Tuesday, September 1, 2009

Un Cuento de Cinco Cárceles – Condado Polk IAH (Parte II)

Septiembre 1, 2009 – Martes

Es una de las cualidades más ridículas de la experiencia humana, que cuando tiene que ver con el tema de tiempo, lo que deseamos es exactamente lo opuesto a lo que recibimos. Cuando deseamos que una maravillosa noche pudiera extenderse indefinidamente, pasa como un suspiro; cuando deseamos que el universo tuviera un botón para adelantar, se mueve a la velocidad del gobierno. La noche antes de que yo iniciara a trabajar en la cocina, los Mexicanos tenían la televisión, lo cual no siempre era malo. La mayoría de las telenovelas parecen operar bajo la ecuación muy simple de: mujeres llamativas – cualquier cosa que se asemeje a cantidades adecuadas de vestimenta + ridículas personas ricas que se comportan en forma escandalosa = ¡mucho dinero! Parece una fórmula bastante efectiva, por lo menos si de paso tienes la maldición de poseer un cromosoma Y. Desafortunadamente, las novelas que se ofrecían en esa noche parecería que eran aún más fatuas de lo normal, y mi atención frecuentemente divagaba.

El Grande C (Big C) y un hombre de raza negra de Dallas, flaco como un palo, cuyo nombre era Boxcar Slim estaban involucrados en su pachanga de dominós de cada noche, lo cual inevitablemente terminaba casi en golpes. Aún así, el descenso hacia el punto de altercar siempre era bastante gracioso, porque tanto Big C como Boxcar eran estrellas consumadas habladoras del primer orden. El constante golpeteo de los dominós – los “huesos” – sobre la mesa de metal era completamente ahogado por algunas de las más coloridas, increíbles e insultantes descripciones de casi cada cualidad de la vida de sus oponentes que uno se pudiera imaginar. Boxcar amaba gritar pequeñas rimas cuando sacaba buena puntuación, como: “¡Dame mi dinero y no hagas puchero!” y otros similares. Cuando ingeniaba algún juego particularmente excelente, su comentario favorito parecía girar alrededor de que él era un “Dominólogo”. (“¡Tonto! “Ya te dije que tengo un título en Dominología! ¡El profesor está DE GUARDIA!”) Estas explosiones generalmente eran gritadas en el volumen más alto que le permitía su garganta cicatrizada por el cigarro, completo con saliva volando, una constante risa tosigosa, y sus pequeños ingeniosos ojos rondando por el cuarto como una navaja.

