Monday, January 23, 2012

Pensamientos sobre Cicatrices y el Recorrido Hacia el Norte



Michael Wayne Hunter recibe los artículos de la página web Minutes Before Six y los comentarios de los lectores por correo.  Sintió el deseo de responder a un comentario que la lectora “feminist” [“feminista”] dejó en relación al artículo escrito por Thomas titulado “Cicatrices y el Recorrido Hacia el Norte”.

Escrito por Michael Wayne Hunter

Leí en Minutes Before Six [página web de Thomas] el lugar en donde básicamente preguntó una mujer, “¿Si la prisión es tan terrible, por qué razón pelearían los prisioneros condenados con tanto ahínco para conseguir que se les conmute a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional?”  En forma adicional, esencialmente dijo que si ella se encontrara sentada en el Pabellón de la Muerte a causa de un crimen que ella no cometió, pelearía con todo para recobrar su libertad, pero si ella cometió el crimen, ella querría ser ejecutada lo más pronto posible.

Agradezco que en su respuesta, Thomas dirigió a los lectores a mis escritos en Minutes Before Six en donde he escrito sobre la vida en prisión después de estar en el Pabellón de la Muerte.  Espero que adicionalmente él me permita abordar aspectos de estos temas que fueron expuestos por esta considerada mujer, y quiero agradecerle por su interés.

Aunque la cadena perpetua en una prisión de California está lejos de ser un paraíso, si uno decide, uno puede formar una vida en este lugar.  Yo leo, escribo, y convivo con mis amigos gamberros, tengo varios trabajos que he sostenido desde que dejé el Pabellón de la Muerte de San Quintín: en educación, la biblioteca, y ahora como empleado del teniente.  No me siento infeliz mientras que llevo a cabo todas mis actividades de día a día.  Cuando me siento tentado a divagar hacia algún tipo de patética auto compasión, me pongo a reflexionar acerca de la crueldad al azar a través de la historia de la humanidad, personas que han sido puestas en prisión o asesinadas no por lo que hicieron, sino simplemente por quienes son, tal como las víctimas en los campos de homicidios de Cambodia, Rwanda o la Europa de Hitler.  ¿Qué hicieron las personas en el World Trade Center [Centro de Comercio Mundial] y el Pentágono para justificar sus trágicas muertes?  Me parece que lo único que hicieron fue ir a trabajar para mantener a sus familias.  Cualquier injusticia que yo he experimentado empalidece  hacia la insignificancia en comparación a las severas realidades del 11 de Septiembre del 2001.  Visto en este contexto, me siento humillado por la oportunidad que tengo de vivir mi vida no obstante las circunstancias desalentadoras, y me encuentro eligiendo vida y optimismo sobre muerte y desesperanza.

Cuando me encontraba en el Pabellón de la Muerte, muchos prisioneros decían que querían ser ejecutados, muy similar a lo que dijo la mujer que escribió su pregunta.  En California, las apelaciones del estado son automáticas y no se puede renunciar a ellas.  Esto significa que un prisionero debe permanecer en el Pabellón de la Muerte por lo menos una década antes de que pueda voluntariamente renunciar a sus apelaciones federales y permitir que la ejecución siga su curso.  Escribí sobre ests aceptación de la muerte en un artículo publicado titulado Dave y le pediré a Thomas que permita que Dave sea puesto en Minutes Before Six si es de interés para los lectores.  Claro, más de una docena de prisioneros en el Pabellón de la Muerte en California se suicidaron durante mis dieciocho años, pero en mi opinión, muy pocos tomaron su vida a causa de un análisis razonado y racional de sus circunstancias como es sugerido por la mujer que escribió la pregunta y que contestó Thomas.  Creo que la mayoría de ellos se rindieron ante la desesperanza y depresión y después dieron fin a sus vidas, pero esa es simplemente mi opinión.  Uno nunca sabe en verdad lo que sucede dentro del cerebro de otra persona.

Al leer la respuesta de Thomas, me parece que lo que a él lo impulsa a seguir es llegar a ser el cambio que él quiere ver.  Mi motivación es mucho más mundana: la curiosidad.  Hay tantos autores que aún quiero leer y palabras que aún deseo escribir, describiendo mi simple mundo en el cual me muevo cada día.  Y más que nada, quiero seguir viviendo para saber qué cosa sucederá en seguida.

Para leer la carta sobre un suicidio en el Pabellón de la Muerte, escrito por Willie Johnson, un residente del Pabellón de la Muerte de San Quintín y contribuyente a Minutes Before Six, haga click AQUI.

Michael Wayne Hunter C83600
Pleasant Valley State Prison
P.O. Box 8500, A-5-206
Coalinga, CA 93210




© Copyright 2012 por Michael Wayne Hunter. Todos los derechos reservados.

Tuesday, January 17, 2012

Cartas a un Futuro Prisionero del Pabellón de la Muerte Parte 25

Escrito por Samir (Conocido por el FDOC como Roderick M. Orme)


A quien no corresponda:

Como desearía no tener una razón para escribir esta carta, pero en ocasiones la vida puede ser horrible y lo que importa es a dónde vas de aquí.  No estoy muy seguro si mi voz será de algún consuelo porque pocos prestan oídos a las palabras de los condenados.  Tal vez ambos aún tengamos tiempo para reparar el mundo destrozado por el cual vagamos cada día…de 6 pies por 8 pies.

Sé que durante meses, y más probable ahora, durante años, has sentido una insensibilidad de desconexión.  Cada vez que ves tu reflejo en el espejo al estar cepillando tus dientes o cada vez que lavas el sudor frío a causa de otra noche de sueño agitado, ves a un extraño distorsionado regresándote la mirada.  No es un espejo divertido de la casa de los espejos.  Es la lucha de tu consciencia que no puede contestarte la pregunta persistente de “¿Cómo llegué aquí?”  Te sugiero que hagas tu mejor esfuerzo por contestar esta pregunta, pero no en un solo día, y más aún, no en los primeros días.  Este rompecabezas caerá lentamente en su lugar, la verdad presentándose si se le da tiempo para hacerlo.

Por ahora, intenta posicionarte en el momento.  El estar constantemente repitiendo aquellos pensamientos de “hubiera deseado…” y “si solo…” y buscando esa pieza de dominó que empezó esta terrible reacción en cadena no causará que el lugar en donde te encuentras en este momento cambie.  Aquellas elecciones ya han venido y se han ido y tú elegiste mal.  Igualmente, el preocuparse por los días que han de venir no sirve de nada en este momento.  Primeramente, debes aceptar en donde estás y quién eres, ya que solo entonces podrás decidir donde estarás y quién serás.

Así que, hermano, desde el momento en que te encierran en esta jaula, al cerrarse la puerta de acero  con fuerza, intenta respirar tranquilo.  No permitas que las paredes aplasten el último vestigio de esperanza y salud mental de tu ser.  Vive en el momento…cierra tus ojos…y simplemente respira profundo.  El aire puede parecer rancio y almizclado, pero el peor respiro es mejor que ningún respiro.

