Wednesday, June 29, 2011

Carta a un Futuro Prisionero del Pabellón de la Muerte, Parte 21

Escrito por William “Big Will” Speer

La Parte 20 se puede ver aquí

(Nota Administrativa: El autor de este artículo eligió escribirlo en forma narrativa, en vez de formato de carta. Brindo por la diversidad.)

Se escuchan voces en los salones internos de recreación:

“Ey, ¿A quién acaban de traer?”

“No sé. Parece ser alguien nuevo.”

“¿En qué celda lo pusieron?”

“Desconozco el número de celda pero es la celda que tenía el tipo que acaban de ejecutar.”

“Oh, eso es la celda al lado de Big Will.”

Escucho la celda abrirse, así que me dirijo a la puerta y me asomo. Veo a dos oficiales que traen a un tipo nuevo. Aún usa las chanclas de la cárcel del condado en sus pies. Me hace retroceder al pasado, cuando fui traído al pabellón de la muerte, pero por lo menos yo tenía pertenencias que traía conmigo de la población general; este muchacho parece no traer nada.

Camina hacia enfrente de mi celda, observando su celda vacía. El oficial está presionando el botón para que la puerta se abra, pero el oficial que abre la puerta está mirando hacia el otro lado.

Voltea a verme…veo incertidumbre en su cara. Así que le pregunto su nombre y me lo dice. Le digo que yo soy Big Will. Le pregunto si tiene alguna pertenencia. Me responde que no; todo se lo quitaron en la cárcel del condado y no le permitieron traerlo consigo. Le digo, “bueno, no sé qué fue lo que perdiste pero te puedo ayudar a conseguir lo que necesites.”

Me mira y dice, “Oh, no hombre, yo no me voy a involucrar en ninguna maldita cosa.” Sonrío y me río. “No, hombre, no pasa nada. Algunos de nosotros sabemos lo que es tener nada y sabemos que necesitas cosas. No es ningún juego y no tienes que pagarlo.”

“Ahora, Speer, - el oficial se mete en la conversación, - no puedes siquiera esperar a que nos vayamos para intentar corromper a este tipo.” Sonrío en el momento que dice que traficar e intercambiar va en contra de las reglas. La puerta se corre y los oficiales pasan a colocarlo en la celda y le digo que hablaré con él después de que se hayan ido. Dice “o.k.” y se mete a su celda. Le quitan las esposas y se alejan. Les digo, “asegúrense de darle lo que necesita. No se les olvide.”

Pasan unos cuantos minutos y escucho que le baja al escusado y corre el agua en el lavamanos, y después un suspiro. “Así que, - dice él – eso es todo, ¿eh?” Le digo, “sí, así es, básicamente….te traerán un colchón y cosas necesarias en poco rato.” Contesta: “Espero que sí, porque tuve que dormir sobre el metal en la cárcel de condado por más de dos semanas, y eso fue un dormir difícil.”

“Bueno, pues eso hacen aquí también, pero solamente es cuando te quieren castigar por cualquier cosa. Y tienen cada excusa en el libro sobre razones de por qué no pueden encontrar un colchón, pero te darán una cobija sobre la cual podrás acostarte.” Se queda callado por un rato.

“¿Y cuánto tiempo has estado aquí?” Le digo, y nuevamente se queda callado. Después pregunta cuántos años le quedan. Le contesto, “Honestamente, como 6 o 7 años, pero las cosas podrían cambiar para ti.” Me pregunta cómo es eso, y le digo que las leyes en ocasiones cambian, “ y no sé nada acerca de tu caso pero tal vez recibirás algo de acción.”

Dijo, “Sí, espero que lo logre, ¡Porque no quiero morir en este lugar!” Le digo que sé lo que siente, y a continuación pregunta si aquí será donde permanecerá hasta el fin. Le digo que no. Nos cambian cada seis meses o cada año. “Ah, porque escuché a ese tipo allá decir que me dirigía a la celda en donde acaban de asesinar a alguien. Es un cuanto escalofriante vivir en una celda donde mataron a alguien.”

