Sunday, November 8, 2009

Un Relato de Cinco Cárceles – Condado Polk IAH (Parte III)

Noviembre 8, 2009 – Domingo

Las cosas cayeron rápidamente en la rutina, como suele suceder cuando el día de uno es rígidamente definido por actividades que requieren menos de un puñado de neuronas para llevarlas a cabo. En algún punto después de las noticias de la tarde, yo y el resto del equipo de la cocina seríamos convocados a cumplir con nuestros deberes. Trabajaríamos hasta cerca de las 11 a.m. y después nos daban un descanso para ir a recreación o regresar a la casa para descansar. Si deseábamos, después de eso podíamos regresar durante unas cuantas horas para guardar lo de la cena y limpiar la cocina de pe a pa. Aproximadamente la mitad de los muchachos hacían esto, porque…bueno, ¿por qué no? Al darnos la elección entre estar viendo televisión y hacer algo realmente constructivo, creo que la mayoría de los individuos cuerdos gustosamente le darían sus espaldas a Maury (y compañía)[Maury es un entrevistador tipo del Show de Cristina] y su búsqueda vanamente quijotesca en intentar descubrir quién podría ser el papá del bebé.

Desgraciadamente, yo era el único destinado a ser el panadero durante tres días. Pienso que sería justo decir que requirió de una charola de bísquets, una de pan de maíz y una de bollos para que me pusiera total y desvastadoramente entumecido de aburrimiento. Apilé desdén sobre mí mismo, por siempre imaginando que uno podría encontrar algún propósito al meter las manos en la masa de maíz…y siempre hay harina de maíz. Montañas, ríos, continentes de esa maldita masa. Es casi un pensamiento inconcebible que los gerentes de cocina puedan imaginarse en una charola de comida o cena sin pan de maíz. Esto no tiene nada que ver con ninguna forma de sensibilidad gastronómica, y todo que ver con cálculo de costo/calorías. El estado (y, en este caso, el gobierno federal) determina cuántas calorías deben dárseles a los prisioneros por día. Aún cuando la comida en IAH era bastante decente (para una cárcel), Andy Analog-Warhol no estaba renuente a la posibilidad de hacer un poco de trampa. Un pedazo más grande de pan de maíz significaba una porción más pequeña del alimento principal, o menos verduras. Los carbohidratos son la forma más barata para mantener un cuerpo, y Andy era maestro en caminar la línea que se encontraba entre lo rojo y negro. Yo…pues, me gustaría poder decir que no me importa ni lo más mínimo el que él se fuera alejando hacia las tierras de lo no provechoso, pero no es verdad. No me caía mal Andy, y ciertamente no quería causarle ningún pesar. Dicho eso, cuando el intentaba “abrocharnos” en el área azul, yo estaba listo con mi propia contra-prestidigitación, mi propio “juego de sota”. Veía esto como un asunto de justicia, y de corregir el balance que había sido incorrectamente repartido.

Siempre he sido bueno para justificar mis acciones. De cualquier modo, en mi segundo día de deberes de panadero, me puse astuto y hurté unos jalapeños del almacén y los agregué a la masa de maíz. Andy se enojó conmigo por haberme “Desviado del Plan Alimenticio” y me hizo recordar a un predicador antiguo de la Era de la Depresión, predicando sobre fuego y azufre, vociferando sobre cómo debíamos aprender a “someternos a la voluntad de Jee-suuusah”, o en este caso, la voluntad de la Corporación de Servicios de Alimentos Aramark. Me hice como que no noté la forma en que, después de sus homilías Te Deums retumbantes y tediosas llegaron a su fin, se regresó, sigilosamente, a su oficina con un pedazo masivo de 8X8 pulgadas de pan de maíz con jalapeño. Estoy seguro que fue coincidencia que pareció que fueron ordenadas unas cuantas cubetas extras de jalapeños cada semana después de ese incidente. De cualquier modo, los Mexicanos estuvieron muy complacidos con mi atrevimiento de cambiar el aburrido pan de maíz. Roberto, con rapidez proclamó: “Ay Tomas, ahora eres oficialmente un verdadero Mexicano.” Fingí estar preocupado y entrecerré mis ojos. “¿Quiere esto decir que ahora tiene que empezar a gustarme el acordión y las mujeres con traseros grandes?”

