Sunday, November 29, 2009

Llamando Para Comentar

Noviembre 29, 2009 – Domingo

Perdónenme, pero he estado un cuanto bajo últimamente. Nada con lo que les pueda aburrir, porque Dios sabe que ya existen suficientes quejas en la Tierra Digital, y yo ya he agregado mi buena parte de ellas. Adicionalmente he estado bastante ocupado con algunos acontecimientos en mi caso y esto siempre parece bajar mis ánimos. Existe un tipo de tótem de responsabilidades que procuro honrar y este sitio web ha resbalado en los rangos a un estatus bastante deplorable, de tercera calidad según Dios. Recientemente le comenté a un amigo mío que también escribe blogs, que últimamente no he sentido deseos de escribir, y me caucionó que los estudios muestran que las personas que permiten que pasen más de dos o tres semanas entre una actualización de blog y otra, pierden un 75% de sus lectores. Mi primera reacción al escuchar esto fue: ¿Existen personas que realmente estudian esta basura? Mi segunda fue: Me importa menos y menos tener lectores de lo que me importaba hace un año. Probablemente existen muchas razones para esto, pero estoy demasiado cansado para desarrollarlas. Así que, perdón por adelantado por la basura que están por leer. El tiempo de ustedes probablemente sería mejor aprovechado viendo You Tube…y no se, gatitos vestidos como panecillos, o algo así. Sin embargo, solo por si acaso mi amigo y estos indudablemente aburridos científicos están en lo cierto, aquí les van unas piezas de información tomadas al azar que tal vez encuentren interesantes. Nuevamente, perdón . Mis musas me han abandonado.


¡Arriba la Justicia!

“¿No sabes, mi hijo, con cuan poco entendimiento es reinado el mundo?”
Papa Julio III

Resulta que estaba yo equivocado en cuanto a Cameron Todd Wilingham. No en cuanto a su inocencia. En cuanto a eso, la evidencia y la ciencia continúa apilándose, a pesar de los patéticos intentos transparentes de la administración de Perry para afirmar lo contrario. Estaba equivocado en pensar que a la gente realmente les importaría. Ya sé, ya sé, ¿a quién le podría importar en lo más mínimo acerca de un oficial electo intentando callar un asesinato ilegítimo que fue consentido por el estado? Me imaginaría que si al Gobernador Pelo Perfecto lo hubieran pescado con su amante argentina, las personas estarían pidiendo su cabeza. De alguna manera, en los alcances cretinos del Infierno Conservador, se ha decidido que Dios odia un pequeño juego extramarital más de lo que odia bombear unos cuantos dólares de veneno en las venas de un hombre cuyo peor pecado parece haber sido tener gusto por la música heavy metal. ¡Esto tiene mucho sentido para mí!

No puede uno obligar a que las personas se interesen. Lo entiendo. La vida no es sagrada. Ya no, y no existe el perdón. Ningún crecimiento personal. Ya no. Perdónenme si se me escapó el memo.

Ya entiendo: Nadie está escuchando. Bien. Afortunadamente, mis metas no dependen de la retroalimentación del lector. Están apuntaladas por convicciones internas, así que, tomando el riesgo de verbalmente atacar en forma severa lo obvio, voy a continuar golpeando el tambor de guerra sobre esta cosa de Willingham por un poco más de tiempo.

Recientemente Perry hizo el comentario de que aún el propio abogado de Willingham “lo llamó un monstruo”, como si la opinión del abogado de DEFENSA le importara. Si hay algo que cree Perry, es que los abogados de defensa son tipos liberales, corrompiendo sus oportunidades de “Reforma responsable de agravio.” Si yo no estuviera tan malditamente enojado, tal vez me divertiría la forma en que lucha por mantenerse a flote en estos días.

Lo que Perry conoce muy bien, y lo que cada abogado que ha respirado bien sabe, es que, una vez que el juicio ha terminado en un caso capital, el consejero de defensa anterior se convierte en el testigo estrella del estado. Las razones para esto son trágicamente mundanas, y ustedes serán perdonados por pensar que simplifiqué mi argumento para ahorrar tiempo. No lo haré.