Le digo, “Bueno, realmente no lo asesinaron en la celda pero sí vivió allí por lo menos un año antes de que le dieron su fecha y lo cambiaron al área de Espera de Ejecución en la Sección – A.

Contesta, “Sigue siendo escalofriante.” Le digo, “Bueno, acostúmbrate, porque a cada celda que vayas habrá sido el hogar de alguien que vivió allí y después fue asesinado.” Vuelve a guardar silencio antes de decir, “Hombre, es deprimente.”

“Sí, lo es.”

“Así que, ¿qué se nos da en este lugar?” Le digo que le mostraré mi lista de la tiendita de prisión, pero que espero que haya llenado su ojo de televisión dentro de la cárcel del condado porque no existe en este lugar. Ni tampoco te permiten usar el teléfono. No es como en la cárcel del condado. Tal vez te permitan hacer una llamada de 5 minutos cada seis meses en un teléfono con altavoz, con una tonelada de oficiales rodeándote, pero no te llenes de esperanza.

“Hombre, ¿eso es todo?”

“Sí, y créeme que lo hacen parecer tan grande problema que ni siquiera lo intentas. Por lo menos yo no, pero a la misma vez no tengo a nadie que me pide que le llame.”

“Sí, yo causé grandes cuentas de teléfono en la cárcel del condado, así que sé que durante buen tiempo nadie pedirá que les llame.”

Le digo, “Y hablando sobre tu gente, déjame darte material para escribir y para tu higiene personal. Voy a echar un grito y ver qué otras cosas te puedo conseguir. Hay algunos muchachos que ya tienen cosas listas y te las están mandando. Las recogeré y te las mandaré.”

Responde, “En verdad que aprecio tu ayuda.”

“No te preocupes. Solo te pido que te mantengas sincero conmigo porque lo que hayas hecho, quien hayas sido, no significa ninguna maldita cosa en este lugar. Estás en un mundo nuevo ahora, y tu palabra y respeto es lo único que tienes.”

“Te escucho, amigo,” dice él. “Pasé más del año en la cárcel del condado, así que lo entiendo”

“No,” le digo, “en la cárcel del condado, las personas continúan tratando de aferrarse a la persona que eran. Ya todo eso murió. Es totalmente nuevo aquí: puedes convertirte en un pedazo maldito o ser buena onda y ser respetado.”

Grita, “¡Ey, pelearé por mi respeto! ¡Nadie me faltará el respeto!”

“Bueno, pues no estarás peleando con ningún prisionero porque nunca estarás rodeado de ninguno para pelearlo. Asuntos de “Guerrero de Celda” es lo único que conseguirás en este lugar, y realmente eso no te consigue ningún respeto.”

“Sí” dice, “Ese no soy yo. Ví muchas de esas cosas en la cárcel del condado.”

Le mando mi línea de pescar. Le digo, “toma esto”. Le deslizo la bolsa con sus cosas dentro de ella.

“Gracias, amigo,” dice, “¿Cómo dice que te llamas? ¿Will?”

Sí.

“Gracias, Will. Yo tuve un apodo el cual usaba cuando estaba en el mundo libre, pero el que me dio el apodo me acusó y después mintió para que me mandaran al pabellón de la muerte. Así que ya no uso ese apodo.”

“Sí,” le digo, “los apodos dicen mucho acerca del carácter de la persona.” Le digo que es un ambiente amistoso en este lugar. Realmente como un asilo. En general, no te metes con nadie, no te andas asomando en las celdas de la gente, respetas a tus vecinos e intentas no gritar o golpear, haciendo ruido en la noche. Los oficiales vienen, en ocasiones, cada 30 minutos. En ocasiones es cada hora o dos horas, dependiendo de lo que está pasando. Puedes pedirle lo que necesitas pero si están demasiado ocupados se les olvidará, así que hay que recordarles…muchas veces. También, algunos oficiales tienen una boca insolente. Así que cuídate o terminarás mal. Intenta mantener las cosas en perspectiva. En ocasiones simplemente están siguiendo órdenes, y no se dan cuenta de lo que dicen o la forma en que están siendo tomadas sus palabras. Como, “siéntate en tu camastro”. Eso solo te lo dicen a la hora de comer, pero muchos de ellos te permitirán que simplemente te alejes de la puerta y después abren la rendija para introducir la comida.