Una vez que has tranquilizado tu respirar, abre tus ojos y observa a tu alrededor.  Esto es real.  Esta no es una pesadilla de la cual despertarás.  No imagines que cada vez que escuchas a un guardia entrando en la sección, viene a decirte que estás libre y que todo fue una gran equivocación.  Si eres inocente, ora que Dios, el ADN, y una evidencia contundente te traiga libertad, ya que sí suele pasar. Cálmate y sé paciente.  Nunca, pero nunca te des por vencido, pero tampoco te hagas ilusión.

A solo que hayas sido diagnosticado con una psicosis seria como esquizofrenia, deja de tomar todo antidepresivo.  ¡Claro que estás deprimido!  Pero si no tienes cuidado, el estado te llenará de químicos para mantenerte calmado hasta que los últimos químicos lleguen a tu cuerpo mientras que estás amarrado a la camilla.  Intenta manejar el dolor porque sentir dolor es mejor que sentir nada.

El primer orden de sesión es darle un ejercicio a tu cerebro en cuanto a la necesidad y no la inutilidad.  Adéntrate en la ley.  La Dama de la Justicia aún sigue ciega, pero estos días está cegada por los defensores públicos sobre-trabajados, los cuales frecuentemente apestan a alcohol y goma de mascar, por fiscales en busca de acrecentar su profesión,  que usan tu miseria como un peldaño para ganancia política, y un sistema sobrecargado que se alimenta en cantidades copiosas de dinero para hacer justicia.  ¡Pero tú no estás ciego!  Aún a las personas culpables, nuestros padres fundadores, les han  concedido el derecho de buscar redención y  penitencia (como el la palabra penitenciaría) por nuestras culpas y pecados.  Estudia la ley y no seas simplemente otro borrego almacenado.  En verdad que tenemos el mejor sistema legal en el mundo pero no te puede ayudar si no lo conoces, así que deja de ver la televisión todo el día y levanta un libro sobre leyes.  No creas que tu inocencia, o el hecho de que eres un buen tipo, sostiene las llaves para tu libertad.  Todo el tiempo ejecutan a tipos agradables, e igualmente cocinan a unos cuantos inocentes.  Este no es un episodio de Ley Y Orden, y CSI no es vida real.  Haz tu propio trabajo.

Si tus amigos y familia te abandonan inmediatamente, o lentamente se desvanecen al paso del tiempo, no les guardes rencor.  Esta crisis afecta no solo a ti.  Por lo menos de dos familias fue arrancado el mundo de debajo de sus pies.  No solo tú estás en dolor.  Entiéndelos y se paciente con ellos, ya que ellos también están teniendo problemas para respirar en este momento.

Finalmente, este es un lugar que puede meramente ser una prisión de hierro y piedra o puede ser un santuario personal, y aún un monasterio.  Trabaja sobre tu fuerza  física, emocional y especialmente espiritual.  La verdad de Dios se revelará ante ti en un tiempo si solo buscas la verdad.  Las probabilidades son de que llegaste a este lugar en un triste estado, ya sea causado por otros o auto-infligido a causa de el abuso y la adicción.  Usa este tiempo para recobrar tu humanidad.  Haz una regresión en el tiempo y encuentra a ese pequeño niño con el que perdiste contacto hace ya tanto tiempo.  Toma su mano y déjalo mostrarte el camino a la felicidad.  Él te puede enseñar como amarte de nuevo y, al final, con el tiempo, perdonarte a ti mismo por los errores y pecados pasados.  Muchos nunca te concederán alivio, pero al final,  ultimadamente es de Dios y de ti mismo de quien necesitas la gracia.  Así que, ámate en forma total, completamente reconociendo tanto tus atributos como tus defectos.  Esta es la única forma para verdaderamente pagar tributo y respeto a aquellos a quienes has dañado.  Sé una mejor persona y cuando llegue ese día final, en cualquier forma que llegue, puedes irte con paz en tu corazón.

Espero que estas palabras te hayan ayudado, mi hermano.  Tú puedes lograrlo.  Hasta que nos volvamos a ver en la próxima vida…

Tu hermano,
Samir

Roderick M. Orme # 726848
Union Correctional Institution
7819 N.W. 228th Street
Raiford, Fl. 32026



© Copyright 2012 por Roderick Orme. Todos los derechos reservados


Thursday, January 5, 2012

Smiley



Escrito por Michael Wayne Hunter

“Un día te vas a resbalar,” le gritó Woody a un guardia en lo alto de una torre de control en la Prisión del Valle De Salinas, “y te voy a agarrar.”

“Claro, claro,” contestó el guardia en un tono de voz aburrido. “Sigue con lo que estás haciendo.”

“Estoy hablando en serio.”

“¿Estás intentando zafarte del patio?” contestó el guardia en forma calmada y casual.

“@#&*” exclamó Woody con el puño en el aire.

Con un suspiro, el guardia activó su alarma, y todos en el patio se tiraron al piso, mientras que Woody fue escoltado de allí.

“Deudas de drogas,” me puso al tanto mi compañero de celda, Cannibal. “Me imagino que no les podía pagar, así que empezó este problema.”

Meses después, abordé el ganso gris, el camión del Departamento Correccional de California, que me llevaría a la Prisión de Pleasant Valley, resuelto a guardar silencio sobre mis dieciocho años en el Pabellón de la Muerte en San Quintín.  Simplemente deseaba pasar por desapercibido.

“Death Row Mike,” escuché a alguien decir.

Se desvanecieron mis planes de pasar desapercibido.  Dándome la vuelta, vi a Woody.

Pasando por el proceso de orientación en Pleasant Valley, le perdí la pista a Woody y me consideré con suerte.

“Death Row Mike,” Easy me alcanzó en le patio. Midiendo seis pies con cinco pulgadas, y pesando aproximadamente 270 libras, él era el mandamás del billete de dólar.  Era un grupo de blancos, mayormente de Sacramento y Stockton, y se hacían tatuajes de billetes de dólar en sus manos.  Su lema era: “NOS PAGAN.”

Aun cuando era sumamente atlético y dominaba bien el juego de frontón, Easy caminaba con un renqueo, cortesía de una 9mm que le pegó a su rodilla.  Caminando hacia mí, dijo, “Tengo un negocio con Woody.  Dice que tú fuiste compañero de él en Salinas y que serías su aval en cuanto a ser hombre de palabra.”

Reinó el silencio durante un minuto o dos antes que yo contestara, “No avalo a nadie.”

“Solo tú y yo, Mike, nadie más está escuchando.”

“Woody se metió en problemas por deudas.”

“Escuché sobre ese incidente.  Woody dijo que estaba en una misión para los blancos y que se suponía que ellos pagarían la deuda.”

“¿Ah, sí? Nunca supe de una misión que tenía que ver con gritarle al guardia en la torre de control.”

“No, no,” interpuso Easy, “le dio a una culebra en el pasto.”

“Solo consiguió que lo disciplinaran.”

“¿Estás seguro?

“Sip.  Le habló fuertemente a un guardia y fue escoltado de allí.”

