Thursday, March 3, 2011

La Esquina del 149 – Un Diario desde el Pabellón de la Muerte – Artículo # 4

Escrito por Arnold Prieto, Jr. #999149

“Un Lugar de Muchos Castigos”


Saludos Damas y Caballeros:

Deseo agradecer a todos los que me han mandado correo electrónico expresando sus pensamientos sobre mis artículos. ¡Gracias a todos!

Bueno, deseo compartir con todos algo que desde el principio he encontrado ser bastante vergonzoso. Durante todo mi tiempo aquí en prisión he visto hombres pasar a través de varios cambios mentales, desde depresión hasta literalmente escuchar voces o ver cosas que no existían. En este lugar hay muchos esquizofrénicos; algunos llegaron al Pabellón de la Muerte locos, y los demás fueron hechos así por este lugar. Este es verdaderamente un proceso triste por el cual hombres ya maduros pasan. Ser testigo de dichas cosas que le suceden a otros siempre me había hecho pensar que ellos eran “las mentes más débiles” de la vida de prisión, los cuales no podían manejar su realidad. Sí, ese solo pensamiento siempre me hacía avergonzarme por dentro, porque me hacía sentir que minimizaba a otro ser humano. Pero me repetía a mí mismo que existen cosas de las cuales simplemente no tengo control. En este caso, su estado mental. “Nunca perdería mi habilidad de ver las cosas tal cual eran”, me dije a mí mismo.

Al comienzo de Octubre del año pasado, empecé a notar que estaba teniendo que “rodar mi cuerpo” para salir de la cama. Al principio pensé que era hora de volver a sacudir mi colchón para emparejar las protuberancias de adentro. No era mucho trabajo. Bueno, sí dormí mejor después de hacer esto, pero seguí notando que estaba teniendo que forzar mi cuerpo a salir de la cama. Tal vez no estaba yéndome a dormir lo suficientemente temprano. Dormir realmente no era problema porque me podía quedar dormido con facilidad. Para cuando me di cuenta, ¡estaba durmiendo 14 o más horas al día! Y así lo hice por más de una semana. La gota que derramó el vaso fue cuando empecé a sentir como si plomo me estuviera evitando mover. Ahora me estaba preocupando, por lo tanto pedí que se me hiciera un examen completo de sangre. ¡Tal vez tenía alguna enfermedad o un tipo de cáncer! Mientras estos pensamientos corrían por mi mente, me sentí aún más cansado.

El examen de sangre regresó negativo, y según el doctor, estaba tan sano como un caballo. Pero seguía sintiéndome raro y como si no fuera yo mismo. Un día en Diciembre, estaba platicando sobre esto con el residente sábelo-todo (ejem) en el patio de recreación exterior. Me sugirió que pidiera ver al médico psiquiatra, lo cual, de cierto modo, me hizo enojar bastante, porque me estaba llamando mente débil. (Claro, todo estaba en mi cabeza solamente; yo sé que él no insinuaba tal cosa).

Me explicó la diferencia entre depresión y retraso mental, lo cual, para mí significaba lo mismo en ese momento. Quiero decir, el doctor psiquiatra es un doctor de la cabeza, ¿verdad?

Para este tiempo estaba teniendo que “forzarme” para llevar a cabo la tarea más mínima, especialmente salir de la cama. Tomando el consejo de T, mandé mi petición para ver el médico psiquiatra de la unidad.

Un hombre que se hace decir “Dr.” Estes me sacó poco después de escucharme lo que yo le describía, y la forma en que me sentía. (No es realmente un médico, sino tiene maestría en Consejería. Simplemente le gusta que la gente lo llame Doctor Estes” y odia cuando una persona intencionalmente lo llama “Señor”) Su respuesta fue que estaba sufriendo la etapa inicial de TDM (Trastorno Depresivo Mayor) y dijo que podían ponerme en tratamiento con medicamento. He de haber tenido una mirada de horror en mi cara porque se rió. ¡Al instante le dije que no tomaría ningún tipo de medicamentos! Si había alguna otra cosa que se podría hacer, quería probar con eso primero. Respondió que me mandaría información sobre la depresión y los medicamentos usados para combatirla.

El uso de medicamentos estaba totalmente fuera de discusión. Me dije a mi mismo que tendría que simplemente dejar la depresión o hacer alguna otra cosa. Después de tomar un examen de 400 preguntas, el Dr. Estes dijo que programaría una visita con el psiquiatra principal. Mientras tanto, yo debería leer la información que me mandó. Después de hablar con Thomas y el Sr. Whiteside (un pastor que es mi amigo), mi terquedad en cuanto a tomar el medicamento menguó un poco. Al final, quiero decirles que tomé la decisión correcta de intentarlo.

