Friday, July 27, 2007

Dejando Sugar Land

Julio 27, 2007 – 2:20 a.m.

He estado mirando mi máquina de escribir estos últimos días como si fuera a brotar dientes y arremeter contra mí. Creo que nunca he apreciado la carga que los escritores tienen en su oficio. Si la verdad de su trabajo es ciencia ficción, fantasía o drama histórico, tienen que darle al clavo con exactitud, como suena en sus cabezas, o se convierte en basura. Hay un dicho viejo en la militar: “La distancia máxima efectiva de una excusa es cero metros. Así que, a pesar de mi mismo, aquí estoy. Así que, tómala, máquina de escribir demoníaca. Aún cuando no guardé copia de lo que escribí la última vez, he estado pensando acerca de ello. Intentando figurarme si estoy más ilustrado o sabio. Me imagino que las epifanías toman tiempo. Ya sea eso, o estoy siendo denso. Yo creo que lo que me sorprende más acerca del último episodio fue lo lleno que estaba de hoyos, como si hubiera, en alguna parte, decidido que enlistar los eventos en orden secuencial se había tornado pasado de moda. Intentaré llenar algunos de esos huecos por omisiones. ¿Cómo es que uno llega al pabellón de los condenados a muerte? Es una pregunta difícil, y una que ni siquiera voy a intentar contestar en una sola sentada. Metafísicamente, psicológicamente, o espiritualmente - aún no estoy listo para contestar esos. O, más bien, tengo la sospecha que aún si lograra salir con algunas respuestas que fueran satisfactorias, mañana mi opinión habría cambiado drásticamente. ¿Qué estaba pensando? Así que, pondré esos aspectos en espera y me concentraré en los aspectos más factuales y prácticos de la cuestión. Ah, pragmatismo. Me envuelves como una cobija calientita.

Estaba completamente esperando ser puesto nuevamente en segregación administrativa después de que dieran el veredicto. Pasé mis primeros seis meses en segregación después de mi arresto en México. No le llaman “el hoyo” por nada. Nada de T.V., nada de radio, nada de recreación, nada más que una cama y regadera, y, si tienes suerte, el capellán te traerá el carrito con los libros cada cuantas semanas para que por lo menos puedas aparentar que no te estás volviendo completamente loco. No es necesario decirlo, después de un año en la población general, no estaba muy entusiasmado con el prospecto de regresar al 2 sep 10. Para mi sorpresa, no me cambiaron ni me hostigaron en ninguna forma, excepto por las desvestidas, registradas y visitas para registrar las celdas sin previo aviso, etc. Esto pudo haber sido una situación extremadamente peligrosa para el Condado de Fort Bend – me acababan de dar la sentencia de muerte y aquí me encontraba, entre 23 prisioneros con cargos de delitos menores. Si realmente hubiera sido la persona que el Estado decía que yo era, fácilmente hubiera podido lastimar o matar a alguno. Lo que quiero decir es que, solo me puedes matar una sola vez, ¿correcto? ¿Qué me detiene, además de mi propia moralidad? Después de 18 meses en la cárcel, sin embargo, todos los guardias y la administración sabía lo que el Fiscal de Distrito sabía – yo no era una amenaza para nadie, excepto para mí mismo. Claro, hoy en día los juicios tienen tan poco que ver con la justicia, y solo se trata de ganar. Así que, aquí estoy.

Todos esperaban que yo sería transportado rápidamente al Departamento Correccional de Texas. En el condado de Harris lo llevan a cabo el mismo día en que se da el veredicto. Recibir las esposas y los grilletes , como se dice en lenguaje vernacular, generalmente se lleva a cabo en unas cuantas semanas para convictos normales, pero, siendo Hannibal Lector, empaqué mis cosas inmediatamente, esperando ser retirado a la siguiente mañana. Regalé la mayoría de mi comida y varios artículos que había coleccionado en el último año y medio: mis libros de crucigramas Mensa, mi petate para dormir extra pesado, mi corta-uñas de contrabando, etc. Poco sabía que iba a tener que esperar tres semanas para que llegaran mis esposas y grilletes para ser transportado. Sorprendentemente, nadie fue apuñalado o comido. Increíble.

El Viernes, 23 de Marzo, alrededor de las 3:30 a.m., fui despertado por un solo guardia que me dijo que “empacara mi basura”. Lo hice con un corazón pesado. Odiaba Fort Bend, pero se había convertido en mi hogar por algún tiempo, y en realidad había hecho unas cuantas amistades durante mi estadía. Estos amigos desde esa fecha ya han desaparecido, sus cartas esperadas y prometidas nunca llegaron. Creo que parte de mi tristeza en dejar la cárcel del condado de Fort Bend era que ya sabía que esto pasaría. Diez movidas. Siempre diez movidas de delantera.

