Saturday, December 4, 2010

La Esquina del 149 – Un Diario desde el Pabellón de la Muerte – Artículo # 1

Escrito por Arnold Prieto, Jr.

Al comenzar a asomarse el sol matutino en mi cuarto, empecé a prepararme para lo que suelo llamar mi “ritual matutino”. Me encanta ver hacia fuera al sol matutino mientras que encuentra su paso a través de mi pequeña ventana. Su luz natural es mucho más delicada sobre mis ojos viejos que las luces fluorescentes de las celdas, y mi vista parece ser mucho mejor mientras que el sol baña mi cuarto.

Bueno, ¡esta mañana estaba mucho más clara de lo que jamás pudiera imaginarme! Me encontré en un estado de suma tranquilidad mientras me sentaba sobre mi piso de concreto, gozando el sol. En ese momento, la sensación del “Pabellón de la Muerte” me asaltó. Estoy consciente del lugar en que me encuentro y no me hago ilusiones en cuanto a ello, pero de vez en cuanto pega duro en un momento de “total conciencia de ello”, como si fuera la primera ocasión en que me ha pegado, o como si hubiera estado todos estos años en el Pabellón solo para darme cuenta de ello por primera vez. Esta sensación trae consigo el reconocimiento de que las cosas están llegando a su fin para mí. En verdad que intenté asirme a esta sensación lo más que pude.

Después de unas cuantas horas de meditar vi una imagen en mi cabeza que se presenta a causa de soñar despierto. Por lo menos, eso creo. Era de un reloj de pie en la esquina de un cuarto en el que se encontraba sentada la muerte en toda su majestad. La muerte se movía cada vez que el minutero se movía. Creo que lo que sentí esta mañana mientras estaba sentado gozando del sol fue el actual tic tac del minutero de ese reloj.

Esta tarde compartí esta experiencia en una carta, con un ser querido. Sentía que era una experiencia tan personal que no podía compartirla con nadie más que con ella. Bueno, se había fijado en mi mente así que pensé que tal vez la única forma de disiparla sería compartiendo mi locura con otros J.

No soy un hombre que busca señales o lo que sea en la vida, para poder proceder en cierta forma, etc…pero no podía más que pensar que la invitación de mi amigo para escribir para su sitio web podría ser una buena forma de liberarme de muchas cosas que he estado sintiendo. Me refiero, claro, a Thomas Whitaker. Así que, voy a aprovechar su oferta. Sin embargo, tendrán que perdonarme porque ¡no llego ni cerca de ser, en ninguna manera, un escritor!

Me imagino que debería contar un poco acerca de mi persona, para que puedan tener una cuadro mental sobre quién es este Mexicano-Americano: No soy perfecto, no siempre tengo la razón, no soy alto ni guapo (pero claro, no lo quisiera ser…me refiero a lo guapo, en un almacén lleno de hombres, ¡Ja!). No estoy cubierto de tatuajes, a pesar de que he pasado casi la mitad de mi vida en el Pabellón. Por dos razónes: número uno, proliferan la Hepatitis C y otras enfermedades sanguíneas en este lugar a raíz de compartir agujas, sea para tatuajes o para cualquier otra cosa. En segundo lugar, ¡Odio las agujas! ¡Preferiría prenderme fuego que castigarme con horas penosas y duras de arte hecha con agujas sobre mi piel! Irónico ¿No es así? Tengo miedo a las agujas, y aterrizo en el Pabellón de la Muerte con más actividad en el Mundo Occidental. Simplemente no sé qué es peor: Hepatitis C o las agujas. He conocido muchos hombres que han muerto por Hepatitis C, y es una muerta lenta y agonizante. En este momento existen muchas personas en mi entorno que la tienen. Intento siempre mantenerme consciente de quienes a mi alrededor la tienen, NO para ser chismoso sino simplemente estar alerta. Tienen que entender, vivo en un almacén lleno de gente capaces de casi cualquier cosa. No sería mucho problema para alguien que está infectado contagiar a otro a través de una bebida o comida. No, no estoy siendo paranoide, simplemente que lo he visto pasar demasiadas veces, tanto a propósito como por accidente. Especialmente a propósito…y todo por las razones más tontas…simplemente porque a alguien no le gusto el caso por el cual alguien fue sentenciado. Ambos hombres de los cuales hago referencia ya han sido ejecutados.

Me imagino que eso me trae al tema de amigos. En la prisión no se tienen amigos. Pero llegará el día cuando un hombre muestra sus verdaderos colores, como solemos decir, y da muestras de ser confiable. Más tarde puede convertirse en una persona a la cual puedes llamar un “verdadero amigo”. He usado esta palabra “amigo” solamente en 4 ocasiones durante mis años en el Pabellón. Andrew Flores, el cual era conocido por nosotros como “Showtime” [hora de espectáculo], fue mi primer amigo. Él fue ejecutado en el 2005. Mi segundo amigo fue John Joe “Ash”[ceniza] Amador, y al final de su vida, mi cuñado. Él fue ejecutado en el 2008. Adrian Estrada y Thomas Whitaker son los únicos amigos que me quedan en el Pabellón. En cierto modo, me alegra que ha llegado mi tiempo del fin, porque no creo poder aguantar ver 2 amigos más ser asesinados por el estado.

