Sunday, June 1, 2008

Tres Simples Preguntas

Junio 1, 2008

Durante mi juicio, el Asistente del Fiscal de Distrito afirmó que yo era un “sociópata narcisista” que “no sentía nada”. Esa fue su lanzamiento de ventas para darme la pena de muerte. Obviamente, el jurado lo creyó. En ocasiones, quisiera que fuera verdad.

Me he sentido entumido hacia algunas cosas anteriormente; creo que la mayoría de nosotros lo ha sentido. Es la forma de poder sobrevivir los cuadros de cuerpos abotagados que van flotando por los ríos en Birmania, o las caras de padres llorando, observando las ruinas colapsadas de la escuela primaria en China, que salen en el noticiero de la noche y desgarran el alma. Desearía que en estos momentos pudiera sentir algo así, porque mi corazón se siente como si ha sido colocado en una cama de vidrios rotos y después pisoteado. En dos días, empiezan las ejecuciones nuevamente. Se me había olvidado lo horrible que se siente. La gran y siempre presente melancolía me sobrevino al observar a doce hombres empacar sus pertenencias y dirigirse al lugar de espera para la fecha de ejecución (el número real es más alto, pero solo vi a doce de ellos). Cuando recién llegué a este lugar, no conocía a muchos de los hombres que estaban siendo ejecutados. No podía creer que llevaran a cabo una ejecución por semana. En esta ocasión, los conozco a todos. A cada uno de ellos. He orado con algunos de ellos; algunos han sido mis víctimas en un juego de ajedrez. Uno de ellos, Lester Bower, es probablemente mi mejor amigo aquí. Conozco los nombres de sus esposas, los sueños de sus hijos. Ah, sí. Los conozco a todos.

La mañana en que la Suprema Corte dio su fallo, y levantó el “de facto moratorium”, yo me encontraba en la sección de visita, por lo tanto no había escuchado. Al regresar a mi sección (la cuál consiste de un pasillo largo, blanco, con una línea sólida azúl que corre al nivel de la cintura, puntualizada con un zigzag a cada 50 pies, que semeja el latido de corazón en una máquina de electrocardiograma…hasta que la línea se vuelve completamente recta a mitad del pasillo…les dije, el Departamento Correccional de Texas no es sutil), noté a un oficial de alto mando (el nombre y título se omite porque no quiero recibir una paliza de parte de los guardias) que estaba silbando mientras caminaba por el pasillo hacia la oficina del Mayor. Nunca he visto sonreír a este señor, ni reírse (ni siquiera cualquier cosa que pudiera interpretarse como una característica humana), así que me hizo pausar. Al entrar a la sección, había un silencio mortal. No se escuchaban los gritos, risas o llamadas de juego de ajedrez desde una celda a otra que normalmente se escucha. Cuando subí las escaleras hacia mi sección, escuché a alguien llorando; sollozos callados, entrecortados que salían de un mar de desesperación. Hizo que los pelos de mi cuello se pararan, algo sobre lo cual había leído, pero nunca lo había experimentado. Cuando pasé por la celda de mi vecino, murmulló dos palabras, y supe, “ellos ganaron”. Repentinamente entendí el silbido alegre del oficial. Me causó náuseas, más que cualquier otra cosa que hubiera pasado en ese día.

Para ser honesto, esperaba este fallo. Primeramente, la naturaleza de la Corte se ha inclinado fuertemente hacia la derecha desde que Bush tomó la presidencia, así que no había forma que fuéramos a tener un respiro de parte de ellos. Aún más importante, Kentucky era el estado absolutamente más PEOR de la nación en el cual se pudiera traer un caso de la Enmienda 8, ya que virtualmente, no han matado a nadie recientemente. Pero aún tienen esperanza. La esperanza de la muerte es una cosa poderosa para ser vista. Muerte en etapas. Las últimas semanas, he observado morir la luz en los ojos de los hombres que me rodean. Así que, quisiera poder encontrar ese entumecimiento de antes, y envolverlo alrededor de mis hombros como una cobija calientita. Pero no llega.

