Tuesday, July 5, 2011

Plus C´est la Meme Chose, Plus Ca Change



Existen extraños acontecimientos en marcha en el torpe, torcido y atávico mundo del asesinato autorizado por el estado. Se merecen un mejor, menos corrosivamente mordaz guía a través de todo este desorden que yo, pero no podía encontrar a nadie más apropiado con tan corto aviso. Casi logré que participara Virgil, pero decidió, después de considerarlo, que dar sus recorridos ocasionales por el infierno era menos agotador. Quién iba a decirlo. Yo cambiaría puestos con él en un segundo. Por lo menos, él puede platicar con las personas más interesantes que jamás hayan vivido.

Y siguiendo. En el transcurso del año pasado, algo jamás visto, algo nuevo, ha estado cocinándose en la tibia, enconada ciénega que compone mi mundo. Desde que se reinstituyó la pena de muerte, los expertos abolicionistas han debatido sobre cuándo y cómo podrá ser insertado el último clavo en el féretro de este sistema. Efectivamente, existen dos campos. El primero es lo que me gusta llamar el grupo de “los estándares evolucionantes de decencia”. Ellos ven el homicidio legalizado como inadmisible, y piensan que una vez que al público conozca las enseñanzas de X (Jesús, el Buddha, el Monstruo del Espagueti Volador, quién sea; ustedes pongan el nombre de su gurú ético favorito como les plazca), decidirán que las naciones modernas deberían no tener el poder de eliminar a sus propios ciudadanos. Me gusta esta gente. Antes, yo era uno de ellos. Con exactitud, no pienso que estén equivocados. En realidad, el mundo sí está madurando, con dolorosos pasos lentos, deshaciéndose de las tradiciones rancias y agusanadas que nos quedaron desde los días de la niñez irregular de la humanidad. Mi problema con este grupo es el de la velocidad: cuando ustedes observan la historia de la humanidad, la forma más rápida y efectiva para cambiar el carácter del vulgo móvil es imponer un orden desde arriba hacia abajo, no del modo inverso. Cuando se le deja al pópulo implementar sus propios estratagemas, sus “libertades”, rara vez actuará en forma ética. Por eso tenemos leyes.

Y luego vienen los del segundo grupo, las personas que piensan que un caso histórico de la Suprema Corte eventualmente decidirá que la pena de muerte es una violación de la Enmienda 8. Tuvimos una prueba de dicho fallo unos cuantos años atrás cuando Baze vs. Rees le pegó al SCOTUS, pero la demanda no pasó porque Kentucky era uno de los peores estados de la nación para intentar comprobar que tuvieron una ejecución estropeada. (Si la demanda hubiera salido de Florida u Ohio, la pena de muerte pudiera ya ser extinta.) El argumento aquí es que en ciertos casos, el vox populi no sabe de qué se trata, y por lo tanto, cerebros más sabios y bien colocados deben intervenir. Un buen ejemplo de esto es la estrategia que tomó el Dr. Martin Luther King Jr. durante el movimiento de los derechos civiles. La mayoría de los Americanos sintieron que era moralmente aceptable negar los derechos de una clase completa de gente basado en que habían tenido el mal gusto de perder la lotería genética y haber nacido negros. El entendimiento de ese día afirmaba que la moralidad iba a tener un cambio, eventualmente, y que en cualquier caso, “no se puede legislar la moralidad”. Primeramente tendrían que cambiar las creencias y actitudes, y eventualmente le seguiría el comportamiento. King sabía lo mismo que sabía William James: cuando uno actúa como si fuera un hecho, eventualmente es un hecho. La realidad se construye socialmente: lo que la gente cree ser real es real en sus consecuencias. King cambió las leyes (las cuales gobiernan el comportamiento), y ya que la mayoría de las personas quieren obedecer las leyes, sus acciones fueron modificadas. Pasó algo curioso: al pretender que – ey, ¿adivinen qué? - las personas negras eran, bueno, personas, las actitudes y creencias cambiaron. Aparte de unos racistas sureños de hueso colorado, nadie en esta era cree que la diaria mundana discriminación de los 1950s es socialmente aceptable. Es decir: cambia las leyes y cambias el pensar de las personas.