Ahora, yo no soy un manco en “esos huesos”, y creo que probablemente no vendría de mucha sorpresa para nadie saber que generalmente puedo mantenerme bien parado en una discusión. Pero este tipo de recibir y regresar era un nuevo estilo de combate verbal para mí, y mis más…ah, sutiles preferencias no eran muy apreciadas por Boxcar. El me daba una buena paliza, tanto en la mesa como en las ondas de aire, por lo menos hasta que llegué a entender sus díceres y su estilo de juego. Después de eso, las cosas se volvieron más parejas. Más temprano ese día, estaba en un super juego y los dioses de los Juegos de Mesa realmente me estaban sonriendo. La boca de Box estaba moviéndose a tal velocidad que solo podía compararse a la velocidad de luz, y en general mi concentración estaba solamente en conducirlo a jugar su última mano. Tan pronto cayó en la trampa me fui varios juegos ganando dinero cada vez que jugué, animándome cada vez más, hasta que lo vencí con veinte. Para ese tiempo su sarta de tonterías se había vuelto contagiosa, y también yo me hallé gritando. “¿Qué dijeron? Creo que dijeron ´20´, y ¡dáme lo que está en tu mano, tonto!” Puede que seas un dominólogo, ¡pero yo soy un tremendo matemático!” Big C gritaba algo acerca de “hombre blanco, esto y aquello,” y Boxcar estaba mirando sus fichas de dominó con disgusto, como si el que hubiera perdido era culpa de ellas, una traición de las peores. Volteó a ver a C y le dijo, “Maldición. Nos hemos creado un monstruo.” Me sentí bastante orgulloso. Lo cual duró por aproximadamente cinco minutos, hasta que mi suerte se terminó y empezaron a patear mi trasero por toda la mesa de nuevo. Algunas memorias se desvanecen en el largo trayecto de los años en la vida. Algunos no se desvanecen. Sin embargo, no estaba en humor para drama esa noche, en general mi mente divagando a las cocinas, y cómo sería poder trabajar allí. No se me había permitido trabajar en Fort Bend ni en Limestone, y no tenía idea de qué podía esperar, y estaba siendo distraído por un muchacho Filipino que vivía en la parte superior de mi litera. Él se había asomado por sobre su Biblia; la primera vez que lo había visto hacer esto en más de una semana, así que me senté frente a él y le pregunté qué estaba leyendo. Hablamos un poco sobre el libro de los Salmos- uno de sus favoritos. Me gustaba escuchar que tenía un favorito de algo, porque era un tipo de algo como un Hombre Ricitos de Oro – todo estaba o demasiado caliente o demasiado frío, en sentido figurado. Siempre parecía perdido, como si real y verdaderamente sentía como si iba a despertar en su casa en cualquier momento. Intenté entrar en conversación con él muchas veces, porque sabía exactamente lo que se siente sentirse solo en un cuarto lleno de gente, pero él tenía algún tipo de anticuerpos activos en contra de contacto humano, o algo así. El temor te lleva a eso, y él tenía terror de lo que le deparaba el futuro. La Biblia parecía ser un tema que él estaba dispuesto a discutir con quien fuera, y yo usé esto para unir la brecha dentro de su pasado. Él se sentía muy orgulloso de las islas de su país, y se lamentaba que “nada de esto hubiera pasado” si sus padres no se hubieran mudado para acá unos años atrás. Nunca supe de que se trataba “esto”, pero sabía que estaba por enfrentar tiempo real en una penal, y alguien como él tenía buena razón de tener temor.

Me presumía que los Filipinos eran muy religiosos, y que hasta estaban mencionados en la Biblia. Parpadee mentalmente hacia este comentario, porque, modestia aparte, conozco la Biblia mucho mejor que la mayoría de los ministros. Aún si no fuera así, sin embargo, también conozco de geografía, y estaba perfectamente al tanto de que ninguna de los personajes en la Biblia de los cuales estaba leyendo conocían mucho acerca del mundo más allá de un límite exageradamente pequeño, y las Filipinas se encontraba muy por fuera de éste límite. Sin embargo hice lo posible por no dar a mostrar mi duda, porque no quería dañar la conversación frágil que había surgido de terreno tan pedregoso.

Sin embargo, ha de haber detectado un olorcillo del miasma de mi escepticismo, porque rápidamente me dijo que si leía en Hechos, vería que Pablo viajó a las Filipinas y convirtió a un vendedor de tela de púrpura. Mi mente dio vueltas repasando los numerosos e inmensos errores en esta afirmación, porque yo sabía que estaba haciendo referencia a Hechos 16, donde se menciona Filipo, como en Felipe II de Macedonia, como en Grecia. Podía ver por su mirada, sin embargo, que esto era importante para él, y simplemente dije que creía que él tenía razón. (En cuanto a lo que él sentía por el libro de Filipenses, en donde habla de la iglesia favorita de Pablo, nunca supe. Solo puedo asumir que también pensaba que esto se relacionaba con sus islas. Me imagino que uno podría decir, pidiendo prestadas las palabras de Pablo escritas en este mismo libro, que no “buscaba lo mío, pero cada quién buscando el interés de los otros.”) Tengo muchos sentimientos en relación al Hombre Ricitos de Oro, aún hasta este día. Tristeza. Un poco de lástima, aunque creo que ultimadamente la lástima es una emoción fea y vana, ya que su inevitabilidad coloca al que siente lástima en un lugar mucho más alto que el recipiente, y no soy más alto que él en ningún tipo de barómetro. Sin embargo, nunca sentí desdén y nunca lo sentiré. Nosotros los humanos tenemos millones de mecanismos que construímos para unir brechas entre lo real y lo ideal, y todo tipo de anteojeras que evitan que veamos las realidades frías y severas de la existencia humana. Me pregunto si aún lee su Biblia en la noche, y si aún parece sorprenderse ante todo. Me pregunto si aún respira.