Una vez que los abogados de apelación aparecen, el juego ha cambiado. Uno deja de ser una persona para convertirse simplemente en un número, un pre-cadáver. Aún los guardias decentes (y sí existen unos cuantos de estos, a pesar de mi cinismo…perdónenme ustedes los pocos nobles) tienen la tendencia de verlo a uno como algo menos que humano. La clave de sobrevivencia es en mostrar que los errores que hubo en tu caso eran tan graves que eres digno de un nuevo juicio. Un punto clave: Nunca ha habido, y nunca habrá tal cosa como un juicio perfecto. Esta no es una afirmación ni liberal ni conservadora. Es una verdad ampliamente aceptada en la comunidad legal. Estoy bastante confiado en que la mayoría de ustedes que están leyendo este artículo conoce por lo menos a un abogado. Pregúntenle a él/ella si no me creen. Uno de los asuntos más comunes que intentan desarrollar los abogados apelantes es el hecho de que el abogado defensor no hizo su trabajo adecuadamente, (metiendo la pata). Si lo errores que cometieron fueron suficientes, se les considera haber sido “inefectivos”. Esta es una carta escarlata para los abogados de defensa capital. Se debe evitar tanto como fueron alguna vez las llamas de autodefensa. Existen bastantes maneras en que los abogados meten la pata, y la misma cantidad de formas en que intentan deslizarse de la responsabilidad de un mal veredicto.

Pueden observar esto exhibido en mi propio caso. Si un abogado puede mostrar que sus decisiones horribles formaban parte de una “estrategia de juicio”, generalmente se salva. Otra verdad del mundo legal: El crimen que cometes te arresta; tu abogado consigue tu sentencia. Para más sobre esto, vea este weblog.

¿Por qué le dan tanta importancia al título de inefectivo? Bueno, por el dinero, claro. Estamos tratando con abogados, ¿lo recuerdan? ¿Cómo podría ser cualquier otra cosa? Si un abogado se le etiqueta inefectivo, la ley de Texas establece que ya no podrán tomar el lugar presidiendo en casos capitales. Esto efectivamente significa que salen perdiendo de los altísimos honorarios a los que se han acostumbrado. La defensa capital es un aire rarificado. La mayoría de los abogados no tocan estos casos. Sin embargo, aquellos que lo hacen, son tipos de lo mejor, los cuales son bastante bien remunerados por sus esfuerzos. Por lo tanto, en vez de ganar pago de seis o siete cifras, estos abogados ahora deberán rebajarse a tomar casos más mundanos. Esto es un golpe bastante duro sobre sus egos, ya que toda la comunidad legal en el estado se da cuenta de sus fallas. He encontrado que mi abogado de juicio ha puesto mucho más esfuerzo en defender su “estrategia” en mi juicio que lo que realmente hizo por defenderme. Esto no es anormal; eso es la Justicia en el Estado de una Sola Estrella (explicación: La bandera de Texas tiene una sola estrella).

Y llegamos a David Martin. Él era el “abogado” de Willingham. Y sus comentarios de que Willingham era un monstruo era un intento patético egocéntrico para distanciarse del fracaso moral y táctico de haber permitido la ejecución de un hombre inocente. Pueden ver una entrevista que este “abogado” tuvo con Anderson Cooper aquí. El charlatán se ve tan interesado en la justicia real como Lord Byron lo estaba en la consejería conyugal. Un total y completo ignoranus. (¿Lo entienden? Una persona que es tanto estúpida como un maldito. Suspiro. Como les dije anteriormente, han sido unas semanas muy largas.)

En este caso, la verdad parece estarse escapando de todos nosotros. Perdónenme que siga insistiendo en esto, pero cuando la verdad nos evade en cualquier asunto, no podemos echarle la culpa a nadie más que a nosotros. Siempre somos cómplices voluntarios a su trayectoria. Bueno, yo no participaré en permitir que la memoria de este hombre sea enterrada. Sobre ese punto, concluiré esto con las opiniones de unas cuantas personas a los cuales deberían realmente prestar atención.