Se rió. “Pues, el acordión sí. Aquellas mujeres, mejor nos las dejas a nosotros. Te mandaremos todas las gavachas flaquitas, ¿de acuerdo?

“Ya vas.”

Y así se pasaba. Era interesante observar una especie de tipo de camaradería en contra de nosotros que éramos enlistados en el servicio (Bueno, bueno, técnicamente no éramos “enlistados” a nada, aunque en ocasiones así se sentía.). En el trabajo, los treinta trabajadores de cocina generalmente se mantenían juntos, a solo que estuvieran entretenidos en la venta de comida que se habían “ganado” mientras estaban en el trabajo. En ocasiones me detenía de estar tallando una charola de panadero o de limpiar los hornos, y simplemente tomaba un momento de pausa para observar el reino del acero inoxidable: Oso, con su omnipresente taza de café en una mano, discutiendo algo en una jerga sospechosa y en voz baja con otro Mexicano que se encontraba trapeando los pisos; Big C y Boxcar y otro hermano que se llamaba Trill, todos riéndose y jugando el juego de palabras locas en el área de trastes, vestidos con sus botas de hule y delantales; Ray, nuevamente masacrando cualquier receta que estaba puesta delante de él, su alma partida a la mitad, una parte en una soga que colgaba de un carrete masivo, estirado hasta llegar a su hijo que viajaba en un Humvee no blindado en algún lado en las afueras de Bagdad. Todos intentando manejar esta cosa, esta justicia, esta vida vivida pobremente y sin comprensión, abriéndose el camino a través de los pasillos laberínticos de la granja de hormigas olvidadas por Dios, su experimento descartado de feria de ciencias. Y todos nosotros, en alguna manera, inexplicablemente, deseando y esperando que Él aparezca en el cuadro y saque nuestros pies del fuego. De alguna forma, todos nos las ingeniamos para convencernos que no era en vano esperar que Él hiciera esto. Era amor. O compasión. O Él tenía algún propósito para nosotros, y Él aún no había terminado con nosotros. Todos nosotros ahogándonos, el buque desde tiempo atrás hundido, montándonos unos en los hombros de los otros para tomar una bocanada más de aire. Esperando más allá de la razón.

Sin embargo, la ingenuidad sí tenía sus límites, y empezé a notar grietas en nuestra camaradería solo después de unos cuantos días. Me imagino que tales eventos son inevitables, dadas las circunstancias. Pienso que la mayoría de nosotros entendimos que cualquiera de los pocos pleitos que pudieran aparecer diariamente eran simplemente substitutos de asuntos mayores, la paja proverbial rompiéndo la espalda del camello en tanto que se enfría en la punta del iceberg. El equipo de limpieza profesaba su creencia de que los que apilaban las charolas eran flojos, un sentir que era recíproco. Los cocineros (especialmente los cocineros en línea) pensaban que todos eran flojos, y todos los demás pensaban que los cocineros (especialmente los de línea) estaban ocupados atesorando la comida sobrante. Claro, existía una pequeña cantidad de verdad en esa afirmación. Los cocineros sí estaban comiendo bien. Los apiladores de charolas y los de limpieza sí eran flojos. Estas no eran afirmaciones que se pudieran considerar lo suficientemente grandes como para causar un conflicto real en un humano racional, ya que básicamente todos éramos voluntarios para trabajar. Sin embargo, existía el conflicto. Se podía observar cómo se iban formando los clanes, construyendo sus vallas. Eran tan triste observar esto. Ecos de Shias suicidas bombardeando a los Sunni en los barrios de Bagdad, los Sunni en respuesta, disparando a los Shia en las calles de Mosoul. Asesinos Católicos, catequísticamente lavados del cerebro, masacrando a los Protestantes en los callejones de Belfast la reciprocidad tan garantizada como la justificación para que estos hechos se den a conocer desde los púlpitos y altares de supuestos hombres de paz. Los Serbios y Croatas bombardeando unos a otros y los Musulmanes en Sarajevo…monjes Tibetános peleando en contra de nacionalistas Chinos…los cocineros versus los apiladores de charolas. Todos convencidos que su camino es el correcto, teniendo “fe” en algo que les da esa seguridad. Es suficiente para hacer que uno llore, o se ría, dependiendo de qué tan hastiado se encuentra uno (yo estoy tan medio vacío, que hago que Thomas Robert Malthus se vea como un optimista nativo, así que pueden adivinar cuál es mi tendencia.) En su encantador “Guía de Autoestopistas a la Galaxia” (“Hitchhiker´s Guide to the Galaxy”), el finado Douglass Adams escribió en cierta ocasión: “Una de las cosas que el Perfecto Ford siempre encontró ser lo más difícil de entender acerca de los humanos era su hábito de continuamente afirmar y repetir lo muy, muy obvio, como en: Es un lindo día , o, Eres muy alto, o, Ay querido, parece que te caíste en un pozo de treinta pies de profundidad. ¿Te encuentras bien? Al principio Ford había formulado una teoría que explicara este comportamiento extraño. Si los seres humanos no ejercitan sus labios, pensó él, sus bocas probablemente se paralizarían. Después de unos pocos meses de consideración y observación, abandonó esta teoría a favor de una nueva. Si no continúan ejercitando sus labios, pensó, sus cerebros empiezan a trabajar. Después de un tiempo abandonó ésta también, viéndola obstructivamente cínica, y decidió que después de todo le gustaban bastante los seres humanos, pero siempre permaneció desesperadamente preocupado en cuanto al terrible número de cosas que desconocían.” Amen, Sr. Adams, amen. Este mundo es un lugar mucho más monótono sin usted.