Eventualmente la noticieros de la noche llegaron a su final – otro día de idiotas religiosos haciéndose volar explosivamente unos a otros por unas cuantas hectáreas de supuesta tierra “santa”, más políticos resbalándose para entrar a incontables salas en los hogares – y un oficial prendió el interfono. En una voz grave, con un distante eco, nos llamó a cinco de nosotros por nombre, diciéndonos que teníamos quince minutos para alistarnos para ir a trabajar. Me puse mi camiseta y amarré mis zapatos, y noté que tanto Big C como Boxcar tenían una bolsa de malla lista para llevar consigo. Cuando les pregunté para qué era, Box dijo “¡estamos preparándonos para poner la comida!” He de haber puesto una cara de confusión, porque C me dijo que era práctica común permitir a los trabajadores de cocina llevar un poco de comida sobrante de regreso a casa como forma de pago. Ya que ambos tenían mucha más experiencia penal que yo, me ocupé en imitar un poco.

Dos de los mexicanos, Roberto y un hombre rapado, que era verdaderamente cómico, llamado Oso, también se dirigían a las cocinas. Oso era un serio adicto al café, tomándose una bolsa completa por día. Aproximadamente cada veinte minutos, él interrumpía lo que estaba haciendo para proclamar: “¡Creo que es hora de ponerme en el tono de guadiche!” (“Guadiche” es un término tex-mex de prisión para café, y “tono” es un caló de prisión que significa ocuparse de lleno en alguna actividad.) Oso se pasó la mayor parte de su tiempo dibujando y diseñando arte de tatuaje, y era bastante diestro.

En corto tiempo nuestra puerta fue abierta, y los cinco de nosotros entramos una trampa que separaba nuestro tanque del pasillo, la cual con rapidéz también fue abierta para darnos paso. Caminando por el pasillo, nos encontramos con aproximadamente otros veinte prisioneros de la cárcel del condado que provenían de otros tanques y me emocioné al ver a un tipo decente de Fort Bend llamado Ray. Era un borracho y tenía como un millón de ex esposas (todas afirman odiarlo, y sin embargo todas encontraron la forma de visitarlo en múltiples ocasiones, frecuentemente en la misma fecha…lo cual siempre era un evento espectacular, al escucharlo contar sobre ello.) A pesar de todo eso, era un tipo que caía bien. Su hijo mayor se encontraba en Iraq, y siempre estaba mostrando fotos de él y fanfarroneando sobre sus hazañas. Eso me hacía sonreír y a la misma vez me sentía triste, por alguna razón. Cuando vivimos juntos en Fort Bend, probablemente él era el admirador mayor de mi cosa de “palabras y adivinanza del día”, lo cual pegaba diariamente en la pared del cuarto de recreo. Creo que este fue mi primer intento en aumentar un poco la consciencia de las personas a mi alrededor, y era bastante divertido. Siempre consistía de una adivinanza del tipo lógica/matemática, y una palabra de vocabulario útil (aunque en ocasiones rara) para memorizar. Sé que los prisioneros deben ser ignorantes y sin disposición para aprender, pero el día que escuché un grupo de pandilleros golpeadores discutir sobre una adivinanza de lógica fue el mismo día que descarté esa suposición de mi portafolio. Y el día que un desalmado adicto al crack le dijo a un oficial que su comportamiento era “ignominioso”, me sentí sumamente orgulloso. (Y sí, para el record, aún sonrió cuando las personas me escriben para informarme que este sitio ha requerido poner entre sus favoritos a www.diccionario.com Siempre había deseado que este sitio fuera una experiencia educativa, aunque esto no era exactamente lo que tenía en mente. Sin embargo, lo aceptaré.)