“Está bien.” Movía su cabeza hacia atrás y hacia delante, y después pareció llegar a una decisión. “Mantén esto entre tú y yo solamente.”

En los siguientes meses, Woody se estaba relacionando con los de los billetes de dólar.  Me imaginé que Woody tenía algo que ellos querían, sin duda, un contacto para drogas.  Esperé que pasara la demolición y repentinamente Woody ya no estaba más allí.

“Woody me amoló,” Easy se fue contra mí.

“Eso era predecible.”

“Me dijo que necesitaba una punta para arreglar un negocio.”

“¿No creías que Woody se atreviera a darle a alguien?” Intenté, pero fallé, mantener el tono de gusto fuera de mi voz.

“No, pensé que solo iba a mostrársela a alguien, asustarlos.  Y ciertamente se la enseño a alguien, la entregó al sargento, dio mi nombre, y fue encerrado.”

“¿Por qué dio tu nombre? Hay un montón de otros tipos que preferiría estuvieran enojados conmigo que tú.”

“Me quiere en su lista de enemigos, para que no seamos compañeros de nuevo. Esa rata bastarda me la debe.  Te equivocaste y la amolaste, Mike.”

“Te dije que no servía para nada.”

“Deberías haber insistido sobre esto.”

“Te dije lo que sabía.  ¿Quieres que la próxima vez invente algo?”

“No, no, todo lo que vale aquí es tu palabra.  Tienes razón.”

Vacilando, agregó, “Woody era dorado, durante un tiempo, cualquier hombre blanco que dice que necesita una punta la recibe.”  Encogiéndose de hombros, soltó la risa y dijo, “Yo no estoy encerrado, así que me imagino que ellos saben que es un mentiroso.  Todo está bien.”

“Fenomenal.” Empecé a alejarme. “Nos vemos, Easy.”

“Espera. Creo que me debes una.  Necesito que dejes que mi paisa Smiley se mude a tu casa.”

Mi compañero de celda se acababa de mudar con un hondero de tinta para que su pecho fuera acribillado con tatuajes, así que tenía un camastro vacío.

“Mi compañero de celda va a regresar después de completar sus tatuajes.”

“Recibe a Smiley hasta entonces.”

Yo no quería a Smiley.  Estaba en sus treintas, medía cinco pies con siete u ocho pulgadas y pesaba entre trescientos y cuatrocientos libras.  Tan ancho como era alto, un cubo.  Algunos de los peores tatuajes hechos en prisión cubrían su cara y cuerpo.  Mi único contacto con él, a la fecha, había sido cuando gritaba de una mesa a la otra en el comedor, “¿Te vas a comer eso?” “Sí,” le contestaba, aún si no lo quisiera comer.  Odio los malos modales.

Rastreo de comida era más que un pasatiempo para Smiley, era un aspecto primario de su sistema de creencias.  Él no lo veía como malos modales.  Vivir juntos sería un severo choque cultural.

“Easy, no creo que seríamos compatibles.”

“No es exactamente algo nuevo, nadie quiere vivir con Smiley.  Pero es mi paisa de Sacramento. Fuimos compañeros de cárcel en High Desert.  Simplemente hazme un favor y habla con él, ¿O.K.?”

Reacio, asentí.

“Tranquilo, mi dawg,” expresó con emoción Smiley, “Estuvimos encerrados 24/7 en High Desert.”

“Ese no es mi estilo de vida,” hice todo lo posible para que Smiley me rechazara. “No se permite ningún tipo de alcohol en la casa.  Si los polis lo descubren, tendré que pasearme contigo y no estoy listo para eso.”

“Yo aceptaré la culpa,” insistió Smiley.

“Una bolsa de vino es demasiado grande, los polis no creerán que no sé de qué se trata.”

“¿Y qué de substancias químicas?”

“Me imagino que si no me doy cuenta de ello, no me importa.  Estoy la mayor parte del día en la Oficina de Servicios y cuando estoy en casa estoy estudiando mis materias de universidad.  Necesito un compañero que pueda mantenerse callado.  ¿Puedes estar tranquilo?”

“No tengo aparatos eléctricos. ¿Puedo ver tu televisión?”
No es una desgracia estar económicamente quebrado.  Cuando yo estaba en San Quintín, pasé por un divorcio.  Le había dado control de mi cuenta de banco a mi pronto-por-ser-ex esposa, así que mientras estábamos en los trámites de divorcio, no tuve acceso a dinero por casi un año.  Tenía un radio, una televisión para llenar mis horas vacías, pero al pasar de los meses mis zapatos se desgastaron bastante.  Sin decirme, mis compañeros condenados al pabellón de la muerte se juntaron para mandarme zapatos nuevos. “Que bueno que conseguiste unos pateadores decentes,” mi amigo Bill, cuya madre había mandado los zapatos dijo, “eras una total vergüenza.”

“Tengo que ver los videos de la universidad en mi televisión,” le contesté a Smiley.  “Easy me pidió que platicara contigo, y ya lo hice.  Le diré mi decisión a él.”

“Definitivamente no somos compatibles,” se la aventé a Easy.

“Solo inténtalo durante un minuto.” Easy me dio una palmada sobre el hombro con su enorme mano. “Si no funciona, le buscaré otro lugar.”

“No tiene ningún aparato eléctrico.  Le conseguiré una televisión, pero sus paisas tienen que aportar.”

“Te tenemos a ti.  Smiley tiene un plan, Mike, él encontrará una taloneada.”

Tomando de mi valioso tiempo para mis estudios, estuve revisando algunas cajas para idiotas.  La primera podría haber conseguido gratuitamente, pero múltiples reparaciones parchadas significaban un incendio en espera de suceder.  Paso.  El segundo costaba treinta y cinco dólares y era una mejoría enorme, pero todos los botones se le habían caído, por lo tanto se usaba un lápiz para prenderla, apagarla, y cambiar los canales.  Tal vez.  La tercera costaba cincuenta dólares y estaba inmaculada.  El tipo que la vendía estaba por salir en libertad condicional y quería comida para dar un festín de despedida.  Me fui a la tienda de la prisión e hice un intercambio por el aparato.

“Súper,” Smiley dijo feliz cuando le entregué el aparato. “¿Me mudo contigo?”

Me encogí de hombros, encontré a Easy, y le pedí cuatro frascos de Folgers en pago de su parte.  Tomándolos de su estante, me los pasó.

“No le voy a pagar al empleado para que le mude sus cosas.”

“Drifter es un paisa.  Yo lo tengo,” Easy me aseguró.

Smiley se presentó a mi puerta con la televisión y muy pocas cosas adicionales, un par de bolsas de plástico grandes llenas de lo que parecía basura.

“¿Qué es eso?”

“Para sostener las cartas,” contestó y deslizó las bolsas debajo de la cama. “Tengo problemas en subirme a la cama superior de la litera. ¿Podrías cambiarte tu arriba?”

“Yo estoy viejo, y no me voy a hacer más joven. Tú estás gordo y puedes perder peso.”