No niego esa gran maldad del pasado que existe en mi entorno. Mi alma llora por ella. Tampoco sugiero que todos los hombres en el Pabellón han hecho enmiendas por sus acciones. Creo que he expresado mi gran arrepentimiento anteriormente, aunque en forma torpe. No soy el único en este lugar que lo ha hecho. Poniendo a un lado a los que verdaderamente son inocentes (en forma estimada, y conservadoramente, son entre 5 – 10 por ciento de los prisioneros en toda la nación que están en los Pabellones de los Condenados a Muerte), hay mucho que expiar. Mucho que necesita ser vengado. Venganza. Es lo mismo. He recibido trece cartas desde el 16 de Abril (cuando se dio a conocer el fallo) de parte de grupos que están a favor de la Pena de Muerte, cuyo contenido ascendía a caras enormes sonrientes. Trece. Sí, ustedes, personas, son claramente los seres moralmente superiores, ¿no es así? Ustedes tienen todas las respuestas, ¿no? Aún en su enfermedad, les he perdonado, intentado alcanzarlos, tratado de entender por qué me odian tanto. Alguien a quién jamás han conocido. Tengo que reconocer, sí he sentido enojo. He pensado en escanear sus cartas y ponerlas en el sitio web para que todas las personas puedan ver lo “buenos” que son. Hasta comenzé a hacer esto. Escribí seis páginas, y era bueno. Tal vez de lo mejor de mis escritos. Nunca, ni una sola vez, me ha gustado nada de lo que he escrito, pero este estuvo cerca. Es fácil escribir cuando estás airado. Las palabras simplemente fluyen; se rompe la represa proverbial. Sin embargo, no me ayudó. No existió catarsis, ni sangría que liberó la presión. Fue esta realidad, más que cualquier otra cosa, lo que me causó soltar el lápiz. Me di cuenta, después de leer lo que había puesto en papel, qué tan bajo había caído. En verdad que me bajé al nivel de ustedes. Me sentí como si hubiera estado nadando en el caño. Así que mandé las hojas por el escusado, mandándoselas a ustedes por esa vía. Que les haga provecho.

Aún no he encontrado la situación en la que la ira pudo solucionar algo. Me imagino que es normal sentir rabia en ocasiones. Pero realmente no ayuda. Así que, sigan mandándome su basura ignorante, si les hace sentir mejor. Sin embargo, dudo que lo haga. Sigues estando tan lastimosamente airada hoy como lo estuviste hace nueve meses, Debbie. E igualmente ciega. Ignorancia. Ese es el problema, ¿no es cierto? Pensamos ser tan conocedores, ¿no es así? Diablos, es el siglo 21. ¡Dale un vistazo a lo que hemos hecho! Simplemente la semana pasada, aterrizamos un nuevo explorador en Marte. Claramente estamos más avanzados que lo que estábamos unos cuantos de cientos de años atrás. ¿Correcto? ¿Eso es lo que tú crees, verdad? Eso tiene que ser tu inconformidad, o no me estarías mandando resmas de hojas de cómo tú sabes todo y yo no sé nada. He decidido dejar de atacarte. Y seguiré así, porque, sin importar cuanto odias que te lo diga, no soy tu enemigo, y no te odio. Pero sí voy a arrojar el guante. Te voy a pedir que canceles esa jactancia tuya de asegurar algo. Tú afirmas ser tan conocedora, así que vamos a ver cuánto conocimiento posees. Te tengo un pequeño examen . Primeramente vamos a ver algo. Para que tú estés leyendo esto, en primer lugar, tuvieron que pasar un número de cosas. Una de ellas, tuviste que encender tu computadora personal, lo cual causó que la fuente de energía empezara a jalar energía de las redes de distribución. ¿Me podrías decir cómo funciona esto? Mientras estabas sentada, esperando a que apareciera el pequeño ícono de Windows, ¿sabes cómo se inició el sistema operativo? Tal vez conozcas un poco en relación al CMOS y cómo se divide el disco duro, pero, ¿lo conoces todo? Yo no. No me estoy burlando de ti, simplemente estoy preguntando. Y no profundicemos en cuanto a cómo funciona el internet y el TCP/IP. El punto que quiero mostrar aquí es este: para que siquiera puedas leer esto, varias millones de cosas tienen que haber pasado en forma correcta, y, con excepción de algunos muy inteligentes nerds en el Valle de Silicón, nadie lo puede explicar. En otras palabras, abunda la ignorancia. Aparentemente, qué fácil es olvidar esto. “O.K.”, dices. “Tal vez no sé cómo funciona mi televisión o mi teléfono, pero tengo buen manejo en cuanto al matrimonio entre homosexuales, la investigación de células madres, o la Pena de Muerte”. El hecho de que tantos de ustedes creen que estos asuntos sociales son más simples que los asuntos técnicos, debería de mostrarles su terquedad, pero no pasa así. Tienen puestas sus anteojeras, porque la vida es más simple cuando están convencidos de que la única porción del mundo (o de la verdad), es la parte que está enfrente de ustedes. George Orwell escribió, “Ver lo que está en frente de nuestra nariz requiere una constante lucha”, pero hemos olvidado eso.

De todos modos, voy a hacerte estas tres simples preguntas. No son complicadas. No se requerirá dar explicación sobre las ondas en la ecuación de Schrodinger o nada similar a eso. No son preguntas capciosas, pero sí enfatizan la diferencia entre la respuesta “correcta” y la respuesta correcta. ¿Qué quiero decir con eso? Respuestas “correctas” son aquellas que están excesivamente simplificadas, las que se nos han enseñado desde la primaria. Es la marca de una sociedad que se ha conformado con lo que le conviene, en vez de enfrentarse a un presente más complicado. Las respuestas correctas, por otro lado, son la verdad pura, sin destilar. Quiero que contestes estas preguntas, y después reconozcas algo ante mí. Si solo sabes la respuesta “correcta” a estas preguntas simples, reconoce que tal vez solamente conoces las respuestas “correctas” a algunos asuntos más complicados.

