil, de la misma forma en que los diferentes grupos disidentes acosarían a aquellos que no podían defenderse a sí mismos. Por lo tanto, la estructura de este lugar forzaba a uno a pertenecer a un grupo disidente ya que era suicidio estar solo en este lugar. Nunca fui uno que se acoplara a ninguna estructura dinámica, por lo tanto, claro que me rebelé. Estuve en la EEA durante casi dos años, tiempo en el que la administración decidió que no era apto para completar su programa. Principalmente me rehusé participar en esa mentalidad de pandilla que fue forzada sobre mí. Fui entonces mandado al peor lugar en Michigan al que pude haber sido mandado. El Centro Green Oak era infame durante ese tiempo a causa de la brutalidad que sucede detrás de sus canceles de cadenas y púas. En realidad esta era una prisión juvenil conocida como la última parada. Si se manda a alguien allí, permanece hasta la edad de los 18 años.

Cuando caminé dentro del pasillo de la celda, se me recibió con gritos estridentes. El empleado era un enorme hombre negro que parecía poder tronar mi cuello usando solamente sus manos. Se me llevó a la oficina y empezaron a “orientarme”. Se me preguntó qué crímenes había cometido, a qué pandillas había pertenecido, etc. etc. Mis respuestas no les causaron agrado (recuerden que hasta esa fecha había sido acusado solamente de una agresión menor mientras que todos los demás en ese lugar estaban allí acusados por desde robos múltiples hasta asesinatos). Me encontraba en un pasillo de celda con lo peor de estos “prisioneros” a causa de un reporte de la EEA. Se me dio mi trabajo de casa; ¡afortunadamente viviríamos en celdas individuales! Logré interactuar con los demás. Fui confrontado en el baño por varios jóvenes negros de Detroit. Demandaron que pagara por protección o harían de mi permanencia en ese lugar, una muy larga y dolorosa. Dada la situación, hice lo que se me había enseñado durante mi prolongada estadía en los otros lugares, y tiré un puñetazo al joven más cerca de mí. Aplasté su nariz contra el lado de su cara, y sus dos o tres compadres me golpearon hasta quedar inconsciente. No estuve presente en el conteo obligatorio de prisioneros, y se me colocó en aislamiento durante 5 días. Esa era la acción disciplinaria estándar para prácticamente cada infracción de reglamento. 5 días en la celda de aislamiento no es una forma agradable de pasar el tiempo. La celda tiene solamente un combo escusado/lavamanos que apesta debido a que se lava en rara ocasión. La celda en sí apesta a un establo de sudor y orina. Se proporcionan dos alimentos por día, ambos consistiendo en dos sándwiches de bologna y un cartón de leche (hasta este día no como bologna).

Cuando terminó mi primer período de 5 días, nunca me sentí tan contento de poder tomar una ducha, uno de esos lujos que se le niegan a aquellos que serían tan insensibles como para desobedecer abiertamente las reglas del Centro Green Oak. No entraré en la larga y detallada descripción sobre mi estadía en ese lugar infernal; estuve allí hasta casi cumplir los 18 años. Tuve la oportunidad de correr de allí, y claro que aproveché esa oportunidad.

Ahora me encuentro en el Pabellón de los Condenados a Muerte en Texas. Nunca declararé que soy un hombre inocente ni puedo afirmar con honestidad que no merezco estar en prisión por mi participación en el incidente que me trajo al Pabellón. Por siempre afirmaré que no tomé parte activa en la muerte de los hombres por los cuales fui sentenciado a morir. Dicho eso, volveré a hacer la pregunta: ¿Es el hombre inherentemente bueno? ¿Lo soy yo? ¿O simplemente soy una víctima que fue puesta en una situación en la que tuve que hacer lo que fue necesario para sobrevivir en el medio ambiente? ¿Podría alguien afirmar que, al dársele la elección, hubiera reaccionado en forma diferente a la que yo reaccioné? Ahora, antes que alguien me etiquete como una persona sin sentimientos quiero compartir con ustedes una historia más reciente.