Contrariado, colocó su televisión en la cama superior y se subió en su cama.
“¿Quieres café?” le pregunté.  Se alegró un poco.  Llenando mi olla eléctrica, le dije, “La puedes usar, pero tiene un corto circuito.  Cuando está conectada, no la muevas o causará un apagón.  Tenemos que tener cuidado hasta que llegue la nueva que ordené.”

“Mike,” dijo en forma sarcástica, “No sé usar una olla eléctrica.”

“Simplemente, ten cuidado.  No provoques un apagón.”

“No lo haré.  Ey, hace calor acá arriba, ¿puedes mover tu ventilador para que pueda tener más aire?”

“No.”

Smiley hizo pucheros pero no dijo nada y sorbió el café que le pasé.

Después de un rato, el tiempo de recreación en el salón de reunión fue convocada y salimos.  Mi dirigí hacia el teléfono.  Smiley se dirigió directamente al podio del oficial y empezó a cantar con el Oficial Fernandez. El hombre gordo botaba para arriba y para abajo como una pelota de playa.  Se estaban riendo.  Smiley era como un bufón de la corte.
En el teléfono, le dije a Rene acerca del peso de Smiley y su petición de aire.

“Si hace ejercicio, simplemente caminar aproximadamente veinte minutos al día, le mandaré un ventilador,” ofreció ella.

“Se lo haré saber.”

“¿René haría eso por mí?” Exclamó Smiley cuando estábamos de regreso en la celda.

“Solo si haces ejercicio.”

Acomodándome en mi cama, empecé a leer ciencias políticas.

“Mike, ¿en dónde están las sopas en la lista de compras de la tienda?”

“Allí,” apunté.

“¿Y el café?”

Colocando mi libro a un lado, le pregunte, “¿Sabes leer?”

“Un poco. Puedo deducir las cosas.”

Repasamos la lista completa, y Smiley tenía la capacidad de memorizar el lugar en que se localizaba cada artículo.  Sorprendente.

“Mi paisa, Risky, me está comprando una caja con sopas y un frasco de café.”

“Es bueno de su parte.” Empecé a abrir mi libro de nuevo.

“¿Qué estás leyendo?”

“La forma en que se escriben las leyes en Washington.”

Vacilante, dijo, “Sé que Washington se encuentra en algún lado en el norte, pero en ocasiones, en la televisión parece que está hasta el este.”

“El estado de Washington está en el norte.  Washington D.C. está en el este, es el capitolio de los Estados Unidos.”

“Lo he visto en el mapa de pronóstico del tiempo,” reconoció Smiley. “Pero, ¿por qué queda el capitolio hasta allá?  Sacramento es la capital de California y queda más o menos en medio. ¿Por qué no poner a Washington en medio?”

“Quedaba más o menos en medio cuando habían solo trece estados.  George Washington era de Viriginia y el capitolio queda cerca de su hogar, Mount Vernon.”

Smiley se veía confuso, pero no preguntó más.

“¿Que tan lejos llegaste en la escuela?”

“No muy lejos.  Mi papá era un motociclista, entrando y saliendo de prisión, así que vivimos en la Sección 8 habitacional en el gueto.  Yo era el único chico blanco en la escuela, así que seguido estaba en peleas.  Cuando llegué al séptimo grado, dejé de ir.”

“¿Qué hiciste?”

“Merodeaba por las calles, hurtaba, vendía drogas, y cuando tuve más edad, robé carros.  No fue hasta mi primer término en la cárcel que empecé a robar.  Mi papá murió en prisión a causa del SIDA con que se contagió de una aguja contaminada. Mi mamá se mudó de nuevo a Iowa.  Para entonces, yo estaba en prisión, pero cuando salí me fui para allá también.”

“¿Por qué regresaste?”

“Robé una tienda de licor. Los policías que me agarraron se dieron cuenta de que tenía una orden de arresto en California, así que no se tomaron el trabajo de ponerme cargo.  Se me envió de regreso en la primera cosa que fumaba [tren].  Todo por lo que me buscaba California era porque no me reporté con mi agente de libertad condicional, así que pagué 6 meses por violación, y volví a salir.  Pero mi mamá me dijo que no regresara a Iowa,” dijo con tristeza. “Me imagino que fue lo mejor. Probablemente me hubieran sentenciado por el asalto si hubiera regresado.”

“Está bien, Smiley.”

Me vino a la mente que con excepción de un viaje a Iowa, todo lo que conocía Smiley era unas cuantas cuadras del gueto de Sacramento y variados patios de la prisión.

Cuando yo llegué a Pleasant Valley, no tenían mi historial de educación, por lo que me colocaron en una clase de G.E.D. (Diploma para Educación General). ¿Cómo rayos se les pasó Smiley?
Acostado en su cama, Smiley deslizó sus manos bajo su grasa abdominal y desaparecieron de vista.  Hoyo negro.

Después de la cena, Smiley se separó para recoger sus medicamentos psiquiátricos. “En ocasiones caigo en depresión,” dijo.

Cuando me alcanzó, metió la mano bajo su panza y sacó una bolsa transparente llena de pastillas. “¿Es como mi caja de seguridad?” le dio palmaditas a su panza.

“Pensé que estaban triturando las pastillas.”

Easy consiguió que un sabueso legal en la biblioteca de leyes sometiera unos documentos para la corte.  Hasta ahora me han regresado las pastillas de morfina y neurontina.  No es legal triturar los medicamentos con tiempo de liberación.”

En la mañana, le hice una taza de café a Smiley y salí con un permiso de salida temprana para educación.

En el descanso matutino de la escuela, vi a Smiley corriendo en el patio.  “Dile a René,” gritó mientras pasaba volando.

Buen trabajo, Smiley, pensé y seguí con mis actividades del día.

Después de clases, regresé a casa, a una celda oscura.  Hubo un apagón.

“Risky me dejó las sopas y el café,” explicó Smiley, “Cuando intenté usar la olla eléctrica, se fue la luz.”

Los guardias no vuelven a poner el interruptor a solo que uno entregue el electrodoméstico fallo, así que tomé la pasta de dientes de mi estante, una que compré de Boxer y quemé un calentador hechizo.  Después que lo entregué en el podio del oficial, el Oficial Fernandez fue a nuestra celda y subió el interruptor.

“Gracias, Fernie,” escuché a Smiley decir, “mi compañero está haciendo de las suyas.” Se rieron juntos.

Retirándome en silencio, me dirigí a las regaderas e intenté bajar los humos.

“Mira,” le dije a Smiley cuando estábamos de regreso en la celda, “te dije que la olla eléctrica…”

“He estado en la cárcel durante mucho tiempo,” Smiley me interrumpió. “No necesito escuela.”

Casi volviéndome nuclear, noté por primera ocasión sus ojos vidriosos.  Rápidamente rastreando la celda con la mirada noté en la orilla de su cama residuos de pastillas que había triturado para esnifar [meter por su nariz].

“Claro, tienes razón,” le dije en forma golpeada, “no hay razón de educar a un pastillero.  De ahora en adelante, no toques mis cosas o vamos a tener problemas.”

“Tengo mis propias cosas en camino,” replicó Smiley en forma críptica.