Yo soy miembro de este último grupo, aunque seré el primero en reconocer que los abolicionistas solo ganan cuando ambos argumentos son usados conjuntamente. Vean a Illinois: un entendimiento tácito de que la ley – aún en los mejores de los tiempos, lo cual rara vez sucede, es imperfecta, se unió con el argumento moral en contra de matar, y ahora ese estado ya no tiene el sistema de pena de muerte. Otros estados están moviéndose en esa dirección. “Aguánten”, parecía ser el clamor de guerra en años recientes. Sobre el mismo curso. Hacia adelante, a todo vapor. Y entonces la ciencia se interpuso en el camino. “Dificultades técnicas”, si gustan, por lo menos desde el punto de vista de los estados que matan a gente en nombre de el intento de convencer a personas que no maten a otras personas. Verán, siempre ha existido el problema al centro del método de uso de químicos complejos para poner fin a la vida. Esos químicos no fueron fabricados por matones que trabajan en, o manejan prisiones. Son cuidadosamente fabricados en laboratorios caros por personas inteligentes con doctorados. Y estas drogas, no fueron fabricadas para esto. Fueron fabricadas para ayudar a las personas, no extinguirlas. La mayoría (si no es que todos) de los fabricantes de estos productos se mostraron muy molestos de que sus inventos hayan sido convertidos en horcas medicalizadas , pero los científicos son, en general, un grupo callado. Por lo tanto, no hicieron oleadas en cuanto al uso impropio de esta cosa, por lo menos no en números suficientes para evitar su uso. Y por alguna razón, los abolicionistas fallaron en detectar qué tan débil era este punto en el argumento completo y global. Hasta hoy en día.

La primera droga en el coctel de tres drogas anteriormente usado por la mayoría de los estados era el tiopental sódico, un barbitúrico con largo tiempo de uso y examinado extensamente resultando ser de corta duración. Siendo una droga antigua, los hospitales rara vez la usan, salvo en casos raros en que los pacientes reaccionan negativamente a los anestésicos más nuevos y avanzados. Existía un solo fabricante de esta droga en los estados: Hospira. Bueno, se les acabó el químico vital para fabricar esto, y decidieron no enviar más a los estados, debido al hecho que sus clientes principales eran, pues, prisiones. También hubo noticias molestas provenientes de EUROPA, en que los abolicionistas empezaron a obstaculizar la venta de drogas a los estados. Por primera ocasión, un nuevo espectro se fusionó en los argumentos sobre la Pena de Muerte, la realidad técnica de no poder matar personas debido a la falta de material. Los estrategas militares han sabido ya por mucho tiempo que la forma más rápida de paralizar al enemigo es cortar su línea de abastecimiento. Napoleón aprendió esto en forma difícil. Igual Hitler. Mi lado tomó provecho de esto y corrió adelante. Me reí, por un buen tiempo largo. Seguramente, pensé, alguien simplemente va a tomar el mando y empezará a fabricar más de esta cosa. En serio. Aún así, que buen acontecimiento.

Las noticias se volvieron progresivamente mejores, o peores, dependiendo en tu punto de vista de gobierno. Mientras los estados discutían, buscando más basura, los abastecedores empezaron a rechazar sus ofrecimientos. Un negocio en INDIA decidió en contra de vender su tiopental sódico a los estados, y estos mismos estados empezaron a ponerse frenéticos. Se pospusieron las ejecuciones. Se vieron nuevas drogas. Enseguida, los estados hicieron lo que todos los demás drogadictos hacen cuando sus abastecedores son arrestados: encontraron fuentes alternas en el mercado negro.