Había estado en el Pabellón de los Condenados a Muerte ya por siete años cuando recibí carta de una muy agradable mujer de Inglaterra. Intercambiamos cartas durante varios meses antes de darme cuenta que me estaba enamorando de esta mujer. Nunca me imaginé que tuviera yo la capacidad de amar con tal abandono y tan incondicionalmente, pero ella me mostró que el amor es puro y de entrega. Nos casamos el 2 de Noviembre del 2008. Poco después su madre murió y las cartas decayeron de dos por semana a ninguna. Intenté comprender que estaba pasando por el sufrimiento de la pérdida de su madre, pero yo deseaba consolarla y ayudarla a través de esta pérdida tan trágica. Escribí una carta encolerizado y ella pensó que me quería deshacer de ella. ¿No se daba cuenta que ella cambió mi forma de pensar en cuanto a las demás personas? Unos pocos años atrás simplemente me hubiera encogido de hombros y hubiera seguido a la siguiente conquista. No me puedo sobreponer del dolor en mi corazón. Mi corazón está roto por esta mujer. Cuento esto para mostrar que aún una persona como yo que ha visto el lado más feo que un hombre puede ofrecer tiene la capacidad de amar a alguien a tal grado que la felicidad de ella va más allá de la mía propia. Así que, ¿soy un buen hombre o soy un mal hombre? Ni uno ni lo otro. Simplemente soy un hombre. Cada hombre es capaz del más grande de los bienes o el más vil de los males. ¿No me creen? Pónganse mi piel y caminen en ella durante una semana y eso les mostrará que somos capaces.

Agradezco que me hayan dado el gusto permitiéndome compartir este tiempo y espacio con ustedes. Quiero tomar esta oportunidad para agradecer a Thomas por darme este lugar para poder ventilar. Dediqué este escrito a Samantha Jane Varga, la cual me enseñó que el amor es real y no simplemente una idea abstracta.


Conocer a Kevin me ha llevado a una de mis creencias centrales: el bien y el mal no es quien somos, sino lo que hacemos. El bien y el mal son verbos, no adjetivos. Recientemente Kevin fue derribado por la Corte de Apelaciones del Quinto Circuito, típicamente considerada como la última verdadera corte de esperanza, ya que la Suprema Corte realmente solo ve un porcentaje microscópicamente pequeño de apelaciones de sentencias a muerte. Su último recurso es su petición de clemencia al Gobernador Rick Perry. Para ustedes que están en el movimiento de Abolición de Pena de Muerte, les voy a pedir que activen sus impresoras y manden algunas cartas a las direcciones que anoto a continuación. Para aquellos de ustedes que fueron tocados por lo que escribió, por favor consideren también dar a conocer al Gobernador su forma de pensar en cuanto a este hombre. El es digno de recibir una reducción de sentencia a cadena perpetua. Es merecedor de esto. Si alguna vez creen algo de lo que escribo, crean esto.

Ver lo que es correcto y no hacerlo, se debe al deseo de tener el valor, o por principio.
Confucio

Robin Norris
Attorney at Law
2408 Fir Street
El Paso, TX, 79925

Fax: (915) 590-9992


Governor Rick Perry
Office of the Governor
P.O. Box 12428
Austin, Texas 78711-2428

Fax: (512) 463-1849


Chair: Rissie Owens
Jose Aliseda, Jr.
Charles Aycock
Conrith Davis
Jackie DeNoyelles
Linda Garcia
Juanita M. Gonzalez

Board of Pardons and Paroles
Executive Clemency Section
General Counsel’s Office
8610 Shoal Creek Blvd
Austin, TX 78757

Fax: (512) 467-0945



© Copyright 2009 por Thomas Bartlett Whitaker.
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Wednesday, July 22, 2009

Un Cuento De Cinco Cárceles – Condado Polk IAH (Parte I)

Julio 22, 2009 – Miercoles 3:45 a.m.

El siguiente relato toma lugar en el verano del 2006….

El letrero está sin estropear; la puerta ancha de fierro brilla orgullosamente con una capa vírgen de pintura color azúl rey brillante. Decía: “No se Permitirá la Entrada por estas Puertas a Ningún Rehén”. A continuación este mensaje de mal agüero se repetía en español; solo para cubrir todas sus bases. Al igual que la puerta, y las vallas, el mismo edificio parecía rechinando de nuevo, una rareza verdadera en el mundo penal. Le di seis meses para que este lugar cantara una canción en un tono totalmente diferente.