No sabía qué esperar. Normalmente el Departamento Correccional de Texas recoge a los futuros convictos en camiones azul-pájaro. Sin dudar, ustedes han visto éstos, manejando por la carretera: blancos, muchos barrotes y caras tristes. Mi cadena resultó ser un simple carro de policía de Fort Bend. Después de unas cuantas horas de espera en el tanque de detención, un sargento y un ayudante del sheriff fijaron las cadenas de la pierna, cintura y muñeca, bien ajustado ,en preparación para el viaje. Ya me había acostumbrado a esto. Para lo que no estaba preparado fue una caja grande, negra y pesada que fijaron a mi antebrazo izquierdo con una chaqueta de neopreno. Esta era una chaqueta electrificada con 80,000 voltios, activada por un control remoto que estaba fijado al fajo del sargento. Yo solo esperaba que ella no fuera a golpear el volante mientras íbamos de camino. Al caminar arrastrando los pies por el área de detención, la mayoría se detenían y me miraban fijamente. Unos cuantos de los miembros administrativos, los cuáles había conocido por algún tiempo, saludaron con un movimiento de cabeza. Uno de ellos, un sindicato llamado Vásquez, colocó el puño derecho sobre su corazón. Yo lo saludé con movimiento de mi cabeza, mi cara un mapa de la tundra. Seis meses antes, Vázquez y dos de su familia tenían órdenes de darme “una revisada de corazón” cuando se me cambió al 4D. Me acorralaron en el segundo piso, probándome. Parece que pasé el examen, ya que no me apuñalaron. Todo se centra en los ojos con estos gatos – los ves con mirada penetrante y dura, o bajas la vista. Si evitas mirar penetrantemente y con mirada dura, puede resultar en unos efectos bastante malos. Hay cosas mucho peores que rendirte, lo he visto, he intentado detenerlo, me han golpeado. No estoy seguro en dónde se encuentra Dios durante estas ocasiones. Me he esforzado vivir como pienso que El quiere que viva en estos últimos tres años, pero en ocasiones, el voltear la otra mejilla significa voltear la cara completa, y hay ciertas cosas que no puedo permitir. Y punto.

El recorrido de salida de Sugar Land fue doloroso. Casi no reconocí nada a mi paso. Todo había cambiado tanto. Y sin embargo…tenía tantas memorias de todo esto. Miré hacia abajo de la autopista al pasar la entrada del vecindario donde crecí. Parecía haberse reducido, no comprendo por qué. El viaje era como una exposición de diapositivas mórbida. Toda mi vida pasó por delante de mis ojos, literalmente. Al acercarnos al área de Galería, volteé mi cara al éste, hacia el Triángulo Bellaire. Hacia ella. Me pregunto si me sintió al pasar. Sabía que jamás estaría cerca de ella de nuevo. Recuerdo haber sentido como si se hubiera jalado un tapón gigante, y todo el universo estaba girando hacia un inmenso resumidero. Aún me siento así cuando pienso en ella. Así que, intento no hacerlo. No funciona.

Pasamos por el centro, cerca del último lugar donde trabajé. Pensé en toda la gente que pasamos. Una buena cantidad de ellos probablemente habían estado sintonizados a alguna porción del noticiero que habían pasado sobre mí en las últimas semanas. Todos esos millones de personas, y no hay una sola persona que tiene idea de quién soy en verdad. Es mi propia culpa, claro. Después de tantas cámaras, estoy listo para que se olviden de mí. Pensé en ese entonces que ya tenía conocimiento de lo que era llegar al Pabellón de los Condenados a Muerte. Es un sentimiento que ha sido edificado y ha crecido en los últimos cuatro meses. Venir aquí, personifica la esencia de lo que es ser olvidado. Tienes suerte si logras mantener contacto con cinco personas de tu vida pasada. Me considero con suerte. Aún tengo a mi padre, un par de abuelos, dos primas que me escriben de vez en cuando. Mi cuate Ben, el cual conocí en la cárcel, me mantiene conectado al mundo real. (Creo que la prisión es el único lugar en América donde un joven blanco puede usar la palabra cuate y no sonar como un idiota.) No puedo pensar más que en esos amigos que tenía en el mundo libre, el significado que tendría recibir una carta de ellos. Después tus cartas empiezan a regresarse con “regresar al remitente”, y te das cuenta que el sonido de un corazón roto es igual al de un portazo. La verdad, sin embargo, yo mismo no fui muy buen amigo, y no los culpo por colgarme a secar. El mundo es una rueda, me imagino.

