Thursday, July 30, 2009

Anticuerpos Para Una Parálisis Espiritual Parcial

Julio 30, 2009, Jueves 4:00 a.m.

Y sigue, y sigue. He estado despierto ya por 51 horas, y sigue contando. Para nada puedo entender la lógica ejecutiva trastornada de mi cerebro detrás de este comportamiento. Estoy obscenamente cansado, pero cada vez que me acuesto, termino mirando fijamente el techo durante una hora hasta que termino levantándome y caminando de un lado a otro buscando qué hacer. Siempre he tenido una ligera presencia de insomnio gremnilístico. Pero desde que llegué aquí, el bastardo ha sacado dientes. Siento como si existiera una amenaza inespecífica a la vuelta de la esquina, un sentimiento muy Harold Pinter-esco. Es muy difícil pelear contra algo que uno no puede identificar.

Creo que es bastante absurdo que cualquiera de nosotros pudiera estar realmente sorprendido de cualquier incidente que pasa en la vida. Habiendo dicho eso, he sido placenteramente confortado por las cartas haciendo referencia a que haya puesto al descubierto los resultados de mi evaluación psicológica el mes pasado. Estaba esperando una respuesta en tonos más corrosivos. Como ya lo he afirmado antes, tengo por regla no discutir en forma detallada asuntos de litigio activo, pero sí puedo decir que el reporte acertó en un 90%. Lo cual realmente es impresionante, siendo que soy un hombre con cierta sutileza, y los doctores solo me tuvieron durante un día. Realmente solo puedo identificar un área mayor de error, y he llegado a entender la forma en que dos comentarios redondos fueron, de alguna manera, impactadas dentro de orificios cuadrados, pero está bien. Realmente, deseo en gran manera discutir este tema, ya que afecta la forma en que se percibe mi sexualidad, y en consecuencia mi ego varonil, pero tendrá que esperar. Siento cierta necesidad incómoda de tener que limpiar ese malentendido en particular pero…maldición, he tomado una postura progresista sobre este asunto durante años, diciendo que he creído que la situación de homosexualismo es un tema muy complejo el cual tiene que ver con genética y el medio ambiente, y deseando que ciertos tipos de personas hicieran a un lado sus opiniones polvorientas, retrógradas y engusanadas en relación a este asunto, y dejáran que las personas vivan en paz. Estaría lastimando a mis amigos gay si intentara alejarme de ellos al actuar con repulsión debido a que el reporte dijo que tenía ciertas tendencias latentes, como si pensara que hubiera algo mal en ellos. Sé lo que soy, al igual que todos los que me conocen. Eso es suficiente por ahora, y simplemente tendré que limpiar todo esto después, una vez que mi habeus sea dictaminado.

Mientras que las opiniones sobre el reporte han sido en su mayoría positivas, otro grupo cercano de amigos me ha advertido que últimamente me he vuelto un poco más cáustico en mis escritos. Una de ellas hasta me informó que definitivamente prefería mis primeros trabajos, lo cual es deprimente ya que uno quisiera pensar que si uno trabaja durante tanto tiempo en algo, tarde o temprano lo terminarás mejorando. Tal vez sí sea más abrasivo ahora que lo que fui dos años atrás, pero tracemos la trayectoria, ¿les parece? Comiencen con un niño solitario, hecho un desastre, el cual probablemente era demasiado inteligente y mundano para su propio bien, y obsérvenlo mientras decae hacia un patrón de comportamiento que ultimadamente termina siendo auto-destructivo y homicida. Como sería de esperarse, este muchacho-hombre es arrestado y pasa los siguientes cuatro años luchando contra volverse loco en el confinamiento solitario o defendiéndose de hienas que caminan como hombres en la Población General. En medio de las profundidades de este hoyo incapacitante del alma, descubre que Dios lo ha abandonado, y que no le queda otra opción que intentar encontrar su camino en la penumbra de la melancolía. Los faros con los que eventualmente tropieza para guiarlo al lugar de seguridad tienen nombres los cuales pueden ser familiares para algunos de ustedes: Hume, Dostoyevsky, Spinoza, Russell, Schopenhauer, Camus, Hitchens. Sus ideales – los ídolos que en una ocasión eran nebulosos y. en cierta forma nublados, despegados del razonamiento – se solidifican, tomando forma concreta. Después de un tiempo, hasta logra poderse ver en el espejo y poco después, la vieja, fingida, y a la defensiva auto-confianza es reemplazada por la verdadera. El orgullo que empieza a aparecer en sus escritos – en los cuales muchos se dignan a condescender – realmente es la audacia inevitable de un intelecto que ha alcanzado gracias a sus propios esfuerzos. Lo que intento decir es: No existen muchos caminos a través de este infierno que te llevan a un mejor lugar que aquel en donde empezaste. Me gusta en lo que me estoy convirtiendo. Nunca me he sentido contento con el hombre en el espejo, así que, perdónenme si pongo poca atención a las personas que no me ofrecen ningún consejo o un camino alternativo, solo crítica, o la consolación ingenua de la religión populista. ¡Mea culpa! ¡Mea culpa! No puede ser de otro modo.