Ray tenía el hábito de pasar sus manos por su cabello, como si estuviera revisando que aún siguiera en su lugar. Creo que era un tic nervioso, o algo parecido. Nos pusimos al corriente sobre los eventos recientes mientras caminábamos por el largo pasillo hacia las trampas que daban a las cocinas. Parece que la unidad de su hijo había descubierto que en ciertas zonas Shia de Iraq, uno se podía casar durante una hora o dos con una prostituta vestida con una burka (vestimenta que tapa todo el cuerpo y cara, dejando solo un espacio con malla para el área de los ojos.), y al terminarse el tiempo, ya estaban listos todos los papeles para el divorcio. (Le recomiendo a todos los Cristianos que acaban de leer esto y aventaron unos cuantos pensamientos de desaprobación hacia la Mecca, que tengan cuidado de su propia hipocresía: la mitad de los edificios espléndidos de Roma - incluyendo el de San Pedro – no hubieran sido eregidos si no fuera por indulgencias especiales exactamente de esta especie hacia los ricos.) Ray parecía estar particularmente encantado en cuanto a esto, siendo un veterano jubilado de Vietnam.

Uno podía oler las cocinas aún antes de llegar cerca: una mezcla curiosa de materiales de limpieza y grasas para cocinar penetraba las baldosas del piso. Ninguna cocina era igual a la otra, y sin embargo casi siempre son iguales. Montañas de acero inoxidable brillante; abundan los ángulos rectos funcionales y limpios; la sensación de tapetes de hule en los pisos para evitar que alguien resbale mientras carga algo filoso o hirviendo. En el mundo libre, yo trabajé como gerente de restaurant, por lo tanto, nada de esto me era novedoso, aún cuando siempre había estado “al frente de la casa”. Una escaneada rápida de la cocina me dijo alguien había diseñado este lugar bastante bien, probablemente debido al hecho que esta instalación fue diseñada para cubrir los estándares altos puestos para prisioneros federales. Ninguna cocina de prisión estatal le hubiera llegado ni cerca a lo agradable de esta. Al lejano extremo izquierdo se encontraba una oficina para el administrador de la cocina, un empleado del mundo libre de la corporación Aramark. A la derecha inmediata de la oficina se encontraba la estación principal para cocinar, una serie de planchas grandes y tinajas de acero inmensas para hervir agua. Continuando a la derecha se encontraban una serie de hornos y planchas adicionales. A lo largo de la lejana pared derecha se encontraba una mesa larga para servir, diseñada en la parte central de la mesa de tal forma que pudiera sostener las grandes charolas insertables con comida. Me supuse que los hombres harían fila de los dos lados de la mesa y servirían la comida de la parte central de la mesa hacia las charolas, antes de pasar la charola al siguiente hombre en la línea. A lo largo de la pared posterior estaban los cuartos de almacenaje para los ingredientes para cocinar y la plataforma de limpieza.

El Hombre Aramark (cuyo nombre olvido, pero quien se parecía muchísimo a Andy Warhol, así que diremos que se llama Andy) parecía ser una de esas almas eternamente hostigadas, para siempre encadenado a su reloj. Rápidamente nos asignó nuestras estaciones, y nos pasó instrucciones escritas en pancartas laminadas. Yo debía ser un panadero, y mi primera tarea del día era hacer la mezcla para los bisquetes del desayuno. No era un reto demasiado grande, pero cuando te has estado consumiendo la mayor parte del año, cualquier cachito de propósito puede probar ser muy motivante: escogemos nuestros gozos y nuestras tristezas mucho antes de que las experimentamos.