Después de la cena, nuestra reja de celda se abrió.  Smiley pareció estar esperando esto y salió rápidamente. Viendo hacia fuera, observé al Oficial Fernandez abrir la oficina de los guardias y a Smiley entrar y empezar a limpiar.

“¿Qué demonios?” Decidiendo considerarme bendecido de que estaba fuera de mi celda, empecé a estudiar.

“Mike,” Smiley estaba a la puerta. “Necesito pedir prestado un CD.”

“No.”

“No es para mí.  Fernie tiene una grabadora en la oficina y vamos a usarla.”

Le entregué mi CD menos favorito.

“Ese no,” protestó Smile. “Fernie quiere escuchar tu CD de Led Zeppelin.”

“¿Cómo demonios sabe que tengo un CD de Led Zeppelin?” le pregunté abruptamente.

“Este,” tartamudeó Smiley, “no se lo tienes que prestar.”

“Ah, claro, él puede venir aquí y llevarse todo lo que me pertenece.  ¡Toma!” le aventé a Smiley el poderoso Led Zep. “¡No regreses a casa sin él!”

Smiley regresó después de unas pocas horas con el CD y una olla eléctrica y un ventilador.

“¿De dónde sacaste los electrodomésticos?”

“Del baño del personal.  Tienen todo tipo de cosas allí que han confiscado.”

Aparentemente, limpiar la oficina de los guardias y el baño del personal le provocó hambre a Smiley.  Cocinó cuatro sopas de Ramen Noodles y después se comió dos más en crudo antes de irse a la cama.

Ya que tenía su propio ventilador, Smiley dejó de caminar y pareció ponerse más gordo día a día.  Cuando llegaba a casa de la Escuela, él estaba escribiendo cartas, aparentemente copiadas de un templete de carta que había conseguido en algún lugar y las mandaba cada noche.  La mayoría de sus cartas se regresaban con un letrero de NO ENTREGABLES, pero cuando sí recibía respuesta, rápidamente se la llevaba a Easy y conferenciaban en ocasiones durante horas.

Después de la cena, Smiley se iba a la línea para recibir medicamentos y regresaba a casa con pastillas, en ocasiones, varias bolsas escondidas bajo la gordura de su panza.  Las noches que trabajaba el Oficial Fernández, Smiley se dirigía hacia él y regresaba la mayor parte de las noches con electrodomésticos tales como ventiladores, radios, televisiones, ollas eléctricas, y en una ocasión una máquina para escribir.  Yo no tenía problema con eso ya que podía estudiar en paz.

“¿A dónde llevas todos esos electrodomésticos?” le preguntaba.  Para cuando regresaba a la casa de la escuela al siguiente día, ya no estaban.

Smiley pasó por todas las cien celdas en nuestro edificio, nombrando los prisioneros en cada celda, qué electrodomésticos tenían dentro de la celda y qué cosas tendrían interés en comprar.  Yo estaba asombrado.  Sin duda que hubiera sido un gran vendedor de autos usados, especialmente ya que tenía una singular falta de ética.  Alguien se contactó con Smiley sobre el deseo de un tipo específico de radio.  Encontró uno en una de las celdas y le pidió a Fernandez que lo confiscara.

“¿Estás loco?” le pregunté a Smiley. “El radio es todo lo que este tipo tenía en el mundo.  No solamente está mal, sino que puede metérsele en la cabeza apuñalarte.”

“Él no sabe que yo lo tengo.  Ya se vendió y salió,” Smiley dijo como si nada.

Cuando Smiley estaba haciendo sus rondas buscando producto y clientes, en ocasiones el oficial de la torre de control le decía que se regresara a casa.  Con un gran movimiento de brazos y piernas, hacía parecer como si estuviera obedeciendo, pero realmente no se movía.  Cuando la atención del oficial se dirigía a otro lado, él continuaba haciendo sus rondas.

Drifter y Risky se acercaron a Smiley. “Quiero el radio digital que recibiste anoche,” dijo Risky, “pero diez dólares es mucho.  ¿Qué te parecen seis?”

“El precio es diez.” Smiley se mantuvo firme.

“Risky te ha estado comprando sopas y café cada mes,” discutió Drifter.

“Es tu paisa.  Necesitas darle un descuento.”

“Necesito respetar mi negocio.”

“Los electrodomésticos que los polis confiscan son mi movida,” replicó cortante Drifter, empezando a enojarse. “Yo soy el maldito encargado del edificio.  Solo te lo permito porque eres un paisa.”

“Voy por Easy,” amenazó Smiley y se fue.

“¿Cuál es el asunto entre Easy y Smiley?” me pregunté.

“A Smiley no lo pueden esculcar,” ofreció Drifter y Risky asintió.

“¿Qué?”

“Si Smiley recoge droga en el Cuarto de Visitas, tiene tantos dobleces en su grasa que es inesculcable. Easy y Smiley tenían un negocio con una mula [transportador de drogas ilegales] en High Desert.  Lo estaban llevando a cabo.”

“Smiley no ha recibido visitas en este lugar.”

“Smiley salió en libertad condicional y en el transcurso de veinticuatro horas ahorcó a la mula.  Esa es la razón por la que cayó en este lugar.  Ahora necesitan encontrar una nueva conexión para su negocio.”

“Así que, ¿a eso se deben todas esas cartas?”
“Sí, Smiley ha estado escribiendo a cada casa de drogas ilegales en el vecindario, buscando a una prostituta de drogas con un record lo suficientemente limpio para que la aprueben para visitas.  Una vez que encuentren una, podrán seguir con su negocio.”

“¿Y cuál es la situación con Smiley y Fernandez? ¿Él está involucrado?”

“No,” negó Drifter. “A los guardias les divierten los tontos, y Smiley actúa como uno para ellos.”

Easy se acercó junto con Smiley. “¿Cuál es el problema?”

“Ningún problema,” hicieron eco Risky y Drifter.  Smiley observó con una sonrisa de triunfo.

Al paso de los días, Smiley se puso más y más loco, cargado con Pharma Bliss [droga].  Frecuentemente, llegaba a casa y él estaba sentado en la celda, desnudo, y con las luces apagadas, mirándo fijamente hacia algo que solo él podía ver.  Perturbador.

“Voy a traer a un hondero de tinta a la casa este sábado,” me informó Smiley, “me van a poner un tatuaje de un billete de dólar.”

“Ve a su casa.”

“No te estoy pidiendo permiso, te estoy diciendo.”

“Y yo te digo que no.”

“Le voy a decir a Easy.”

“Yo se lo digo.”

Alcancé a Easy y le informé que no estaba funcionando, que necesitaba buscar otro lugar para Smiley.

“¿Qué pasa ahora?” preguntó con un profundo suspiro.

“No me gusta mucho la idea de las pastillas, pero…”

“¿Cuáles pastillas?”

Repasé la historia de un Smiley desnudo, drogado, en una celda oscura.

Con la cara apretada debido al enojo, Easy le ordenó a Risky encontrar a Smiley.

“¡Te dije que te mantuvieras limpio hasta que encontraras una mula!” Easy pegó su cara contra la de Smiley.