En la mañana de mi tercer turno en las cocinas, nuevamente me encontraba saqueando por el cuarto de inventario, buscando…algo…que pudiera darle más sabor al bísquet del desayuno. Después de fracasar en mi inspiración, en forma abatida caminé de regreso a mi estación, cuando pausé para observar a un cocinero de línea vaciar caja tras caja de huevos dentro de uno de los dos masivos tanques calentados por gas. Todos llamaban a este cocinero Space City (Ciudad Espacial), por múltiples razones, una de ellas siendo porque realmente era un cadete espacial, habiendo fumado “wet” en el mundo. El hecho de que era de Clear Lake, Houston (hogar de la NASA), era solamente de consideración secundaria. Nunca podría concebir la lógica detrás de poner a Space como cocinero de línea. Fácilmente, este es el trabajo más complicado y acarrereado en toda la cocina, y era muy obvio que no gozaba este puesto. Sufría bajo el yugo de Andy, y cualquiera que comía la comida hecha por Space sufría igualmente. Frecuentemente se retiraba a la parte de atrás, al área de limpieza, para esconderse. Verdaderamente, Andy tenía una mente estetoscópica para detectar la pereza, y pronto irrumpía de su oficina, fuego en sus ojos, y le caía al área de limpieza como una bomba inteligente con candado guiada por laser. Todos sonreímos, observando a Andy arrastrar a Space de regreso a su ya quemada e irreconocible carne de hamburguesa. Sin embargo, uno aprendía con bastante rapidez a ignorar a Space. Simplemente no se encontraba en el mismo plano de existencia como el resto del mundo. Lo que captó mi atención de regreso del cuarto de inventario no era el hecho de que había dejado caer por lo menos media docena de huevos en el piso, pero más bien que de los aproximadamente 600 huevos que había dejado caer en el tanque, 30 o 40 de ellos se encontraban flotando encima del agua. No pareció notar, ni importarle este hecho, por lo tanto me acerqué a él. Rápidamente se puso en guardia, me imagino pensó que yo era Andy, su justo castigo. Después de ver que era yo, y deduciendo que no iba a gritarle por algo que hizo, bajó los ojos hacia sus zapatos. Parecía como un perrito que acaba de hacerse pipí en el tapete – y esa era la expresión que generalmente tenía. Esta mirada era suficiente para que uno se odiara por haberse reído de él en alguna ocasión. Mi voz se suavizó.