Probablemente no podría ser de otra forma para ustedes tampoco. Durante la Segunda Guerra Mundial, se llevó a cabo un interesante experimento social en el estadio de la Universidad de Minnesota, bajo los auspicios del laboratorio de Higiene Fisiológica de la Universidad de Minnesota, supervisado por el Dr. Ancel Keys. El propósito de este experimento era estudiar el efecto de la inanición sobre un grupo social. Se seleccionaron voluntarios, siendo en su mayoría individuos que eran profundamente espirituales/religiosos. En forma “casi universal creían” que la inanición forzada los “acercaría más a Dios” (comprobando, una vez más que lo “universal” siempre ha sido construido a través de y fuera de lo particular). Lo que resultó fue exactamente lo opuesto de lo que esperaban. Resultó en una “salvaje comunidad moderna”, y al terminar el experimento, todos los participantes reconocieron lo sorprendidos que estaban al darse cuenta de lo delgada que era la chapa de su moralidad. Resulta que la experiencia es el gran equalizador, y ha sido mi experiencia, que aquellas personas que son las menos aptas para aventar piedras son aquellas que han vivido a través de la mayor confusión. No es de sorprender que los suburbios de nuestra nación se han convertido en un basurero moral, a pesar de que existe una iglesia en cada esquina.

Pienso que la mayoría encontrarían tal estado de invalidez ética aquí en el Pabellón de los Condenados a Muerte. En algunos casos estarían en lo cierto, pero se sorprenderían de la base moral de algunos de mis vecinos. Para ser honesto, es más o menos como encontrar un oasis en el desierto. El agua es mucho más refrescante debido al esfuerzo requerido para conseguirla. Lo más increíble, a mi ver, es observar los sobrevivientes de vidas verdaderamente atroces – vidas mejor representadas por un tapete de puerta o por la imagen de un fantasma vagando por la ciudad, sin poder tocar o ser tocado por las miles de personas con que se encuentra – los cuales a pesar de todo logran encontrar la habilidad para llorar por un amigo que está muriendo, o arriesgarse a volver a trepar en el caballo irascible del amor que los ha tumbado en innumerables ocasiones. Tales hombres me asombran y motivan. Quisiera presentarles a uno de ellos, a mi buen amigo Kevin Varga. Cuando conocí por primera vez a Kevin, no podía dirigirle la palabra. Su nombre – el nombre de mi hermano – me causaba náusea simplemente al pensar en él. Cuando estuve en Monterrey, en cierta ocasión me encontraba en un bar y empezé a conversar con otro Americano, el cual, eventualmente se presentó conmigo como un Kevin. Tuve que salir del bar, al empezar a temblar en forma tan tremenda. Después de aproximadamente un año, Kevin pudo penetrar a través de mi mecanismo de defensa, y se ha convertido en uno de los pocos hombres en este lugar que logran que yo ría con mi risa auténtica, la que llega hasta mis ojos. El tiene voz propia, y permitiré que les cuente acerca de él.