1) ¿Quién fue el primer presidente Americano?
2) ¿Cuántos sentidos tiene el ser humano?
3) ¿Quién dijo: “déjenlos comer pastel”?

O.K., fácil. Si tienes hijos pequeños, probablemente ellos podrían atinarle bien a las tres preguntas. Probablemente tú contestaste algo como:

1) George Washington
2) Cinco
3) María Antonieta

Estas son las respuestas “correctas”. El problema es, no son correctas. (Por cierto, las siguientes respuestas correctas provienen de John Lloyd). El primer Presidente Americano fue Payton Randolph. Él fue el primero de los catorce pre-presidentes del Congreso Continental (búscalo, si no me crees). Apuesto que la mayoría de ustedes ni siquiera han escuchado hablar del Sr. Randolph, lo cual está bien. Generalmente pasamos por alto detalles en la historia para simplificarla. Hay una tonelada de información, pero simplemente no tenemos necesidad de toda ella. El truco, claro, es nunca olvidar que las cosas se han dejado de lado para hacer que el viaje sea más fácil.

Existen por lo menos nueve sentidos sobre los cuales existe un común acuerdo, aunque la mayoría de los neurólogos tienen sus propias opiniones de si existen más de nueve (algunos dicen que hasta 21). Algunos de los cuales probablemente no mencionaste: termocepción, equilibriocepción, nocicepción, y propriocepción (éste último es el conocimiento inconsciente del lugar en que se encuentran las partes de nuestro cuerpo sin estarlas viendo o tocando…cierra tus ojos y mueve tu pie en el aire. Aún así, sabrás en dónde se encuentra en relación al resto de tu cuerpo, ¿verdad?)

La última pregunta en relación al pastel es un poco diferente a las primeras dos. En vez de mostrar cómo, en ocasiones, la verdad es cambiada por conveniencia. Ésta última representa como una total mentira puede ser indoctrinada de tal modo que se convierta en una creencia popular. Así que, ¿quién dijo “déjenlos comer pastel”? Bueno, pues no fue ella. John Lloyd escribe: “Probablemente recuerdan la lección de historia como si hubiera sido ayer. Es 1789 y la Revolución Francesa está llevándose a cabo. Los pobres de París están causando disturbios porque no tienen pan, y la Reina, María Antonieta, de manera cruel, tratando de ser graciosa o simplemente tonta, sale con la fatua sugerencia de que coman pastel. El primer problema es que no era pastel. Era brioche (el francés original es “Qu´ils mangent de la brioche”). De acuerdo con el Oxford Companion to Food de Alan Davidson , “El brioche del siglo dieciocho solamente era ligeramente enriquecido con cantidades modestas de mantequilla y huevos, y no era muy diferente a un buen pan blanco”. Así que, el comentario pudo haber sido un intento de bondad: “Si ellos quieren pan, denles un buen pan”. Solo que, María Antonieta no fue la que lo dijo. Esa línea había sido usada, por escrito, como una ilustración de la decadencia aristocrática desde por lo menos 1760. Jean-Jacques Rousseau afirmo que él lo había escuchado por primera vez tan temprano como 1740, y probablemente se inventó con el propósito de hacer propaganda. El Sr. Lloyd sigue explicando más ampliamente, pero el punto es este, son puras tonterías. Todas mentiras. Y mi mayor propósito es este: ¿es probable que también sea esto, mucho de lo que ustedes creen ser verdad? Así que, ¿cómo podemos saber lo que es verdad? Henry Suso escribió: “Por medio de la ignorancia se conoce la verdad”. Primeramente, tienes que reconocer que hay una infinita cantidad de conocimiento, y que solo es cuestión de buscar para encontrar la verdad. No recibirás la verdad, toda la verdad, viendo las noticias de la noche. No la recibirás de tus oficiales que elegiste. No la recibirás en el despachador de agua.

En conclusión, vean este enlace. Esto es la lista de los nombres de hombres que están programados para ser asesinados por los ciudadanos de Texas. Lee cada uno de los nombres, uno por uno. Si con verdad, puedes decir que estás seguro de su culpabilidad, o de su total falta de valor como seres humanos, entonces adelante, cierra este sitio web y sigue con tus asuntos. Si tienes alguna duda, o estás incómodo con la idea de participar en esto, tal vez es tiempo que des verdadera consideración a este asunto. Porque eres un participante. Si vives en un estado en donde ejecutan gente, significa que tus líderes electos creen que esto es lo que tú deseas. Todo lo que yo deseo es que te veas en un espejo y te preguntes: “¿Es lo que yo deseo?”


© Copyright 2008 por Thomas Bartlett Whitaker.
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