“Oye, Space.”

“Ah, hola, T. ¿Qué pasa?” Aún su mirada sobre sus zapatos, o tal vez viendo, por primera vez, los huevos quebrados bajo sus pies.

“¿Qué haces con los flotadores?”

“Este, los sirvo, hombre. ¿Por qué me preguntas?” ¿Había levantado de reojo la vista hacia mí?

Empezé a explicarle que cuando un huevo se pudre, se mete aire y cambia su densidad, causando que flote. Me detuve antes que las palabras escaparan de mi boca, porque realmente no pensé que estuviera interesado en dicha información. Ahora, creo que le hice mal.

“¿Alguno de estos deben ir al CDO (Comedor de Oficiales)?”

“Sí hombre, como unas cuantas docenas.”

“Oye Space.” Me vió a los ojos por primera vez.

“¿Sí?”

“Manda los flotadores al CDO.”

“Bueno, o.k.” Repentinamente le vino una gran sonrisa a su cara, al ir conectando los puntos, y llegando a la conclusión de que algo estaba mal con esos huevos.

“Maldición a esos malditos, ¿verdad T?”

“Ciertamente, Space. Ciertamente.”

Le di una palmada en la espalda y regresé a mi bísquets. La próxima vez que levanté la vista, él había encontrado una cuchara de metal para mezclar, y mezclaba los huevos flotantes, intentando ahogarlos. Parecía como si les estuviera hablando, o tal vez estaba imitando las voces de los huevos que se ahogaban. No pasó mucho tiempo antes que se entusiasmó y accidentalmente (y predeciblemente) sumergió algunos de sus dedos dentro del agua, lo cual le ganó una colorida gama de invectivas a los huevos ofensores. (“¿Ah, sí, malditos? ¡Se los van a comer por esas…!”)

Uno tiene que aprovechar el humor en donde se puede obtener dentro de la cárcel. Aún me encontraba recuperándome del maltrato crudo de mi primer viaje a Limestone, sin saber que estaba destinado a regresar allí en unas pocas semanas. Después del casi omnipresente miasma de violencia que infectaba a la “vida” dentro de esas paredes, la paz relativa de la institución IAH era un cuanto enervante. En forma muy rápida uno se acostumbra a la presencia de violencia, así que cuando alguien se acerca (o aún lo mira a uno), el cuerpo se tensa y el cerebro se acelera, calculando ángulos, preparándose para el contra-ataque. Podrían llamarlo paranoia, y tal vez, en parte, pudieran estar en lo cierto.

Sin embargo, no lo llamarían así si tuvieran que pasar tiempo en estos lugares.

Simplemente le llamarían planeación prudente.

Este no fue un buen tiempo para mí. Me sentía muy contento por tener trabajo, porque por lo menos me podía distraer de mis pensamientos. Al irme reconectando con mi papá (o, conectando por primera vez, para ser más preciso), la inmensidad del océano de dolor que había acarreado sobre él se hacía más claro, así como las miles de percepciones defectuosas que habían causado ese distanciamiento en primer lugar. No tenía experiencia de cómo manejar la profunda pena y culpabilidad de estas dimensiones, excepto encerrándome por dentro. Encima de eso, estaba fanáticamente entregado a un Dios que no me hablaba, y lo veía como si fuera mi culpa. La comunidad Cristiana me estaba mandando cartas horribles en forma casi diaria, y esto me hizo dudar si alguna vez pudiera tener comunión con creyentes de un mismo sentir. Finalmente (y gloriosamente doloroso) había logrado reconectarme con “Ella”, solo para que en forma repentina, sus cartas dejarán de llegar, sin explicación. Mi vida total era una masiva y ulcerativa aporía, y empezé a preguntarme si alguna de las evoluciones que adquirí en forma tan dolorosa en Mexico tenía algún valor. No importa que tan merecedor se es de ser castigado, todos somos humanos, y el cerebro es incapaz de manejar ciertas cosas en forma lógica o aún racionalmente sin previo entrenamiento. En un ambiente en donde la mayoría te desea violencia y muerte es ciertamente uno de éstos casos. Mi mundo estaba fracturado en un millón de piezas irregulares, y no sabía cómo arreglar ninguna de ellas.