“Bueno, es bueno saberlo” bromeó alguien detrás de mí en voz baja. Otra voz, que en esta ocasión tenía un fuerte acento de México intervino: “Oye vato, ¿cómo te hace sentir saber que si yo te tomo como rehén, nos ejecutarán a ambos? ¿Qué te parece eso para lealtad de compañía? Su risa fue interrumpida por un ruido de golpe seguido por queja de protesta, y en seguida los hombres estaban gritando. Bajo el barullo podía escuchar a alguien respirando con dificultad, y en el momento que logré dar un giro de 180 (lo cual no es la hazaña más fácil cuando estás encadenado de tu mano a tu cintura a tu pie), vi un pequeño hombre de complexión oscura tirado doblado en el piso. Los otros 11 hombres en el grupo que eran transportados estaban intentando retirarse lo más que se pudiera, lo cual no era fácil en lugar tan encerrado. Uno de los oficiales que estaba vestido de negro se encontraba parado sobre el hombre caído, su bastón colapsable ahora totalmente extendido.

“¿Qué te parece eso para hacerte callar?” grito, sus ojos rápidamente retando a que alguien más se pasara de inteligente. Él tenía la misma casi controlada furia que había visto en algunos de los guardias de Limestone en Fort Bend. Homo Sapiens Sapiens. Lo que sea. Simplemente yo estaba contento que se les había obligado encerrar bajo llave las pistolas y rifles en una jaula de depósito grande antes de entrar a la jungla rodeada con valla de púas. Muy contento.

Sobre la puerta de “No rehenes” colgaba un globo pequeño de vidrio, el cual tenía un tono dorado. Obviamente una cámara, y bastante nueva. Uno de los oficiales que nos transportaba habló en su walkie-talkie, y la puerta se abrió, revelando por lo menos 6 guardias más. Cuatro de estos cargaron al “busca-problemas” a una silla de ruedas en espera, mientras que los otros dos nos guiaron hacia adelante usando tonos de voz estruendosos. Me causó un poco de intranquilidad de que los cuatro que cargaron a nuestro miembro caído, haciéndolo en forma tan corporal, parecían tener bastante práctica en esta maniobra, como si ya lo hubieran hecho antes. “No es su primer Rodeo”, como se dice en Texas. No vi a este hombre durante varias semanas, hasta que fue soltado de la sección de segregados al área de recreo junto con los demás de nosotros. No recordaba que le hubieran faltado dos de sus dientes frontales; tampoco recordaba los enormes círculos negros que ahora rodeaban sus ojos, pero, hey, mi memoria ocasionalmente se vuelve borrosa.

No hablaba con ninguno de nosotros en el patio. Simplemente estaba sentado allí, con su espalda hacia la pared de concreto cerca de los baños, botando la pelota azúl de tenis contra la mampara. De vez en cuando se le iba, pero nunca se levantó para recogerla. Simplemente se quedaba fijamente viendo la pared. Ocasionalmente alguien se la regresaba, y él continuaba tirándola, como si nunca se hubiera detenido. Anteriormente creía que existiría algún tipo de retribución para este tipo de cosas. Alguién entraría cabalgando sobre un caballo blanco y se vengaría por el hombre “de la pelota botadora”, el cual había enloquecido. En ocasiones veo a este vengador en mi propio reflejo, y me asusta, las cosas con las que sale mi mente. Siento que estoy condenado a jugar al Iscariote con mi mano derecha o con mi izquierda. Si yo hubiera ido tras el guardia, realmente hubiera quebrado los rayos de su trasero sádico y estaría traicionando este nuevo sistema de ética el cual me ha tomado tanto dolor y sangre en construir. Si simplemente me quedaba allí sentado observándolos transformar a un hombre en un nadie en el espacio de unas pocas semanas, estaría traicionando mi propia humanidad.

En ocasiones, la idea de ganar es solo una ilusión.

Fue el mismo día que vi al hombre de la pelota botadora cuando empezé leyendo libros de leyes; lo cual es lo más cercano que he estado de registrar un salvo conducto entre la Sicilia de desobediencia violenta de estilo reaccionario y el Charybdis de darse completamente por vencido; abriendo mis propias venas por todo el terreno de concreto.

Aún las celdas de detención a donde se nos llevó estaban limpias, lo cual debe ser un tipo de principio de una penal. Las paredes de bloque de cemento eran de un color blanco aperlado; todo el metal era del mismo azul rey como la puerta. No vi insectos ni moho, y todo el escenario era vagamente espeluznante. Me hacía sentir como si hubiera entrado a un universo alternativo, o, ya saben, tal vez “uno de esos elegantes estados Yankees, en donde no se burlan cuando alguien habla de los derechos del prisionero.”