“Estoy limpio,” mintió Smiley.

“Te apuesto que tiene pastillas escondidas en su panza”, agregué. “Tal vez las podamos encontrar allí, tal vez no, pero revisa la orilla de su cama.  Tiene una capa apelmazada de pastillas trituradas, ya que es tan flojo para limpiar.”

“Tú trituraste las pastillas,” dijo Smiley con desesperación.

Moví mi cabeza en negación, e Easy dijo, “Todos saben que Mike no usa pastillas.  Es por eso que te puse con él.”

Voltéandome a ver, Easy dijo, “Lo tengo bajo control, Mike.” Me alejé de allí.

Un regañado Smiley llegó a casa.  “Easy me dijo que estuve mal y que ya no tendrá nada que ver conmigo si vuelvo a mentirle. ¿Por qué me echaste de cabeza?”

“No tendrías que preocuparte si no le mintieras a tus paisas.  No vas a traer a nadie a esta casa el sábado, ni ningún otro día. ¿Me entiendes?”

Con la vista al piso, Smiley asintió con la cabeza.

Evil me buscó en la escuela.  “Tu compañero de celda no ha estado pagando su papel con cincuenta dólares de heroína.  Yo sé que no estabas allí cuando el acuerdo se cayó, pero estarás allí cuando los vatos locos lleguen a tu casa a cobrar.”

Súper. Smiley ha estado en negocio grande.  “Gracias por el aviso, Evil.  Evita que los vatos locos entren en mi celda y yo regresaré a ti con una parte para mañana.”

“¿Vas a apropiarte de la deuda?”

“Para nada.” Negué con la cabeza.  “Smiley pagará o lo arrastraré hacia el patio lentamente y le daré a los vatos locos puerta abierta para atacar a mi compañero de celda.”

“Mañana.”

Entrando a mi casa, empujé a Smiley. “¡Paga tu deuda de heroína ahora mismo!”

“Necesito tiempo.”

“¡Vende tu televisión, habla con Fernandez para conseguir una grabadora, pide prestado de tus paisas.  Paga tu deuda y empieza a buscar una nueva celda!”

“A nadie le gusta vivir conmigo,” Smiley dijo con entonación de mucha tristeza.

“¿A poco?  Paga la deuda o te van a pasar cosas verdaderamente malas.”

“Lo arreglaré esta noche.  Solo no le digas a Easy.”

“Si no oigo mañana en la mañana que la deuda ha sido pagada, voy a darles a los vatos locos un pase gratuito dentro de la casa para cobrarse y le voy a decir a Easy que te estás enfermando en vez de buscar solución al negocio.”

“¡Estoy solucionando el negocio!”

“¿Entonces, dónde está tu contacto? Me imagino que sería más fácil encontrar uno si no los ahorcaras.”

La boca de Smiley se abrió en sorpresa, dándose cuenta de que yo sabía que su único punto a favor con los del Billete de Dólar era que era inesculcable, un talento que no sirve de nada si no hubiera una mula que se le acercara.

Smiley se alejó rápidamente cuando Fernandez lo dejó salir en la noche, e Evil confirmó a la siguiente mañana que había pagado la deuda.  Pero yo simplemente quería que se fuera.

Mi amigo John, con quien compartía computadora en la escuela, se apareció a clases con un tatuaje de billete de dólar en su mano.

“Siempre pensé que tenías una cabeza cuerda sobre tus hombros,” le dije, “¿Por qué te unirías a los del Billete de Dólar?”

Viéndose avergonzado, simplemente se encogió de hombros.

“¿Estás limpio?” Easy le preguntó a Smiley a la puerta de nuestra celda aproximadamente una semana después.

“Sí, sí,” asintió con su cabeza efusivamente, “Te dije que me mantendría limpio hasta que consiguiera una conexión.  El negocio está en primer lugar.”

“Llena esto.” Easy pasó un frasco para muestra de orina bajo nuestra puerta. “Estoy en la lista de prueba al azar para drogas hoy.  Necesito una muestra limpia.”

Pasó un mes y Smiley había escrito carta tras carta, pero aún no había seducido a la estrella de rock, alguna nena en necesidad de dinero, la cual haría lo que fuera para conseguir cocaína en piedra para servir como mula para los del Billete de Dólar.

“Deprimido,” refunfuñaba y escarbaba a través de su bolsa de cartas, frenéticamente buscando el papel correcto que lo llevaría al tesoro.

Más y más loco por las substancias químicas, descompensándose, su rutina cómica se desvaneció.  El Oficial Fernandez dejó de estarlo cuidando.  Aun usando droga, a pesar de sus promesas a Easy, su dinero empezó a desvanecer.  Los tiburones lo circulaban pidiendo el pago por el Pharma Bliss que le habían dado por adelantado.  No iba a esperar el inevitable choque de tren.

“Smiley está hecho un manojo de nervios. Está en deuda con la escoria.  Lo quiero fuera,” se la puse a Easy.

“Estoy tratando este asunto con él,” me aseguró Easy.
“Bien. Le diré que empaque sus cosas.”

“¡No lo hagas!” Easy me tomó del brazo. “Si lo sacas, hará una tontería.”

“No importa.”

Su mano apretando mi brazo con más fuerza. “Necesitas escucharme y quedarte bien quieto.  Aún las mulas no hacen acuerdos con el ahorcador Smiley.  Es negocio malo.”

“Entonces, deshazte de él.”

“No.  El reporte del laboratorio llegó.  La orina que me dio estaba sucia.  Recibí un reporte de violación de las reglas, y voy a perder mis visitas durante un año y voy a tener que pasar por examen mensual para drogas mandatorio.  Le dije que si me volvía a mentir, estaría terminado.  Le voy a cortar su cara para que me recuerde cada vez que se vea en el espejo. ¿Me entiendes?”

“Te entiendo, Easy.”

Smiley se había estado bronceando en el sol de Easy durante mucho tiempo y si ahora se quemaba, que así fuera.

Dando corriendo vueltas durante el descanso de la escuela, tres Billetes de Dólar asaltaron a un muchacho blanco al azar.  No tenía idea del por qué de la golpiza.

Arrastrando a los tres Billetes de Dólar, los guardias se fueron a buscar más.  Cada mano blanca fue revisada para ver si tenían el tatuaje del billete de dólar, y cualquiera que hallaban los mandaban al hoyo.  Easy fue escoltado por dos guardias, seguido por Risky, Drifter, John, cuya mano aún estaba sanando del tatuaje del billete de dólar; todo el equipo se fue.

Después de una hora más o menos, los que nos echamos al piso en el patio pudimos levantarnos e irnos a casa.  Smiley no estaba allí.  Me imagine que lo habían llevado en la barrida y respiré libremente por vez primera en mucho tiempo.

La puerta se abrió.  Smiley entró y brincó sobre mí mientras estaba acostado en mi camastro.  “El no recibir el tatuaje en mi mano me salvó.  Gracias a ti, Mike,” exclamó y me abrazó.  Aunque estaba agradecido que estuviera usando ropa, su peso me comprimió y sofocó.

“Quítate de encima de mí, Smiley.”