Serían años antes que aprendiera la forma de manejar la mayoría de estas situaciones. Aún sigo trabajando sobra algunas de ellas hoy en día, pero creo que esto es algo bueno. He cambiado el mal que se me ha hecho en el nombre de Justicia a otra cuenta. Cada vez que un guardia nos empujan contra la pared, o se pierden libros o cartas o fotografías durante una revisión forzada, o tiene uno que pararse desnudo en frente de un grupo de guardias, o un amigo por correspondencia desaparece, o tu ex abogado defensor escribe una declaración jurada llena de mentiras y contradicciones, porque está asegurándose que no se le etiquete como “ineficaz”, o uno siente como si su mundo se ha contraído porque un buen amigo acaba de ser asesinado, todo se va hacia la balanza. Se tiene este pensamiento – tal vez ridículo – que un día, todo esto se sumará al punto de que no necesitas sentirte mal cuando te veas en el espejo. Lo guardas todo dentro de ti mismo, esperando ese día, décadas en el futuro. Por ahora, este estoicismo da nacimiento a un cierto tipo de indiferencia, la cual muchos toman por frialdad. Y eso está bien, porque ustedes saben que nunca podrían explicarle a alguien la forma en que este caparazón lo mantiene a uno vivo y sano. Si un intelecto tan inmenso como David Hume no pudo persuadir a la gente a entender la forma en que la indiferencia hacia la maldad en este mundo era lo mejor, entonces ustedes ciertamente no están capacitados para la tarea. Se necesitan dos personas para construir un puente de entendimiento, y eso es sumamente raro en estos días. Es más fácil quebrar y aplastar que arreglar. El patrón de Yahweh para manejar el mundo antediluviano, preservado e imitado a través del milenio: ¿No te gusta el mundo? Destrúyelo en un berrinche infantil y empieza de nuevo. Si se preguntan cómo era que tales acciones eran moralmente aceptables para Dios, pero no aceptables para nosotros, entonces están empezando a formular el tipo correcto de preguntas. Ellos lo llamaron “la limpieza autista” cuando yo lo hice. Yo lo llamo imitación.

Para la hora de la comida, Space me estaba pidiendo que tomara su puesto. El incidente del huevo lo había convencido que yo sería mejor cocinero y Andy pareció sentir alivio con la idea. Rápidamente cambió a Space a la línea de charolas, y escogió a uno de los del equipo de limpieza para tomar mi espacio de panadero. Los Mexicanos parecieron estar complacidos que yo llegara a formar parte de su equipo (o tal vez estaban simplemente contentos de que ya no estuviera Space City), y yo disfruté las responsabilidades. (La comida extra también fue un incentivo ya que tenía poco dinero en mi cuenta durante esos días. Mi tiempo en IAH me vio alcanzar casi 200 libras, lo más pesado que he estado en toda mi vida, solo unas cuantas libras de ser oficialmente un gordinflón.)