La camioneta llevaba principalmente prisioneros de Fort Bend, con unos cuantos hombres de diferentes condados del sur de Dallas entremezclados para dar diversidad. Yo conocía varios de los hombres, incluyendo a un hombre negro que era muy alto y muy muscular, llamado el “Big C” (“Grande C”), un hombre mayor que se estaba quedando calvo, era panzón y se llamaba Roberto, y un muchacho callado, de raza Filipina, cuyo nombre se me escapa. Estuvimos sentados allí durante varias horas, haciendo lo que todos los encarcelados hacen con el tiempo leónico que tienen en sus manos, esperando que pase algo. Big C me informó que lo habían agarrado dos veces en el pasado con mariguana, y que este era su tercer strike. En Texas, esto puede significar que intenten tacharte como un ofensor habitual. El resultado de una etiqueta habitual es una sentencia de por vida, lo cual parecía ser un castigo demasiado fuerte por una onza de mariguana, pero no me sorprendió saber que tales cosas son comunes en el estado que les dio a GW y Alberto González. La mayoría en el tanque (celda) de detención sabía quién era yo, y, en su mayoría, evitaban hablar sobre “tiempo de encarcelamiento”. Cuando alguien no sabía, y preguntaba “qué era lo que yo veía que tenía que hacer,” simplemente les decía que tenía unas multas de estacionamiento que tenía que cubrir. Las personas que sabían mi delito generalmente sonreían al escuchar mi respuesta.

Había otra camioneta adicional a la nuestra, cargada de prisioneros; y al final se requirió de seis a siete horas procesar a todos. Nuestros (uniformes) “naranjas” de Limestone fueron cambiadas por los azúl marinos del Condado IAH Polk. Se registraron nuestras bolsas que llevaban nuestras pertenencias; se hicieron preguntas. Eventualmente, todos fuimos asignados un número de tanque. Seis de nosotros de Fort Bend recibimos el mismo tanque, A-24. La larga caminata a la área de detención me ofreció una buena vista del edificio, y fue obvio que este complejo ejemplificaba un concepto más novedoso en la arquitectura penitenciaria; algo que se asemejaba más al Panopticon de Betham en comparación a las típicos monstruosidades de concretos a los cuales me había acostumbrado.



Copia de Anteproyecto del Panopticon hecho por Jeremy Bentham 1791


Vi muy pocos guardias. En su lugar, abundaban las cámaras, y cada pasillo terminaba en una trampa humana, o un par de puertas dobles por donde una persona entraba a un área cuadrada, la cual posteriormente se sellaba. Cuando el cuarto de control central determinaba la dirección que debía tomar cada persona, se abría la puerta indicada para dicha persona. Por lo tanto, poco personal era necesario para manejar la prisión entera, lo cual era importante si el fin es tener más ganancias, lo cual es el caso de las instituciones privadas. Todo estaba al abierto también. En lugar de las muchas paredes sólidas, decidieron por el vidrio grueso templado. Nuevamente, pienso que esto era en función de costo, ya que con paredes de vidrio se necesitan menos cámaras.

Al entrar a la trampa humana para el ala A, el guardia que escoltaba miró hacia la cámara, dijo su nombre, y se abrió la puerta de salida. Pensé: “bastante ingenioso”. A-24 se encontraba al final del pasillo, el cual era de tal vez unas 20 yardas de largo. Al ir caminando por el pasillo, obtuvimos nuestra primera mirada de los tanques, los cuales se encontraban a cada lado de nosotros; muy pequeños, con una ventana larga que se estiraba a todo lo largo del recinto. Se encontraban todos en línea, haciéndome pensar en un zoológico. (En realidad, en cierta forma, eso era precisamente.) Todos dentro de los tanques se presentaron a la ventana para ver las “nuevas botas” y rápidamente se volvió en el juego de “baja la mirada o mira fuerte”. Después de aproximadamente un año de estar encarcelado, sabía perfectamente que en realidad solo existía una opción.

En general, teníamos un buen grupo de hombres en A-24. Estos tanques estaban designados para 8 hombres, y existía menos de 150 pies cuadrados de piso, así que se pueden imaginar la tensión potencial que tales condiciones podrían producir. Se llega a establecer vínculos afectivos viviendo en esta forma (o se vuelve totalmente loco), y fue afortunado que en el grupo no existían pacientes psicóticos o masturbadores crónicos.