Radiante, se levantó y rebotó alrededor de la celda.

La puerta de nuestra celda se volvió a abrir, asomándose el Oficial Fernández. “¿Vas a ir con tus paisas?” le preguntó a Smiley.

“Ni siquiera conozco a esos tipos.”

Después de que se cerró la puerta, le pregunté en forma seria, “La orina de Easy regresó sucia y él iba a cortarte la cara.  Todos lo sabían menos tú.  Sabes que estoy diciendo la verdad porque sabes que estabas sucio cuando le diste a Easy la muestra de orina y mentiste al decirle que estabas limpio.  ¿Existen algunos otros del Billete de Dólar que no tienen tatuaje?  Parece que aún hay posibilidad que alguien pueda cortarte la cara, Smiley.”

El temor se proyectó, Smiley rápidamente se dirigió a la puerta, detuvo a Fernández y se alejó.

-El Fin-

Michael Wayne Hunter C83600
Pleasant Valley State Prison
P.O. Box 8500, A-5-206
Coalinga, CA 93210



© Copyright 2012 por Michael Wayne Hunter. Todos los derechos reservados.

Sunday, January 1, 2012

Jaque-mate en Tres


(Nota administrativa:  la página de Facebook de Thomas nuevamente ha sido deshabilitado y eliminada por Facebook.  No estaré poniendo una nueva página personal de Facebook para Thomas.  Pronto habrá un lugar en Facebook para que nosotros podamos compartir pensamientos, links e ideas.  Favor de mantenerse alertas para cuando esto se haga.  Si tienen algunos otros amigos que también son amigos de Thomas en Facebook, favor de pasar este mensaje a ellos al igual que compartir el link a esta página.

Gracias por su amistad y apoyo – Ecla

Postdata:  Se ha sacado una página de Facebook para el sitio web y no para un prisionero en particular.  El link se encuentra a la derecha de esta página o en www.facebook.com/minutesbeforesix )


Se encuentran en el hospital.  Encontraron una protuberancia, o una filtración, o tienen una flecha saliendo de la parte lateral de la cabeza.  Lo que sea.  Es grave.  Todo en su pequeño cuarto es limpio y antiséptico y en un tono placentero de marrón.  Las enfermeras vienen y van, tomando muestras de sangre y dándoles miradas consoladoras pero lastimeras.  Nunca dicen cosa alguna, excepto  que el doctor estará llegando en poco tiempo para platicar con ustedes.  Cuando hace su aparición, simplemente revisa el expediente, hace un sonido con la garganta, y permanece inescrutable.  Cuando llegan en pacas, las pocas palabras que usan son indescifrables, así como su escritura.  Puede ser que tengan el mejor interés para ustedes en su corazón, pero si es así, este es un asunto que debe tomarse por fe.  Cualquier cosa que se esté haciendo para ayudarles está  totalmente fuera del control de ustedes, y en general, totalmente fuera de su conocimiento.  Es la vida de ustedes, pero realmente ya no se siente así.

Esta es la forma que la mayoría de los prisioneros se sienten en cuanto al proceso de la corte, con diferencia de que no es limpia, no hay enfermeras y cualquier contacto que uno tiene con sus abogados es casi totalmente en forma de cartas (e igualmente como pasa con un cirujano, se está igual de muerto si se equivocan).  Me reuní con mi abogado de la etapa de juicio mientras que estuve en la cárcel del condado en una cantidad de ocasiones que se pueden contar con una mano.  Vi a mi abogado unas cuantas veces mientras estaba en la cárcel del condado.  Vi a mi abogado de apelación directa en una ocasión  mientras aún estaba en la cárcel del condado esperando al pájaro azul que me llevaría a prisión.  En ni una sola ocasión puso pie en el pabellón de la muerte.  Me reuní con mi abogado de habeas en dos ocasiones, la primera vez para un saludo breve de introducción, consistiendo de un discurso de aproximadamente cinco minutos diciéndome que mi probabilidad de sobrevivir esta experiencia se situaba entre un 4 a 5%, y en una segunda ocasión durante aproximadamente cinco minutos, debido al hecho que mi orden judicial tenía que ser entregada al siguiente día y necesitaba mi firma en un documento en el cual había procrastinado demasiado tiempo para simplemente mandar el documento en el correo.  Desde mi sentencia, he pasado menos de una hora con mis abogados sobre mi caso.  Ahora que estoy en la corte federal de distrito, mi abogado es bastante bueno, pero aún solo me he reunido con él una sola vez…durante quince minutos.  Tuve a David Dow haciendo el trabajo pro bono en un asunto de mi apelación, y he platicado con el un buen número de horas, pero él no es mi abogado oficial.  Lo triste es, aún con este escaso contacto, he pasado más tiempo con mis abogados que la mayoría de los muchachos que me rodean.  Tomar la mano de tu cliente y detenerla, aparentemente, no es parte del contrato.

Así que, uno escribe cartas.  Si uno tiene suerte, algunas serán contestadas.  Si ustedes fueran yo, les escribirían incesantemente y cuando no les contestaran, mandarían copia al carbón de esas cartas al juez para que se colocaran en la lista de sumarios de cosas pendientes.  Los abogados saben que en Texas se pueden escapar con casi cualquier cosa cuando tiene que ver con ofensores capitales, por lo tanto, rara vez tienen la motivación de contestar lo que a su parecer son preguntas simplistas o ingenuas.  Claro, a solo que les paguen.  Mi amigo Lester tiene un negocio de Washington DC que está trabajando en su caso pro bono, lo que significa millones de dólares en trabajo sobre su caso.  Mi otro amigo M, tiene un amigo por correspondencia que juntó hasta $250,000 dólares para su defensa.  Ambos siguen vivitos y coleando después de unas cuantas décadas, y ambos reciben montones de correspondencia de los abogados.  Estoy seguro que, sin embargo, esta es simplemente una doble coincidencia, ¿verdad?  El correo legal se entrega en las mañanas (en vez de en la noche como el correo regular), y cuando uno escucha que tocan a su puerta, el estómago automáticamente se contrae, los claxon disparándose a todo volumen en el hipotálamo.  El otro zapato no se cae así nomás.  Patea fuerte al ir en caída.

Aproximadamente hace dos meses recibí la copia final de mi orden judicial federal de habeas corpus.  Para aquellos de ustedes que no están bien versados en el juego del proceso de apelación de la pena de muerte, que es un Monty  de Carta Triple, brevemente el sistema funciona de esta manera:  Primero,  y antes que nada, se presenta la apelación directa, la cual tiene que ver con los asuntos preservados en la transcripción del juicio.  El mismo juez que estuvo sentado durante tu juicio hace una recomendación a la Corte de Apelaciones Criminales de Texas (CACT)  sobre este asunto, y como él fue el responsable de asegurarse que no hubiera correteos en su corte, nunca va a recomendar una reparación judicial en este punto de ley.  Eso sería equivalente a admitir que no estaba poniendo atención.  Aún si tienes uno de estos momentos, el fallo final es hecho por la CACT, un cuerpo de jueces que está totalmente formado por radicales conservadores que jamás han visto una sentencia de pena de muerte la cual no aprobaron, con excepción, tal vez, de la de Jesús de Nazaret (pero ni aún allí estoy totalmente seguro).  Si fueran a crear un gigantesco artefacto de Rube Goldberg en donde pusieran sus sellos de rechazos, los jueces del TCCA podrían jubilarse y nadie sería más sabio.