Gamso por la Defensa

Defendiendo a las Personas

Despotique de Un Defensor Público/Predicando al Coro




ACTUALIZACIÓN DE MI CASO

Unos cuantos de ustedes parecen haber gozado leer mi orden judicial de habeas corpus (o por lo menos simularon tener interés…gracias por eso), por lo tanto pensé que sometería actualizaciones periódicas sobre mi caso. Para resumir, mi apelación directa ha sido rechazada. Sometimos mi orden judicial en Abril de este año. Recientemente, el estado ha respondido a mi orden judicial, y como comenté anteriormente, mi abogado del juicio es su testigo estrella. Me lanzó por debajo del camión con un aplomo esperado, yendo al punto de llamarme un “psicópata manipulativo”, algo que hasta ahora el Fiscal Asistente de Distrito ha pronunciado. (Existe una gran diferencia entre un psicópata y un sociópata, por si les interesa saber). Fred Felcman también pudo meter su palabra, aunque su declaración jurada contradice varias de las mías. Para poder resolver varias de estas contradicciones, hemos sometido una moción en la corte del Juez Vacek pidiendo una vista evidencial. Aquí está una copia de esta moción, lo cual expone con más detalle, las razones para tener una vista. Adicionalmente, pueden leer una declaración juramentada suplementaria que mi papá ha puesto aquí, en respuesta a algunas de las afirmaciones de Randy McDonald.





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Saturday, November 21, 2009

Un Relato de Cinco Cárceles – Condado Polk IAH (Parte IV)

Noviembre 21, 2009 – Sábado

“…y te escucho hablar entre dientes
quedamente y como un lamento,
como si estuvieras cantando un réquiem:
“No puede ponerse peor,”
tú dices
“Tocamos fondo,”
tú dices.
“¡No hay más dónde ir que hacia arriba!”
tú dices.

Y yo me río de ti
por dentro.
Y lloro contigo
por dentro, simultáneamente, consciente de la contradicción.
Las desilusiones nacen de expectaciones.
Estás por caer,
Brazos sacudiendo para balancearte
Más duro-lejos-profundo
hacia el frío fraudulento mundo real
mas que lo que pudieras imaginarte.


Matthew Kharios “ Tú Dices”

Es una falsa ilusión, nuestra fuerza. En forma muy frecuente pensamos que nuestras posiciones en el mundo están seguras. ¿Y, por qué no? Es fácil asumir que mañana se comportará más o menos como hoy, lo cual se comportó muy similar a ayer. Te levantas. Tomas un baño de regadera, bebes una taza de guadiche. Escuchas a tus vecinos quejarse y gemir, mientras intentas poner atención a las noticias. Pero cada día no es igual. Algunos días te hacen sentir como rey. Algunos te quiebran a la mitad. Algunos días recibes Hamlet. Otros días recibes una obra burlesca. “No se trata de la elevación o la caída”, me gusta decirme a mí mismo, “lo que te define. “ Se trata de soltar la gloria temporal con gracia o el hecho de volverte a levantar lo que hace esto.

En resumidas cuentas, eso es lo que me gusta decirme a mí mismo.

La realidad: ninguno de nosotros somos tan nobles como nos gusta hacernos creer, y la verdadera naturaleza del mundo frecuentemente se nos escapa. Seguramente, todos somos cómplices voluntarios de su huída, pero ignoramos esto porque somos débiles. O flojos. O envidiosos. En algunos días no vale la pena levantarse de la cama. Bueno, cuando uno está en la cárcel, ningún día conviene levantarse de la cama, pero creo que entienden lo que quiero decir. Ese día, un miércoles, tuvo un comienzo bastante normal para mí: Regresé a la cocina alrededor de las 2:00 p.m., tomé una ducha, y me dormí. Goldilocks Man me despertó alrededor de las 8:00 p.m., como habíamos acordado. Hasta me quejé y gemí, como los demás, de ser despertado. Recuerdo haber comido – eran salchichas hurtadas y sopa Ramen lo que estaba en el menú esa noche. En cierto modo recuerdo haber escuchado el sonido de la trampa al final de A-ha abriéndose, aunque no le di importancia. Simplemente era uno de mil ruidos repetitivos que rápidamente se desvanecen dentro del entorno y son detectados solamente en forma parcial. Probablemente solo era un oficial haciendo su conteo, pensé, más interesado en mi cena que en el mundo fuera de mi jaula. (Uno de los primeros pasos mayores en convertirse en un institucionalizado, ahora comprendo.) Es un sonido curioso, cuando un cancel hace “pop”. Un sonido curioso que estaba por cambiar la vida de un amigo en forma tan completa que bien pudiera haber sido un disparo de pistola. En cierta forma lo fue, haciendo eco desde miles de millas de distancia.