Uno de los más populares de estos fue Dream Pharma, el Abastecedor Farmacéutico Mas Altamente Respetado en el Mundo Cuyas Oficinas Están En el Closet-Cuarto al Fondo de una Escuela de Manejo. Pueden ver una foto de esta Meca alterada aquí:


Varios estados contrabandearon ilegalmente esta droga, y, fiu, los criminales empezaron de nuevo a morir, aún cuando este tiopental tenía ya años más allá de sus fechas de caducidad de vida útil. Claro, quiero decir, estamos hablando de criminales. ¿A quién le importa si las drogas funcionan como debe ser, siempre y cuando eventualmente sus pequeños corazones dejen de latir, no es así? Pero después, esos bastardos del gobierno federal - comunistas, adoradores del diablo, enemigos de la libertad – tomaron acción y se apoderaron de las drogas caducadas, ostensiblemente porque, bueno, los gobiernos estatales no deberían actuar como adictos al crack. O tal vez fue porque el Tío Sam mismo también se había quedado sin tiopental sódico. Cualquier sea la razón, los estados se quedaron revolcando en el lodo de su creación sin tener jugo para asesinar.

Texas tenía chorrocientas dosis todavía, claro, porque ellos compran al por mayor. Por lo tanto, a ellos no les afectó este relajo. Otros estados suplicaban por unas cuantas dosis - ¡Andale, hermano, solo unas cuantas dosis, estoy sufriendo, hermano! - pero Texas no iba a permitir que unos cuantos vecinos quejosos se interpusieran con su matanza. El hecho que el equipo de Texas tuviera todo este tiopental finalmente causó que algunas personas en lugares más calmados se rascaran la cabeza en forma colectiva. Empezaron las “investigaciones” y, oye, ¿qué les parece?, las cosas sí se pueden poner peor a que tu gobierno ande merodeando en el mundo bajo de Londres en busca de mejor droga. Para poder comprar una droga como el tiopental, uno debe tener licencia. Específicamente, la Agencia Anti- Drogas (DEA) es la que proporciona los certificados de registro necesarios, la misma DEA que fue la que permitió que los estados importaran el tiopental caduco (y después lo confiscaron). Parece que Texas no se podía tomar la molestia de acatar el reglamento en un asunto como este. En vez de ello, Texas usó un número de registro de la DEA que se le asignó al HOSPITAL DE LA UNIDAD DE HUNTSVILLE el cual ya cerró sus puertas. Desde 1983. Lo cual quiere decir que casi todos los alrededor de 470 hombres que fueron asesinados legalmente por este estado fueron puestos a muerte con heroína ilegalmente adquirida, y no que le importe a ninguno de los muertos (ni siquiera a uno de ustedes, aparentemente, ya que esta historia produjo cero indignación pública), pero el DJCT (Departamento de Justicia Criminal de Texas) también falló en obedecer la ley en guardar estas drogas ya sea en una farmacia o una institución de manejo de la droga aprobada por la DEA. Ups. Rancheros mal portados, convirtiendo el estado en un Cartel. Pero, oye, si a nadie le importa que se viole la ley, ¿realmente se considera una violación? Al final, los estados de pena de muerte más activos tuvieron no más que cambiar de droga. El anestésico que eventualmente fue seleccionado para este fin innoble fue el pentobarbital, conocido en el mercado como Nembutal, incidentalmente, una droga diseñada para epilepsia severa. El fabricante de Nembutal es Lundbeck Pharmaceuticals, que se encuentra en Dinamarca. Dinamarca es una nación incondicionalmente anti- pena de muerte, al igual que todos los miembros de la Unión Europea. Cuando los estados empezaron a usar su producto, el APLAZAMIENTO salió a la ofensiva, pidiéndole sin cesar a Lundbeck que dejara de vender su droga en los Estados Unidos. Cada vez que a alguien lo ejecutaban, ellos sacaban desplegados en la prensa. Las cosas se pusieron feas. Del lado de ellos [Lundbeck], varios cabecillas dentro de la compañía sacaron desplegados bien escritos en la prensa sobre cómo lamentaban la forma en que esos brutales y primitivos Americanos estaban dando mal uso a su producto, pero que sus manos estaban amarradas. Verán, ellos no vendían en forma directa. Vendían a través de distribuidores, y sobre éstos no tenían ningún control. Los aplazadores no fueron impresionados por estas palabras, ni tampoco lo fue Amnistía Internacional y Protectores de Derechos Humanos, los cuales se unieron al ataque. Los administradores de fondo de inversión libre y accionistas individuales empezaron a desligarse de acciones Lundbeck, y se convocó al presidente de la compañía para manejar esta situación. ¿Pueden adivinar cómo termina la historia? Claro que pueden: a partir de esta semana, ahora Lundbeck instituirá alguna forma de programa de certificación con los tres distribuidores de esta droga en los Estados Unidos, diseñado en prevenir la venta de Nembutal a los gobiernos de los estados. El aplazamiento disparó una última bala de salva, asegurándose que todos los demás que estuvieran en el negocio supieran que un destino similar le esperaba a todos aquellos que intentaran llenar los vacíos. No está mal para un montón de mariquitas liberales, ¿eh?