Con rapidéz dividimos las tareas de limpieza y creamos un plan para compartir la televisión. Esto último es absolutamente esencial para una coexistencia armoniosa. He visto más peleas a causa de la televisión que por otra cosa (más de 30 peleas). Como en cada prisión, la raíz de esto es tensión radical; los negros quieren BET, los Mexicanos, TELEVISA, y los blancos ESPN o el Canal Discovery. Para mi sorpresa, todos nos reunimos e hicimos una agenda justa la cual satisfizo a todos. Eso no quiere decir que algunas personas que no nombro (¡ahem!) no bromeaban en cuanto a ciertas selecciones que se hacían. El Big C no podía, sobre su su vida, entender por qué A) alguien se subiría al barco para pescar una Jaiba Rey de Alaska en la mitad del invierno, y B) que importancia tenía para nosotros si lo hacía. Su veredicto: ¿Ven brutos en ese barco? ¡Claro que no! Ustedes los Europeos están locos. Yo mantengo mi trasero negro en tierra sólida.”

Ya que estoy a favor de igualdad racial y cultural, me aseguré de meter unas cuantas despoticadas cuando él se encontraba viendo sus videos de rap y cantando la lírica.

YO: “¿Existe forma de bajar el volumen de la televisión más bajo que mute (silenciador)?”
BIG C: “No, el botón del volumen se quebró estando en la posición de las 6 horas.”
YO: “Me refería a ti, Charles.” (él odiaba que lo llamara por su verdadero nombre).

Esta plática que iba y venía, eventualmente resultaba en todo tipo de comedia ridícula baja, en la cual él se hacía pasar por un snob blanco de los suburbios llamado Preston. (“¡Hey, hermanos! Ustedes vatos ¿saben en dónde puedo encontrar el “Starbuck´s” más cercano?”), y yo me convertía en Tyrone Rone. Era buena cosa que Big C tenía un bien desarrollado sentido del humor, porque si no fuera así, en varias ocasiones me hubiera reacomodado la cara por traducir mi lenguaje de gente blanca al de “la calle”. Había ciertas expresiones de forma de hablar de la calle que me hacía repetir cuando estábamos en el patio. Muy pocas personas realmente aprecian la mordacidad, y aquellos que sí la aprecian parecen apreciarlo menos cuando sale de mi boca. ¡Tengo el talento!

Las cosas se volvieron rutina rápidamente: despertar (cuando se nos antojara), tomar una ducha (el tanque tenía una regadera y un escusado), comer, ir a recreación durante unas cuantas horas, tomar una ducha, cenar, ver televisión, leer, morir lentamente por dentro, orar, dormir. Repetir esto frecuentemente a pesar de tus deseos.

La vida encarcelada realmente es como una mala canción que se atoró en repetición sin fin. Sin embargo, a los varios días de tu estadía, una nueva porción de la canción empezó a tocarse, una que nunca antes había escuchado. Se me preguntó si quería trabajar. Rápidamente contesté, con una afirmativa bastante emocionada, y se me informó que estaría en la cocina a las 11 p.m. de la siguiente noche. No podía esperar ver cómo se veía la vida de la perspectiva de un empleado. El resto del día ciertamente pasó lentamente.

***PARTE II: PROXIMAMENTE***

“Poesía” por William Wantling (1933-1974)

Tengo que ser honesto, puedo escribir buena letra de música y rima
en los momentos adecuados, juntando las palabras para dar a las
personas placer.

Y aún en ocasiones, hacer que les falte la respiración –
Pero siempre, de alguna forma, resulta en cierto modo falsa

Consonancia y asonancia y rima interna no toman el lugar del hecho
que no puedo discernir la forma de anotar en papel lo real o verdadero
de lo que llamamos vida.

Como el otro día. El otro día caminaba en el patio inferior de recreo
aquí en San Quintin, y este gato llamado Turk se acercó a un amigo mío

Y dijo, “Ernie, me informan que has balaceado a mi hijo.” Y Ernie le contestó,
“¿Y a ti qué, Punk?” Y Turk sacó su cosa y acuchilló a Ernie en la panza.

Solo que Ernie tenía una charola de metal bajo su camisa.
La acuchillada de Turk rebotó en el pecho de Ernie, Y Ernie sacó su cosa.

Y claro, Turk no tenía una charola, y la recibió justo en el pecho,
Una fatal acuchillada.

Y la sangre que se vino a sus labios era color rosa brillante,
sangre de pulmón, y simplemente se acostó en el pasto y dijo,

“Maldición” “Maldición” “Maldición”
En seguida dejó salir una suave y prolongada risa, 5 minutos y murió.

Ahora, ¿Qué tiene que ver la asonancia o consonancia,
o aún la rima con todo esto?


© Copyright 2009 por Thomas Bartlett Whitaker.
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