En la mayoría de los estados, después de la apelación directa, sigue la orden judicial federal de habeas corpus estatal.  Sin embargo, en Texas, la orden judicial federal y la apelación directa corren en forma concurrente.  Claro, esto evita que uno use los errores del directo en su habeas, pero este sistema fue diseñado para apresurar el proceso, no para impartir decisiones cuidadosas y matizadas.  En esta fase, se le permite a uno tratar asuntos que no fueron directamente notados en la transcripción, como, digamos, que el abogado estaba dormido (historia real) que el fiscal retuvo información no incriminatoria que debería haberse presentado a la defensa (un evento que es tan común que ha pasado al reino del  cliché).  De nuevo, el juez del juicio hace la recomendación al CACT, los cuales casi siempre rechazan el desagravio. El grado de esfuerzo que  el CACT  hace para dar su aprobación en una sentencia a muerte es legendaria en los círculos legales, y en los últimos años hasta el Quinto Circuito (la corte de circuito federal más consistentemente conservadora) y el ESCOTO (uno de los más conservadores en la historia de los Estados Unidos) han expedido virulentos fallos atacando su capacidad.  Hasta ahora, no han llevado a cabo ningún ajuste porque todos los oficiales electos en este lugar saben exactamente a quién hacerle la barba para llegar a ser electos.  Recuerden, hemos elegido en múltiples ocasiones al Sr. No-Recuerdo-Una-Lista-De-Tres-Cosas. Ni siquiera mencionaré al buen viejo GW [George W. Bush].

Después de las cortes del estado, vienen las federales.  La primera parada es la corte federal de distrito, lugar en que al presente me encuentro yo.  Gracias a la Ley Anti-terrorista y Pena de Muerte Efectiva que fue pasada por el Congreso en los 90´s, los sentenciados capitales están severamente limitados sobre cuales asuntos pueden tratar en esta corte, y uno tiene solo un corto tiempo para investigar  sus declaraciones.  Para la mayoría de nosotros en Texas, las cortes federales nos presentan con A) nuestro primer contacto con un abogado calificado, y B) un juez que *probablemente* esté dispuesto a estudiar estas afirmaciones.  ¿Por qué?  Es sencillo: los jueces federales tienen nombramiento vitalicio, y no son elegidos, significando que pueden dar el fallo basado en la ley, y no en la opinión pública.  Piensen en eso cuando voten por Newt.  De todos modos, si uno pierde al nivel de corte federal de distrito, uno sigue a la corte de circuito, lo cual en Texas significa el 5º Circuito.  El 5º tiene casi la misma mala reputación como el CACT, así que la realidad es que una vez que se le niega a uno reparación judicial por parte de la corte de distrito federal, se le da a uno por muerto.  El 5º no nos va a ayudar, y el único paso que queda después de eso es el ESCOTO, el cual solo revisa una pequeña fracción de casos en cada término.  En otras palabras, una vez que uno llegue al 5º, simplemente es cuestión de tiempo.  Esto es análogo a los doctores que les informan que el crecimiento es canceroso, del tipo que requiere tratamiento intravenoso, y que solo tienen unos cuantos meses para poner en orden sus asuntos.

Al final estoy incluyendo una copia de mi orden judicial federal para su consideración.  Es un cuanto larga, así que pensé que agregaría una lista de contenido para ustedes.  Estoy presentando solo cuatros asuntos en esta orden judicial, una disminución significante en el número que se encontró en mi orden judicial de estado.  Como mencioné, la federal pone un límite bastante severo sobre qué asuntos se pueden apelar.  La primera alegación se encuentra en la página 5, y tiene que ver con un mal acuerdo  negociado de culpabilidad que el estado usó para timarme a mí y a mis abogados de juicio.  La alegación 2 probablemente es mi mejor alegación, y empieza en la página 23; tiene que ver con la asistencia inefectiva de asesoramiento al nivel del juicio.  La alegación 3 puede encontrarse en la página 68 y es un ataque de  tres elementos sobre el concepto de “peligrosidad futura”.  Los primeros dos elementos son un cuanto complicados, así que si empiezan a aburrirles, intenten enfocarse en el tercero (etiquetado como “C”), el cual se encuentra en la página 91.  La alegación 4 se encuentra en la página 95, y es la objeción estándar de la Enmienda 8 al protocolo de inyección letal que se encuentra en todos las ordenes judiciales.

El resto de la orden judicial tiene que ver con pruebas instrumentales [exhibición], una lista que se puede hallar en la página 98.  Lo dejaré a su elección determinar cual de éstas amerita su atención, pero básicamente, todos los errores de mi juicio están contenidos dentro de esta sección.  Me gustaría hacerles notar dos de ellos, si me lo permiten.  Unos cuantos años atrás, un programa “noticiero” de mayor escala en los Estados Unidos se dirigió a México y se entrevistó con algunas de las personas con las que viví y trabajé durante mi tiempo allá.  Las entrevistas me causaron shock, porque aún sigo escribiéndole a esta familia, y las cosas que se dijeron en las entrevistas eran dramáticamente opuestas a lo que estaba viendo en las cartas.  Inmediatamente después de que salió este programa al aire, recibí carta de parte de ellos, las cuales expresaban su consternación por la forma en que este programa mal-uso, manipuló y mal-tradujo sus verdaderos comentarios.  Aun cuando ya es poco lo que puede hacer para mí a estas alturas, logré conseguir testimonios juramentados de parte de esta familia sobre lo que realmente sienten hacia mí, para incluir en esta orden judicial, y los quiero anexar por separado para probar un punto que he hecho en el pasado en esta página web; concretamente que la mayoría de las fuentes incrustadas de los medios noticieros en esta nación ya hace tiempo que han perdido la visión de lo que es un reportaje honesto en relación a hechos fríos y de dura realidad, y no tonterías súper-sensacionalistas.  En cualquier caso, voy a bajarme de mi novela para permitirles continuar con la orden judicial, si les interesa hacerlo.  Algunos pocos de ustedes efectuaron donaciones a mi FONDO DE DEFENSA para ayudarme a pagar por esta cosa, y verdaderamente se los agradezco.  Si supera  a cualquier cosa que he logrado presentar en apelaciones anteriores, esto se debe mayormente a ustedes.

Mi orden judicial federal de Habeas Corpus puede ser encontrado AQUÍ.

La Prueba Instrumental P [Exhibición P] de Silvia Salazar Toscano puede encontrarse en inglés y español  AQUÍ.  Para aquellos de ustedes que quieren saber quién soy yo afuera de todo este desorden, esto puede ser la serie de versiones  más cercana que jamás podrán encontrar.



© Copyright 2012 por Thomas Bartlett Whitaker. Todos los derechos reservados.