No me tomó mucho tiempo en sabotear las charolas. Nadie se tomaba la molestia de comer la avena en las mañanas, porque estaba más insípido que Al Gore tomando Prozac. Solucioné ese problema aumentando el contenido de azúcar al décimo poder, y el contenido de mantequilla a varias potencias. Adicionalmente, hurté canela y azúcar morena del almacén para dejar caer dentro de vez en cuando. Ya que tal mezcla pondría a un diabético directamente en coma, también mezclé una olla pequeña de mezcla mucho más insípida para ellos. Sabía que, en algún momento, toda ésta payasada de plan alimenticio iba a explotar en mi cara, así que empezé a poner atención en cuánta comida se estaba desperdiciando. Hice listas de cuánta comida se regresaba a la cocina, y de cuáles secciones de la prisión. Andy estaba seriamente forrando sus bolsillos, de eso no me quedaba duda. Probablemente, muchas personas estaban forrando muchos bolsillos, y decidí que si ellos lo estaban haciendo, también lo podía hacer yo. Después de todo, estaban robando el dinero del gobierno; yo solo alimentaba a mi gente. Empezé a cocinar menos de ciertos alimentos, y eventualmente logré reducir la cantidad de charolas que regresaban a la cocina con comida hasta llegar a un número sorprendentemente bajo. Andy empezó a verse nervioso cada vez que revisaba las listas de inventario. No entendía cómo, repentinamente estaba ahorrando montañas de dinero en todo tipo de alimentos…y perdiéndolo en otros. Pobre tipo. Empezó a verme de reojo, y me seguía mientras medía cosas. Ocasionalmente, me daba un fuerte “¡aja!” cuando veía que medía de menos, y simplemente sacaba mis registros de alimento regresado, y sus ojos se saltaban, y regresaba a su oficina. En tiempo corto lo capté sonriendo al estar haciendo sus balances de fin del día, y frecuentemente hacía comentarios como este: “Hmm, me pregunto ¿cuántas bolsas extras de azúcar deberé pedir esta semana?” Y yo simplemente lo veía y hacía mis recomendaciones. No pasó mucho tiempo en que se me empezó a llamar a las cocinas una hora antes que los demás, para ser su empleado administrador. Frecuentemente me trajo burritos de Whataburger para el desayuno, o sándwiches de Subway. Me imagino que eso significaba que oficialmente pertenecía al equipo de corrupción. Lo que sea. Esos burritos estaban buenos.

Una práctica que nunca pude detener fue la de los vegetales en manteca animal. Este es un ardid calórico usado en todas las prisiones. Al agregar manteca, puedes lograr que el valor calórico de una onza de ejotes se vaya hasta el cielo, pudiendo así dar menos comida. Fui vetado por los otros cocineros en cuanto a esto, ya que a ellos les gustaba el sabor de vegetales empapados en grasa. Pensé que era una mala movida, pero me imagino que en ocasiones tienes que darle a la gente lo que pide.

No había forma de salvar algunas de las charolas. Solo se puede hacer hasta cierto límite. El elote, por ejemplo, y los frijoles, estaban horribles. (¿Cómo es posible que eches a perder el elote?) Ambos alimentos provenían de una compañía cuya marca era “Diamond Brand”(Marca Diamante). Los Mexicanos frecuentemente bromeaban sobre esto, extendiendo la marca a otros artículos claramente deficientes en la vida de la prisión (colchones marca Diamond, oficiales marca Diamond, etc. etc.) Realmente pensé que les quedaba bien, ya que la mayor parte del conocimiento sobre diamantes se adquiere a través de la propaganda. No son intrínsicamente valiosos ni raros. No son la sustancia más dura en la tierra; hay rocas minerales más duras. Y ciertamente, no son eternos: los diamantes son inflamables, y se quemarán en una voluta de CO2 durante un incendio de casa. La gente se encontrará buscando por los escombros, y se topará con charcos de oro, pero los diamantes se habrán desintegrado.(De hecho, la zirconia cúbica sobrevivirá, ya que está fabricada de óxidos metálicos refractarios que toleran el mismo calor…así que, tómala, De Beers.) Roberto, en cierta ocasión, intentó darle más sabor al elote, cortando unos jitomates y cocinándolos con algo de sal, pero solo lo hizo peor. Hizo una pequeña porción de esto para probarlo, y estaba ocupado cortando más jitomates cuando me llamó para probarlo. Me atraganté al pasarlo con dificultad. Traté de darle un comentario positivo. “Wow, Roberto. Está…um…sí…bueno, no está tan mal.” Me vio con enojo, como si mis papilas gustativas tuvieran la culpa de su fracaso. “Quiero decir, he probado peores cosas que esto que han salido de tu estación.” Se rió, y abanicó su cuchillo en el aire hacia mí. “Ay, Tomas, Tomas…siempre me dices las cosas más amables cuando tengo un cuchillo de 16 pulgadas en mi mano.”

A Andy no le pareció gracioso este comentario, pero simplemente puso sus ojos en blanco y se regresó a su escondrijo en la oficina.