Así que, volvemos al principio. Algunos estados tienen bastante Nembutal, y varios años de uso antes que caduque. (Texas, por ejemplo, tiene alrededor de 10 hombres con fechas de ejecución en los próximos 3 meses, todos listos para morir con drogas provenientes de Lundbeck.) La compañía sí mandó cartas a los estados, informándoles que estaban usando la droga en forma inapropiada. Puede que esto termine jugando un papel en retos legales para el uso de Nembutal en las ejecuciones. (El uso inapropiado es un argumento que no se pudo nivelar en contra de tiopental sódico, el cual realmente está diseñado para inducir anestesia, y el cual tuvo un largo historial de hacer precisamente eso. Es cosa bastante diferente que se llame constitucional a una droga no comprobada y usada en forma inapropiada.)

Los estados que no tuvieron la presciencia de comprar camiones llenos de esa cosa al comienzo del juego ahora están en una posición de poder repartir sentencias de muerte por docena, pero no tienen la forma de implementar las órdenes de la corte. Para algunos de estos estados, esto puede probar ser la larga atrasada gota que derramó el vaso. Para los estados porristas de la pena de muerte (casi todos los del sur, además de Ohio – el quiero-ser-Texas-del medio-oeste), puede que comience un nuevo set de dolores de cabeza, si no se puede localizar alguna otra fuente para conseguir la droga (dígase China). ¿Colgar? ¿Cámara de gas? ¿Silla eléctrica? ¿Pelotón de fusilamiento? ¿Guillotina? Demonios, ¿por qué no llevar a cabo las ejecuciones en la plaza central de nuevo? Los altares sacrificiales a los lex talionis no han sido bañados de la sangre de los culpables (o no tan culpables, cualquiera sea el caso) en esta nación durante largo tiempo; ¿por qué no regresar a todo eso también?

Claro, no lo harán. No pueden. No es una tragedia si no hay sangre en el piso, y necesitan que ustedes, el público, vean estas muertes como algo menos que muerte. Empiecen a tumbar cabezas, y se convierte en un cuanto demasiado real para todos los involucrados, aún las personas que técnicamente apoyan la pena de muerte. “Socorrer” y “Masoquismo” se mezclan suavemente en este asunto, y ese pasar por desapercibido solo puede suceder cuando nuestros asesinatos se llevan a cabo en un cuarto agradable, esterilizado en Bumsfuckville, Texas, a millas de cualquier lugar importante. Aún la mayoría de ustedes fanáticos a favor de la pena de muerte saben demasiado bien que si empiezan a erigir cadalsos en sus jardines frontales, su entusiasmo por todo esto se desvanecerá. Una vez que se cambie de ser un tema teorético que se discute en la comodidad de su sala a un maldición-esta-cosa-es-realidad, las actitudes cambian.

Al final, el argumento sobre las “dificultades técnicas” apoya a ambos lados del movimiento abolicionista, aún si ninguno de los dos lados verdaderamente lo vio venir, constantemente me encuentro lamentando el hecho de que parece que ya no fabricamos nada en America, aparte de locos fanáticos sobre El Fin del Tiempo y Negadores del Calentamiento Global. Nunca pensé que viviría para ver el día en que America no podía siquiera llevar a cabo sus propios asesinatos. Por una sola vez en mi vida, puedo decir, sin vergüenza, ¡tres hurras para la sub-contratación!

“¡En donde estaría el Cristianismo si a Jesús se le hubieran dado ocho a quince años [de sentencia] con rebaja por buen comportamiento!”


-Senador Estatal de Nueva York, James H. Donovan


© Copyright 2011 por Thomas Bartlett Whitaker.
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