Normalmente, los convictos llegan a una unidad de transición al principio, como Holliday o Garza este/oeste. En cierta forma me imaginé que estaría saltando esta parte del proceso, y estuve en lo cierto. Me llevaron directamente a la Unidad Byrd en Huntsville, en donde fui procesado y pasé por Diagnóstico. Nos tomó un poco de tiempo lograr entrar a la Unidad. Nuestro vehículo fue escaneado a conciencia, nuestros documentos confirmados. Pasamos por varias áreas con cancel, llegando, por fin, al área Diagnóstica. Un teniente me recibió con “Dios, Whitaker, eres aún más feo en persona que lo que eres en la televisión.” Me mordí la lengua, evitando sacar el vasto comentario que vino a mi mente, y simplemente lo miré fijamente. Se me dirigió a un área enjaulada grande, en donde se me desvistió, registró, rasuró y interrogó. Se me dio mi primer bolsa Johnny del Departamento Correccional de Texas, una experiencia que podría haber pasado por alto. Una bolsa Johnny consiste de un sándwich de carne, y un lamentable sándwich de crema de cacahuate de origen dudoso. Si los cacahuates pudieran crecer en los pozos de chapopote La Brea, puede ser que se hubiera asemejado al sabor de la crema de cacahuate que daban en el Departamento Correccional de Texas. Eventualmente se me dio un jumper de delincuente, todo blanco, y me guiaron hacia un área de oficina para tomar mi foto de identificación, y nuevamente interrogarme. Me recibió un guardia, empujándome hacia la pared, con una mirada lasciva. “Mira, personaje, tú contesta esas preguntas, y no quiero escuchar ningún comentario sarcástico, ¿de acuerdo?” Asentí con mi cabeza, enfocando mi mirada a una distancia media, en algún lugar entre este mundo y el otro. Sabía que él quería que le respondiera: “Sí, jefe”, o alguna otra tontería, así que simplemente mantuve mi boca cerrada. El frunció el seño, y no fue una mejora. Su cara parecía queso cottage y estaba…ah…circunferencialmente deficiente, diremos. Se veía vagamente lo que lograrías tener si empalmaras el ADN de un humano con el de un perro bulldog Inglés. Era obvio que ningún tipo de humor sobreviviría ese cruce genético. Lo bautizé como Sturm. Más tarde conocería a Drang. Arthur Miller una vez dijo que verdaderamente se puede decir que una era ha llegado a su fin cuando sus ilusiones básicas se han agotado. En algún lugar entre Johnny # 1 y el tango del millón, varias eras llegaron a su fin para mí. Thomas Bartlett Whitaker de alguna manera tuvo una morfósis a 999522. Pensarías que tal transición sería anunciada con truenos y relámpagos, o por lo menos con una música de órgano macabra. La verdad es, cuando realmente no te quieres, apenas se nota cuando eres reducido a la nada. Es muy sutil. En un minuto eres una persona, y al siguiente, un animal raro y detestable esperando una etiqueta en tu dedo del pie.

Eventualmente, el equipo de transporte de la Unidad Polunsky aparecieron para llevarme al Pabellón. No era el único prisionero con un triple-9. Charles Smith, alias Sombra, estaba yendo de regreso a Polunsky de su tratamiento semanal de diálisis. Había estado en el Pabellón por 18 años. Ahora ya está muerto. Lo mataron Mayo 16, si bien recuerdo. En ocasiones, es difícil recordar las fechas. Texas mata más prisioneros que todo el país junto, así que se juntan en una forma de una imagen borrosa. En ocasiones hay una ejecución por semana. La última semana de Agosto, van a matar a tres. Es bastante inevitable, dado a la forma que la Corporación Correccional de America de Texas y el Quinto Circuito truncan el proceso de apelación. He estado buscando el término que describiría adecuadamente el proceso draconiano de apelaciones aquí en Texas, el estado de una sola estrella (salvo el uso de palabras obscenas, claro). Creo que la descripción que se usa en ajedrez, “Zugzwang” es el que mejor le dá. Una situación en dónde cualquier movida posible es una desventaja a los jugadores. Pero, es lo que es – todos morimos. Solo es vida, no deberías estar tan encariñado con ella. Yo lo veo de esta forma: o me voy a casa, o me voy a Casa. Espero que pueda ver la forma de pagar la cuenta principal por mi sentido de culpa, en vez de estos pagos de intereses. Me están matando.

© Copyright 2007 por Thomas Bartlett Whitaker.
Todos los derechos reservados.

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