Una tarde, Big C decidió no ir a trabajar. Había recibido una carta esa noche, y me imaginé que era de su chica, la mamá de su hijo. Se dirigió a su cama después de leerla, y cuando lo despertamos para ir a trabajar, maldijo, diciéndonos que lo dejáramos en paz. Realmente no pensé mucho sobre ellos durante el trabajo, a ser honesto. Cuando se nos dejó ir para recreación, decidí regresarme al penthouse a tomar una ducha. Cuando llegué, noté que Big C me estaba ignorando, y no parecía que realmente estuviera viendo televisión, aún cuando estaba con su vista fija en esa dirección. Goldilocks Man estaba sentado en su litera leyendo su Biblia, como era su costumbre. El programa tenía que ver con unos pilotos locos que estaban experimentando con un avión propulsado por el energía solar, y se encontraban sobrevolando un cuerpo grande de agua, a varios miles de pies en el aire. Pausé para observar un momento en camino a la ducha. Desde esa altura, el agua parecía plana como el vidrio, pero sabía que si te acercabas más a la superficie, las olas serían bastante peligrosas, casi lo suficientemente agresivas para perderse en ellas. Era lo mismo con la gente, me puse a reflexionar al ir lavando 12 horas de sudor acumulado y grasa de la cocina de mi cuerpo. Después de que terminé, preparé dos tazas de café y me senté al otro lado de la mesa en donde estaba C. Me vio una vez, y luego miró el café, antes de regresar su mirada a la televisión. No dije cosa alguna, simplemente sorbí mi café. Continuó volteando a verme cada en cuando, y simplemente continué sentado, observando calladamente por su hombre derecho hacia la ventana del pasillo, gozando respirar aire que no estaba embarazado con desinfectante y aceites para cocinar y pan quemado. Finalmente se quebró, y con enojo balbuceó, “No quiero hablar sobre ello.”

No dije nada, simplemente asentí. Ha sido mi experiencia en la vida que cuando alguien dice que no le importa lo que los demás piensen, generalmente les importa lo que otras personas piensan mucho más que a la persona promedio, y cuando alguien dice que no quieren hablar sobre algún tema, generalmente es exactamente lo opuesto a lo que necesitan hacer.

Después de unos cuantos minutos más de tratamiento silencioso, estaba listo para darme por vencido. ¿Qué diablos estoy haciendo?” Me pregunté. “No soy una maldita niñera. No quiere hablar, está bien.” Me empezé a incorporar, pero extendió su mano y me tomó del brazo. Con su otra mano, produjo una carta que tenía en el bolsillo de su camisa. Ciertamente, era de su chica, y ella lo estaba cortando. Me la leyó, ahogándose en varias secciones. Las cartas más recientes de ellas habían estado llenas del tipo de tonterías como “Me voy a quedar a tu lado durante todo esto”, y en forma desagradable fue tomado por sorpresa por la velocidad con la que ella estaba removiéndolo de su vida. ¿Cómo podría haber sido amor?, me preguntaba con los ojos mojados. No sabía que contestarle. Mi situación no tenía comparación ninguna a esta. Yo merecía estar solo mucho más allá de lo que él lo merecía, pero algo de lo que dijo tocó una cuerda con mis propios temores y pérdida de amor, e intenté simplemente escucharlo, pero noté que mis manos comenzaban a temblar, algo que ha venido y pasado durante mi vida entera. Nunca he entendido por qué. Mientras él continuaba, la miseria de la condición humana estaba inundando mi cabeza, y mis dientes comenzaron a rechinar. Me sentí tan tenso como una cuerda de piano, y no me di cuenta en qué momento se había puesto con tanto calor…tan malditamente caliente.

Pausó por un momento, observando la carta, y después volteó a verme.

“Solía conocerla tan bien,” afirmó, y en ese momento algo hizo explosión en un área profunda dentro de mí.