Sin prisa caminé hacia la ventana, mi plato hondo en mano. En lugar del oficial esperado que camina en forma holgazana por el pasillo, vi una manada de guardias, todos caminando con expresión determinada en sus caras. En el centro del grupo caminaba un hombre vestido en ropas de mundo libre: el alcaide.

“¡Maldición, resgistro, registro, maldición!” gritó Boxcar Slim al verlos. Todos soltamos un suspiro de alivio cuando nos pasaron por alto, dirigiéndose hacia el tanque en frente del nuestro. Todos allí “agarraron sus literas” como se les ordenó, y la masa de Civigénicos en gris y negro entraron con rapidez. Confesaré, existe una cierta cantidad de schadenfreude (placer en el infortunio de otros) involucrado cuando observas que alguien más está por recibir el golpe, y no tú. Esto se terminó rápidamente cuando llamaron hacia adelante a Ray para hablar con el alcaide. Solo fueron necesarias unas cuantas oraciones de parte de este hombre para arrasar el mundo de Ray. Pasó un segundo que pareció como un millón de años, y la cara de Ray repentinamente se contorsionó en un rictus de dolor, y comenzó a gritar y llorar, aventando golpes hacia el alcaide. Los otros guardias con rapidéz se fueron sobre él, deteniéndolo, pero, también noté, sosteniéndolo para evitar que se cayera. Esto se me hizo muy raro, ya que la táctica estándar penal del equipo de extracción siempre involucra forzar al prisionero al piso a la velocidad máxima posible. Mi mente empezó a conectar los puntos, pero no deseaba viajar por el camino hacia donde me estaban dirigiendo. Todos estábamos paralizados, observando esto que pasaba, este descarrilamiento de tren, este drama inescapable. Ray siempre fue un cuanto distraído, y propenso a arrebatos emocionales los cuales casi nunca eran racionales, pero esto era algo diferente. Algo malo. Big C me volteó a ver y supo que ambos estábamos pensando la misma cosa.

El alcaide rápidamente se retiró, viéndose taciturno. Varios guardias se quedaron para observar mientras Ray empacaba sus escasas pertenencias, antes de escoltarlo por el pasillo. Ni siquiera se percató de los ocho de nosotros que lo observábamos desde las ventanas, nuestras manos sobre nuestros corazones. Estaba completamente perdido dentro de cualquier infierno que había ascendido de la tierra para envolverlo. Tan pronto se retiraron, Big C trató captar la atención de un amigo suyo en ese tanque. Se veían grises y alicaídos, como si a todos les acabaran de dar la noticia de que Ray había sido infectado por la plaga. Su amigo eventualmente notó a C agitando sus brazos, y levantó un pedazo de papel y rápidamente garabateó, en grandes letras de molde: “Hijo matado en Iraq. IED”

Todos caímos en silencio. La mayoría de nosotros simplemente nos quedamos sentados durante un rato, tratando de imaginar el dolor que debía estar pasando. Yo sabía lo que sentía un poco más que la mayoría, y me encerré un poco en mí mismo. Eventualmente decidimos orar por Ray, nuestras manos empuñadas y colocadas una encima de las otras, formando un gran círculo. Era todo lo que podíamos pensar hacer.