Por lo tanto, en una cocina de calidad inferior, hice biquetes de calidad inferior bajo la dirección de un Andy Warhol de calidad inferior, y sin embargo encontré un pequeño fragmento de vida real. Bisquetes en la mañana, pan de maíz para el medio día y para la cena…fue un comienzo.

(Parte III viene pronto)

Nota Adicional Escondida (por si acaso alguno de ustedes se toma la molestia de leer hasta este punto):

Suelo escuchar a menudo la estación NPR y PBS en la radio. Son estaciones buenas, llenas de programas que estimulan aquella pieza de proteína de tres libras, irritantemente deficiente y defectuosa, que se sienta detrás de nuestros ojos. Buenos programas, con excepción a cuando tienen que ver con esos teletones latosos que llevan el fin de recabar fondos. No hay nada más frustrante que esperar para que un prolijo tipo encere patéticamente durante media hora, antes que por fin las estaciones lleguen a Nova o Charlie Rose o All Things Considered (Tomando en Consideración Todas las Cosas) - (nombres de programas) (Cof). Odio a los cretinos verbosos. (Cof). Nunca quise ser “aquel tipo”, pero la realidad nuevamente ha mostrado su rostro feo, así que me voy a tener que sentar aquí en la esquina de la calle durante unos cuantos minutos, sombrero en mano, y hacer mi propia versión del teletón.

En el pasado, he mencionado mi deseo de terminar mi Licenciatura en Arte en varias ocasiones en este sitio web. He tenido que sobreponerme a muchos obstáculos, pero los he vencido. No soy un estudiante de Adams State en Colorado, especializándome doblemente en Sociología y Criminología. Escogí Adams State por un número de razones, una de ellas siendo el número 125, el cual equivale a lo que cuesta una hora de clase. Mucho más barato que la mayoría de las escuelas, aunque Adams comparte algunas clases con LSU, así que recibiré parte de mi material de ellos. Tristemente, muy pocas universidades siquiera ofrecen cursos por correspondencia que no sean basadas en el internet. Aún menos cantidad de ellas quieren tener algo que ver con prisioneros. Imagínense. Mientras intentaba buscar la combinación adecuada para el candado de educación-mientras-estoy-en-segregación-administrativa, sí logré tomar y completar un curso paralegal, cuyas calificaciones y diploma pueden encontrar AQUÍ y AQUÍ.

Igualmente me anoté para una extensión, o un curso de más alto nivel, sobre ley criminal y procedimiento en la misma escuela. Estoy ya cerca de la mitad en ese curso. Hmm, ya se me alargué más de lo que tenía pensado. Lo que quiero decir es: Si les ha agradado cualquier cosa que han leído en este sitio web, por favor consideren darme una mano para poder pagar estas clases. No soy demasiado orgulloso para decir que aún cinco dólares ayudarían. Las donaciones se pueden hacer a través de Paypal a mi fondo de Education and Defense (Educación y Defensa), que se encuentra AQUÍ. Este fondo es organizado y controlado por mi papá y cualquier donación que reciba de este tiro patético de ventas nunca llegará ni a cien millas de mis manos, así que cualquiera de las cosas horribles que la gente piensa hacen los convictos con su dinero realmente no aplica en este caso. Me incómoda en gran manera tener que hacer esto, pedirles este favor, pero creo que mi deseo de educación es mayor que mi malestar. Tal vez no debería sentirme como un caso de asistencia social, porque creo firmemente que el deseo de aprender siempre es un acto noble, sin importar las circunstancias, y todos sabemos que esto cuesta dinero. Bueno, ese es el asunto. No insistiré sobre ello. Gracias por su tiempo y cualquier atención se sirvan prestar sobre este asunto.



© Copyright 2009 por Thomas Bartlett Whitaker.
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