¡El 10 de Enero, tuve una experiencia muy padre que jamás hubiera imaginado experimentar! ¡Me sentí como un hombre cavernícola viendo la televisión por primera vez! Tuve una teleconferencia médica con un Doctor Nathan en Galveston. Nathan parecía ser un buen tipo. Me hizo un montón de preguntas las cuales contesté honestamente y también me preguntó acerca de ser medicado y por qué no estaba seguro sobre eso. Le expliqué que he visto hombres tomar medicamentos y simplemente malgastar sus vidas durmiendo. Me explicó los efectos secundarios de un medicamento llamado un SSRI [medicamentos que inhiben la absorción de serotonina en el cerebro], y cómo no debería provocarme más sueño que el que tenía antes de mi episodio. También repasó todo el tema de la depresión y la forma en que funcionaría el SSRI. Al final, acepté tomar Celexia a una dosis mínima. Le di mi palabra que lo probaría por lo menos cuatro semanas, después de las cuales decidiría continuarla o no.

El 13 de Enero a las 10:00 a.m. recibí mi primera pastilla. Un genérico de Celexa de 20 mg, el cual tomé durante 10 días y después subieron la dosis a 40 mg. Ahora la enfermera de medicamentos me la trae a las 10:00 p.m. cada noche, cuando hace sus rondas para repartir medicamentos.

Al principio, me sentía avergonzado porque la enfermera se detenía en la puerta de mi celda y me llamaba por nombre y número. Ya que muchos de los muchachos que reciben medicamentos son casos de loquera, no me gustaba estar en la misma categoría que ellos. Ahora, simplemente espero en mi puerta para que no tenga que llamar mi nombre en voz fuerte. Algunas personas que he conocido durante década y media se sacaron de onda por el hecho de que yo estaba tomando medicamentos, y me dieron miradas raras. Bueno…se tendrán que acostumbrar. Thomas me explicó que esto no era algo que se pudiera controlar con voluntad propia, pero una situación de desequilibrio bio químico. Dice que él también lucha con esto, así que no me siento como un débil. Aún así, en ocasiones que le estoy ganando a Scrabble [Juego de formación de palabras] o en una discusión hace un sonido “cuckoo, cuckoo” [sonido haciendo alusión a estar loco] para mantenerme en línea, el tonto. También, más adelante, me mandó el libro de Ken Kesey “One Flew Over the Cuckoo´s Nest”[es un libro sobre un pabellón psiquiátrico], aunque afirmó que fue una coincidencia. Bueno, todo lo que tengo que decir sobre esto es, vuelvo a ser el mismo de antes, y él está perdiendo su cabello y tiene úlceras. ¡Jajaja!

El Dr. Nathan me informó de los posibles efectos colaterales al tomar esta droga. De toda la lista, solo dos me han pasado. En la primera semana, en ocasiones tenía dolor de cabeza durante el día. El segundo es de naturaleza más personal. En cierta forma es cosa buena, porque, desafortunadamente no me aprovecha de nada aquí en prisión, y simplemente lo dejaré hasta allí.

¡Ahora, 49 días después, tengo la fuerza para saltar de mi cama como palomitas de maíz, en vez de rooooooooooodar para salir de mi cama como uno de esos animales que se mueven sumamente lentos! Una vez que me levanto de la cama, mi ratoncito dentro de mi cabeza está en posición de atención junto a su maquinaria, listo para un día lleno de actividad. Me siento como la persona dedicada de antes. Simplemente no me di cuenta de lo profundo que me encontraba en esta depresión hasta que empecé a sentirme como yo mismo de nuevo. Hasta recientemente compartí todo esto con mi esposa Lisa y mi mamá. Mi lado machista sentía demasiada vergüenza para compartir mi diagnóstico y el medicamento que se me recetó a las dos mujeres que más amo en mi vida. Simplemente no deseaba que pensaran que se me estaba botando la canica estando dentro de este lugar, y por lo tanto preocupándolas en el mundo libre, lo cual no es bueno, pero tampoco es mentirles.

Mi próximo paso fue encontrar el “como” fue que me encaminé hacia la senda de la depresión. Siempre me mantuve ocupado. Tomaba recreación diariamente y no tenía mayores preocupaciones que el otro hombre. Rápidamente me di cuenta que tenía que observar fuera de mi persona para poder comprender cuál era el asunto. ¡Noté que siempre había estado viviendo entre hombres deprimidos y de mentes dañadas en los últimos cuatro años! Por ejemplo, ahora vivo al lado de Jonathan Green, el cual toma un coctel de drogas que lo mantienen dormido 24 horas al día, con excepción de la hora en que come. Se levanta todo el tiempo sin saber qué día es. Es un paciente psiquiátrico con problemas serios. Mi otro vecino era, hasta el mes pasado, un esquizofrénico que siempre creía que otros murmuraban y tramaban en su contra. No soy rápido en acusar a otros por lo que he estado sintiendo, pero no puedo más que pensar que estar rodeado por personas como esas tiene un efecto fuerte sobre mi persona. Verlos sufrir te puede quebrantar.

Por lo tanto, la pregunta que continuamente me hago es: “¿Realmente me afectó en un nivel tan profundo vivir rodeado por individuos con tales enfermedades mentales durante 4 años, que cambió mi estado mental?”

El Pabellón de la Muerte de Texas: un lugar de muchos castigos….

Arnold Prieto Jr.


© Copyright 2011 por Thomas Bartlett Whitaker y Arnold Prieto Jr.
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