¿Es el hombre inherentemente bueno? Muchos intentarían responder a ésta pregunta con un inequívoco y resonante”Sí”. Pero eso solamente se debe a que cada uno de nosotros deseamos creer que somos “buenos”. Pero, ¿somos buenos, o somos solamente el producto de nuestro medio ambiente? Permítanme unos minutos para contarles mi historia, y podrán después de hecho decidir si soy o no soy una buena persona, una mala persona, o una víctima de mi medio ambiente.

Esta historia comienza conmigo, cuando a la edad de diez años tuve un roce menor con las autoridades. Hice destrozos en una tienda local (pinté mi nombre en una pared lateral del edificio; esto fue en 1978). Cuando la policía me trajo a la casa de mi mamá, ella le dijo al oficial que ya no quería la responsabilidad de mi bienestar. Para no pintar un cuadro demasiado adusto de mi madre, ella estaba batallando con el cáncer de mi hermano menor y pasaba la mayor parte de su tiempo entrando y saliendo del hospital. Cuando escuchaba algo sobre mí era en referencia de que andaba suelto como un salvaje. Viendo hacia atrás, me imagino que buscaba atención, y como no la recibía, hice lo que fuera necesario para lograr esa atención de parte de mi madre. ¡Imagínense cómo me sentí, a los diez años de edad, al escuchar a mi madre decirle al oficial que me llevara; que no me quería! Me colocaron en un hogar como medida temporal hasta que mi madre se decidiera aceptarme nuevamente. Pero me sentía lastimado y enojado por sentir este abandono. Claro, durante ese tiempo no tenía la capacidad de ver mis acciones en forma tan clínica. Solo sabía que nadie me quería y a nadie le importaba lo que yo hiciera, así que me escapé de casa. Cada vez que se me regresaba les decía que me escaparía una y otra vez. Fue entonces que se tomó la decisión de ponerme en un centro de detención juvenil. No había cometido ningún crimen como los demás muchachos pero se me trató al igual que los demás.

Este Centro de Detención Juvenil (CDJ) resultó ser un mundo nuevo y atemorizante para un niño de diez años. Estos muchachos se regían mediante la provocación de miedo y la brutalidad. Tenía dos elecciones: podía convertirme en víctima de cualquiera de estos matones allí, o podía aprender a pelear de tal forma que cuando se llegara a esa situación no fuera una conquista tan fácil. Al principio se me golpeó varias veces, pero cada vez aprendí a pelear un poco mejor hasta que en corto tiempo ya nadie pensaba que valía la pena fijarse en mí. El objetivo del CDJ es ser únicamente una instalación de detención. Sin embargo, ya que no había yo cometido ningún crimen, mi “tiempo” nunca fue determinado. Estuve allí un poco más de un año antes que mi madre decidiera intentar tratar conmigo.

Por primera vez en más de un año iba a relacionarme con personas normales, lo cual, en la superficie puede parecer fácil. Pero consideren esto: los soldados que regresan de la guerra al mundo frecuentemente tienen problemas re-integrándose a la sociedad. Estaba yo caminando de la escuela a la casa cuando me encontré con dos chicas de la preparatoria que estaban físicamente molestando a mi hermano menor quien había pasado por tratamientos de radiación causando que todo su pelo se le cayera. Bueno, pues lo protegí de estas dos muchachas que eran mayores y más grandes que yo. Corrieron a casa y contaron cómo yo las había golpeado con basureros aún cuando no tenían ninguna marca en su cuerpo. Se me regresó al CDJ, en esta ocasión acusado de agresión física. Fui declarado pupilo del estado de Michigan y se me mandó a una institución juvenil en donde permanecí durante dos años y medio. Al cumplir los catorce años de edad se me regresó al cuidado de una madre que ya no conocía, a un mundo que me había dado la espalda.