“Ah,” contesta él “Así es como nos alimentan.”

“Sí,” le digo, “Y la comida se alterna, una buena comida, con otra mala. Pero es mejor ahora que lo que era antes. ¿Te gusta salir de tu celda?”

“Sí, pero ¿cómo?”

Le digo que lo dejan ir a recreación dos horas por día, 5 días a la semana. Se supone que el alcaide está viendo la posibilidad de 6 días a la semana, pero aún no se ha sabido nada. Vendrán cada mañana y te preguntarán si vas a salir a recreación y a la regadera. Dices que sí, y ellos te dan la hora proyectada. Pero, esta maldita cosa cambia tan seguido que no te llenes de esperanza en nada que ellos te digan. Porque algunas personas se niegan verbalmente o a algún oficial no le gusta la forma en que otro oficial hizo el itinerario de la hoja de recreación y lo cambia. Quién sabe. Simplemente está al tanto de que todo puede cambiar. Te desnudarás a todo lado donde vayas, de ida y de regreso. Acostúmbrate a que te vean porque es tu nueva forma de vida.

“Apesta.”

Recibes visita con teléfono en un cubículo con un ventanal entre ustedes. No hay contacto físico en el pabellón de la muerte. Si no sabes, pregúntame y yo te ayudaré. Si quieres saber acerca de alguien, pregúntame y te diré porque por estos lugares existen pedazos verdaderos de basura. Verás que en general es mejor ser cauteloso y no aceptar ningún alimento cocinado por nadie hasta que los llegues a conocer, si tienes pendiente de lo que puedan meter en el alimento. Repito, hay unos tipos verdaderamente raros en este lugar. Este lugar también está bastante cochino. Siempre lava tus manos, especialmente en el cuarto de recreación interna y si levantas algo del piso. En ocasiones verás a los de intendencia limpiar las mesas con el mismo trapo que acaban de usar para limpiar el lavabo o el escusado. Procura mantener puestas tus chanclas que usas para la regadera, especialmente en esa área para prolongar evitar la posibilidad de adquirir un hongo de pie. De todos modos, tarde o temprano lo tendrás. Cuando pase esto, tendrás que llenar un formato de petición por enfermedad y bueno, suerte con eso, es lo único que puedo decir. Toma un buen tiempo para recibir contestación a esta petición en este lugar.

Si te gusta leer, tu gente puede ordenar libros y revistas de tiendas y compañías en el mundo. Pero la mayor parte de las cosas se compran en la tiendita de la prisión. Cuesta un poco más en algunas cosas, y mucho más en otras. Te sirven el desayuno de las 3 – 5 a.m., comida 10:30 – 12:30 y cena 5 – 7.

“¿Cuánto tiempo tomará para que me den mi tarjeta de identificación?” pregunta.

Le contesto, “Oh, más o menos 30 días.”

“Hombre,” suelta un silbido, “Ahora entiendo por qué me están regalando cosas básicas.”

Me asomo hacia el pasillo y veo que los guardias se dirigen hacia nosotros. “Bueno,” le digo, “aquí vienen con tus cosas. Te dejaré para que tiendas tu cama, descanses, y te echo un grito más tarde.”

“Sí”, suspira, “Estoy cansado. Muchas gracias, amigo.”

“Está bien…”

(Nota administrativa: Pueden encontrar más escritos por Big Will en willspeer.weebly.com)


© Copyright 2011 por Thomas Bartlett Whitaker y William Speer.
Todos los derechos reservados

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