(Sigo diciendo que “ha llegado mi fin”, así que pienso que debería explicar esto un poco: Estoy en espera de una fecha de ejecución porque mis apelaciones ya han corrido su curso por el sistema. Es mi propósito continuar escribiendo este diario cuando me den la fecha, aunque tendrán que perdonarme ya que nunca antes he escrito algún tipo de diario.)

Con certeza, mi amigo Showtime era un buen amigo. Antes que nos cambiaran a esta unidad, el Pabellón de la Muerte se encontraba en la Unidad Uno de Ellis. Ellis era una granja mucho más vieja que Polunsky, construida cuando no veían a los prisioneros como algún tipo de animales que tenían que almacenar. Teníamos mucha más libertad en aquellos días. Por ejemplo, teníamos un grupo de esparcimiento, el cual consistía de 20 hombres. Durante tres horas jugábamos basquetbol, frontenis de mano (mi juego favorito), domino, ajedrez, Scrabble, veíamos televisión, y más importante, podíamos simplemente socializar unos con otros. Teníamos una televisión en la pared que daba a nuestras celdas o en la parte delantera de la sección. Sin embargo, una cosa segura, ¡cuando la temperatura estaba a 105° F afuera, estaba a 110 F en nuestras celdas! No teníamos sistemas de ventilación como tenemos en este lugar, con el “sistema de control de clima” como suele llamarse. ¡En 1996, tuvimos un invierno infernal! ¡Personalmente, me encantó! Yo prefiero tener frío que intentar sobrevivir en el calor de Texas. Es más fácil calentarse que enfriarse; por lo menos, esa es mi filosofía, ¡y me apego a ella! Y siguiendo, Showtime y yo siempre formábamos un buen equipo, ya sea en el juego de domino, basquetbol o frontenis de mano.

El día que lo pude llamar amigo fue el día en que el dio el paso junto conmigo, cuando tuve un “malentendido” con un par de convictos. El pudo fácilmente haberse mantenido al margen, pero no lo hizo. Así que, pienso que se puede decir que fue nuestra primera ocasión en que formamos un equipo. No me malentiendan, no soy un Sr. Buscapleitos, y se me ha entregado mi trasero en un plato en muchas ocasiones durante mi vida, pero en ocasiones la tensión de la prisión hace que sucedan cosas, y Showtime me cubría la espalda. Desde ese día, fuimos los mejores amigos. En una ocasión, en 1998, estábamos hablando acerca de todo lo que comíamos en el mundo libre y solo terminamos provocándonos hambre. Esto es muy común en este lugar, y no tengo idea de por qué nos hacemos esto. Ya nos habían dado de comer y ninguno de los dos íbamos a la tiendita de la prisión, y entre los dos solo teníamos una lata de frijoles, jaja. Pero, ¿saben algo? Compartimos la lata. Eso no se ve con mucha frecuencia, ni acá adentro, ni afuera.

Cuando Showtime fue ejecutado, fue muy difícil para mí aceptarlo. No les mentiré, derramé lágrimas a causa de mi hermano, mi amigo. Nunca en mi vida me había sentido tan malditamente impotente. Me enseñó que un amigo no le queda mal al otro, pero es exactamente como me sentía. Ese día, y la semana siguiente, no podía dirigirle la palabra a un guardia. Showtime también me dejó algo más que una amistad: ¡un ministro! Durante las dos últimas semanas de su vida, Showtime aceptó a Jesus en su vida, gracias al Reverendo Whiteside, un capellán voluntario. El día después de su ejecución, recibí una visita de parte de este hombre, y me sentía muy enojado, hasta que me dijo que estaba allí a petición de Showtime. Hasta este día, el Reverendo Whiteside me saca para visita de ministro, manteniendo su promesa a Showtime.

Amistad, no sabes lo que verdaderamente significa hasta que la pierdes.

Seguiré hablando sobre algunos de estos hombres al continuar escribiendo. Sin embargo, diré esto: He sido bendecido al poder conocer tan buenas personas en un lugar que solo conoce podredumbre.

Bueno, son las 11:02 PM y se acerca mi tiempo de dormir. Pensamiento para el día: Dile a tu mejor amigo lo que él/ella significa para tu vida…

Hasta Luego,
Arnold Prieto, Jr.



© Copyright 2010 por Thomas Bartlett Whitaker y Arnold Prieto Jr.
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