Se me puso en la preparatoria, esperando que dejara atrás lo que viví en la institución. Me fui de un lugar en donde de nuevo era el fuerte acosando al débil, hacia un cuadro normal de Norman Rockwell. ¿Cómo se podía esperar que yo manejara lo que un adolescente normal debía hacer si fui enseñado a arremeter hacia cualquiera que yo percibía como una amenaza? No pasó mucho tiempo antes que esta actitud me llevara a golpear al vice-rector en una explosión de rabia. Me consideraron un joven violento e incontrolable y me mandaron a otra institución. Esta fue aún peor que las primeras dos en las que había estado. Me encontré entre un grupo de muchachos jóvenes entre 14 y 19 años de edad que, como yo, habían sido criados en las diferentes instituciones en Michigan. La Escuela de Entrenamiento Adrien (EEA) es lo que se llama una CPP, Cultura Paritaria Positiva. La intención es que los muchachos actúen como policías los unos de los otros, pero en realidad era solamente otra forma del fuerte acosando al débil, de la misma forma en que los diferentes grupos disidentes acosarían a aquellos que no podían defenderse a sí mismos. Por lo tanto, la estructura de este lugar forzaba a uno a pertenecer a un grupo disidente ya que era suicidio estar solo en este lugar. Nunca fui uno que se acoplara a ninguna estructura dinámica, por lo tanto, claro que me rebelé. Estuve en la EEA durante casi dos años, tiempo en el que la administración decidió que no era apto para completar su programa. Principalmente me rehusé participar en esa mentalidad de pandilla que fue forzada sobre mí. Fui entonces mandado al peor lugar en Michigan al que pude haber sido mandado. El Centro Green Oak era infame durante ese tiempo a causa de la brutalidad que sucede detrás de sus canceles de cadenas y púas. En realidad esta era una prisión juvenil conocida como la última parada. Si se manda a alguien allí, permanece hasta la edad de los 18 años.

Cuando caminé dentro del pasillo de la celda, se me recibió con gritos estridentes. El empleado era un enorme hombre negro que parecía poder tronar mi cuello usando solamente sus manos. Se me llevó a la oficina y empezaron a “orientarme”. Se me preguntó qué crímenes había cometido, a qué pandillas había pertenecido, etc. etc. Mis respuestas no les causaron agrado (recuerden que hasta esa fecha había sido acusado solamente de una agresión menor mientras que todos los demás en ese lugar estaban allí acusados por desde robos múltiples hasta asesinatos). Me encontraba en un pasillo de celda con lo peor de estos “prisioneros” a causa de un reporte de la EEA. Se me dio mi trabajo de casa; ¡afortunadamente viviríamos en celdas individuales! Logré interactuar con los demás. Fui confrontado en el baño por varios jóvenes negros de Detroit. Demandaron que pagara por protección o harían de mi permanencia en ese lugar, una muy larga y dolorosa. Dada la situación, hice lo que se me había enseñado durante mi prolongada estadía en los otros lugares, y tiré un puñetazo al joven más cerca de mí. Aplasté su nariz contra el lado de su cara, y sus dos o tres compadres me golpearon hasta quedar inconsciente. No estuve presente en el conteo obligatorio de prisioneros, y se me colocó en aislamiento durante 5 días. Esa era la acción disciplinaria estándar para prácticamente cada infracción de reglamento. 5 días en la celda de aislamiento no es una forma agradable de pasar el tiempo. La celda tiene solamente un combo escusado/lavamanos que apesta debido a que se lava en rara ocasión. La celda en sí apesta a un establo de sudor y orina. Se proporcionan dos alimentos por día, ambos consistiendo en dos sándwiches de bologna y un cartón de leche (hasta este día no como bologna).

Cuando terminó mi primer período de 5 días, nunca me sentí tan contento de poder tomar una ducha, uno de esos lujos que se le niegan a aquellos que serían tan insensibles como para desobedecer abiertamente las reglas del Centro Green Oak. No entraré en la larga y detallada descripción sobre mi estadía en ese lugar infernal; estuve allí hasta casi cumplir los 18 años. Tuve la oportunidad de correr de allí, y claro que aproveché esa oportunidad.

Ahora me encuentro en el Pabellón de los Condenados a Muerte en Texas. Nunca declararé que soy un hombre inocente ni puedo afirmar con honestidad que no merezco estar en prisión por mi participación en el incidente que me trajo al Pabellón. Por siempre afirmaré que no tomé parte activa en la muerte de los hombres por los cuales fui sentenciado a morir. Dicho eso, volveré a hacer la pregunta: ¿Es el hombre inherentemente bueno? ¿Lo soy yo? ¿O simplemente soy una víctima que fue puesta en una situación en la que tuve que hacer lo que fue necesario para sobrevivir en el medio ambiente? ¿Podría alguien afirmar que, al dársele la elección, hubiera reaccionado en forma diferente a la que yo reaccioné? Ahora, antes que alguien me etiquete como una persona sin sentimientos quiero compartir con ustedes una historia más reciente.