Aventé su taza de café, tumbándola de la mesa, y a continuación estaba gritando, gritando, algo acerca de cómo nunca conocemos bien a nadie, y que todo fue una mentira, todo, cada parte de ella, y que el amor no tenía sentido y era estúpido, la mayor de las mentiras, una reacción química, simplemente serotonina y dopamina y testosterona, y que nunca puedes contar con nadie, maldición, pero de todos modos ni tú ni nada importan porque todo terminó con tan maldita rapidez, al igual que la vida, todo polvo en un muy, pero muy inconstante viento. No sé como terminamos allí, pero para cuando había terminado de gritar, lo presioné contra la pared, mi dedo apuntando hacia su pecho, y él tenía esta mirada de loco, como si no podía decidir si golpearme o irrumpir en llanto. Así de repentina como apareció la tormenta, se disipó. Sacudí mi cabeza, como tratando de quitar la niebla, y tomé un paso atrás. ¿De dónde diablos salió todo eso? Big C tenía su cabeza de lado ahora, viéndome como si fuera un animal exótico que nunca antes hubiera visto. Goldilocks Man estaba sentado, su Biblia puesta a un lado, y se veía como si estaba intentando decidir a qué lugar correr si me iba contra él.

Tomé un profundo respiro, y voltee a ver a C. Asintió hacia mí una vez y dijo, “O.K.” Volvió a repetirlo unos segundos después, y después me vió a los ojos. “Se llamaba Shawna.”

Simplemente me le quedé viendo, reconociendo la unión sin mencionarla, algo que en esa ocasión no podría explicárselos, ni lo puedo hacer ahora.

“Se llamaba L-“

“¿Recuerdas ese dicho que se supone que es mejor haber amado y perderlo que nunca haber amado?” me preguntó, con una pequeña sonrisa en su cara.

Asentí. “Lord Tennyson. Primer Barón de Aldworth y Freshwater. Un total y maldito idiota.”

“Sí, se equivocó completamente, ¿verdad?”

Me dirigí a limpiar el café que estaba salpicado por todo el piso y la pared. No sabía de dónde vino todo eso, pero sí sabía que era de vital importancia encontrar la razón. Porque se sintió bien, lo que dije. Triste, gris, pero correcto. Era obvio que en algún lado había calculado en forma equivocada. Había intentado hacerme lo más bravucón y lo más duro como fuera posible. Diamond Brand Thomas. Los diamantes se queman porque están hechos de carbón, y el carbón reacciona con el oxígeno para formar bióxido de carbono. Los adherentes químicos que sostienen el carbón en forma de diamante forman un entramado inflexible en tres dimensiones. Inflexible, como me había vuelto yo. Y así ardo. Sin embargo, existe otra configuración para el carbón puro que no arde, llamado grafito. Los átomos de carbón están fuertemente adheridos en hojas, las cuales pueden resbalar en contra de las otras, haciendo que el grafito sea suave y resbaloso. Había estado tan enfocado en volverme invencible al dolor que me había abierto hacia las flamas.

Me retiré poco después de eso y regresé a las cocinas. En el reflejo del acero inoxidable, miré en forma profunda hacia mis adentros. ¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? ¿Cuándo dejarás de sorprenderme, de traicionarme? ¿Cuándo tendré el control que he estado buscando toda mi vida? ¿Cuándo terminará todo esto? ¿Dónde? ¿Cómo?

¿Cómo?

(Parte IV llega pronto)

Recientemente completé un curso de extensión en ley criminal. Este es un curso CLEP de nivel más alto, construyendo sobre el fundamento del curso general paralegal que completé en los primeros meses de este año. Pueden ver mis calificaciones y mi diploma AQUÍ y AQUÍ.

“Fácil de Matar”
Por Jackie Ruzas

La puerta.
Puedo ver su moldura si me agazapo en la
esquina izquierda de mi celda
y miro a través de los barrotes a mi derecha.
Cada mañana me despierto
un día más cerca de la muerte.

El sacerdote de prisión, un ocasional visitante,
su actitud cálida, pregunta,
“¿Cómo estás hoy? ¿Existe algo que pueda hacer por ti, hijo?”
“¿Es que soy tan fácil de matar, Padre?”
Su cara en blanco, se retira caminando.

Pongan el video de mi vida sobre esta pared en la celda de la muerte,
deseo ver mi primer paso equivocado.
Para aquellos que desean tomar mi vida,
muéstrenme en dónde comenzé a perderla.



© Copyright 2009 por Thomas Bartlett Whitaker.
Todos los derechos reservados

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