Había estado en el Pabellón de los Condenados a Muerte ya por siete años cuando recibí carta de una muy agradable mujer de Inglaterra. Intercambiamos cartas durante varios meses antes de darme cuenta que me estaba enamorando de esta mujer. Nunca me imaginé que tuviera yo la capacidad de amar con tal abandono y tan incondicionalmente, pero ella me mostró que el amor es puro y de entrega. Nos casamos el 2 de Noviembre del 2008. Poco después su madre murió y las cartas decayeron de dos por semana a ninguna. Intenté comprender que estaba pasando por el sufrimiento de la pérdida de su madre, pero yo deseaba consolarla y ayudarla a través de esta pérdida tan trágica. Escribí una carta encolerizado y ella pensó que me quería deshacer de ella. ¿No se daba cuenta que ella cambió mi forma de pensar en cuanto a las demás personas? Unos pocos años atrás simplemente me hubiera encogido de hombros y hubiera seguido a la siguiente conquista. No me puedo sobreponer del dolor en mi corazón. Mi corazón está roto por esta mujer. Cuento esto para mostrar que aún una persona como yo que ha visto el lado más feo que un hombre puede ofrecer tiene la capacidad de amar a alguien a tal grado que la felicidad de ella va más allá de la mía propia. Así que, ¿soy un buen hombre o soy un mal hombre? Ni uno ni lo otro. Simplemente soy un hombre. Cada hombre es capaz del más grande de los bienes o el más vil de los males. ¿No me creen? Pónganse mi piel y caminen en ella durante una semana y eso les mostrará que somos capaces.

Agradezco que me hayan dado el gusto permitiéndome compartir este tiempo y espacio con ustedes. Quiero tomar esta oportunidad para agradecer a Thomas por darme este lugar para poder ventilar. Dediqué este escrito a Samantha Jane Varga, la cual me enseñó que el amor es real y no simplemente una idea abstracta.


Conocer a Kevin me ha llevado a una de mis creencias centrales: el bien y el mal no es quien somos, sino lo que hacemos. El bien y el mal son verbos, no adjetivos. Recientemente Kevin fue derribado por la Corte de Apelaciones del Quinto Circuito, típicamente considerada como la última verdadera corte de esperanza, ya que la Suprema Corte realmente solo ve un porcentaje microscópicamente pequeño de apelaciones de sentencias a muerte. Su último recurso es su petición de clemencia al Gobernador Rick Perry. Para ustedes que están en el movimiento de Abolición de Pena de Muerte, les voy a pedir que activen sus impresoras y manden algunas cartas a las direcciones que anoto a continuación. Para aquellos de ustedes que fueron tocados por lo que escribió, por favor consideren también dar a conocer al Gobernador su forma de pensar en cuanto a este hombre. El es digno de recibir una reducción de sentencia a cadena perpetua. Es merecedor de esto. Si alguna vez creen algo de lo que escribo, crean esto.

Ver lo que es correcto y no hacerlo, se debe al deseo de tener el valor, o por principio.
Confucio

Robin Norris
Attorney at Law
2408 Fir Street
El Paso, TX, 79925

Fax: (915) 590-9992


Governor Rick Perry
Office of the Governor
P.O. Box 12428
Austin, Texas 78711-2428

Fax: (512) 463-1849


Chair: Rissie Owens
Jose Aliseda, Jr.
Charles Aycock
Conrith Davis
Jackie DeNoyelles
Linda Garcia
Juanita M. Gonzalez

Board of Pardons and Paroles
Executive Clemency Section
General Counsel’s Office
8610 Shoal Creek Blvd
Austin, TX 78757

Fax: (512) 467-0945



© Copyright 2009 por Thomas Bartlett Whitaker.
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