Nunca volví a ver a Ray. Eventualmente sí me topé con personas que habían estado encerrados con él a su regreso a Fort Bend. Estaba completamente quebrantado, casi no comía. No lo dejaron salir para el funeral, debido al hecho de que, como este era su tercer CBI (conduciendo bajo intoxicación), ahora era clasificado como un “delincuente peligroso”. Eventualmente aceptó los cargos de conducir borracho, y como buena medida, aceptó el cargo maldito de resistir arresto, el cual siempre fue su intención pelear. Creo que simplemente dejó de importarle, y el Asistente de Fiscal se percató de esto y le impuso todos los cargos extras que pudiera agregarle. Alguien me dijo que le dieron 15, otros, 20. Realmente no importaba. Podrían haber sido 1,000 años, debido a la forma en que terminó: Ray se colgó en su celda a finales del 2007, mientras cumplía su sentencia en una unidad de tránsito en las afueras de Huntsville. Esto muestra que la vida es más que nada una casa de naipes, y que todos nosotros estamos solo unas cuantas oraciones de la catástrofe.

Cada memoria está arrestada aquí. No puedo recordar mucho de lo que pasó el resto de ese día. Todo el equipo de cocina se encontraba alicaído. Todos nosotros, matones endurecidos (se supone), y sin embargo no existía un hombre allí que no se daba cuenta de que acabábamos de presenciar el fin de un ser humano-compañero, y nos dolíamos con él. Su hijo era todo para Ray. Me mantenía observando la estación de Ray, medio esperando verlo haciéndose el tonto con algún otro de los cocineros, incendiando las papas fritas de nuevo. Pero se había ido de nuestras vidas, y en su lugar se encontraba un hombre Mexicano obeso llamado El Sordo, el cual conocía lo suficiente en cuanto a los alimentos para nunca incendiar nada. La muerte tiene forma de pulir tu vida. Todas aquellas tonterías pequeñas a la que uno le acreditaba importancia con rapidéz son erosionadas. Mis tres mejores amigos cuando era niño murieron, dos de ellos el mismo día, a cientos de millas de separación. El piso se sume, y después de que topas con lo que piensas es el fondo, la escalada nunca te regresa al punto de elevación al que acostumbrabas llamar hogar. Claro, amontonas otras cosas dentro del hoyo en forma de una persona que antes tenía importancia para ti, pero nunca se llena. Para algunos de nosotros, al contrario, el hoyo mismo empieza a llenarnos.

En retrospectiva, todos estábamos tensos. Ese es un lugar peligroso para vivir, y siempre he pensado que también es poco honrado. O toma un paso atrás y deja de fingir, o sigue adelante y lanzate sobre el borde. (Un hecho que fue, en forma bastante literal, atestiguado por un comentador de mi vida pasada al final de este artículo.) El grupo de nosotros que jugaba frontenis de mano durante recreación apenas hablábamos durante algunos días, simplemente aventando la bola hacia el otro como si el hecho podía disipar en forma catártica lo que habíamos presenciado.

Fue durante uno de los descansos de esos juegos que me di cuenta de qué tan cobarde aún podía ser, y más de lo que quisiera saber en relación a lo inconstante y relativa que es la naturaleza de la moralidad.

Este patio de recreación, al igual que todos los demás que he visto, estaba dividido en bandos. No requiere de mucho tiempo para dividirse en esta forma, las piezas pareciendo caer en su lugar casi inmediatamente. La cancha de frontenis de mano era principalmente ocupada por los trabajadores de la cocina y era la única zona verdadera en donde las razas se mezclaban. El área junto a las ventanas de la pared norte era el lugar de reunión de seis o siete delincuentes sexuales (todos de raza blanca). Una vez que habían reclamado este deporte, nadie más quería estar cerca de ellos, aún cuando este era el único lugar de donde se podía ver el otro patio de recreación, el cual usualmente era ocupado por las hembras encarceladas por el Mariscal de los Estados Unidos. (esta era la razón por lo que estos despreciables tipos escogieron este lugar en primera instancia). Un grupo de supremacistas blancos se apoderaron de la cancha por la pared del sur, junto a los baños. La mayoría de los Mexicanos se sentaban junto a la pared este, platicando. Como si estuvieran actuando algún tipo de obediencia al imperio de los bandos, los Afro-americanos reclamaron las canchas de basquetbol. Claro, existía algo de mezcla de bandos, pero estas divisiones se mantenían bastante firmes.

Mi equipo de cuatro estaba tomando un descanso del juego de frontenis de mano mientras que varios de nosotros, los que éramos menos coordinados, simplemente tonteábamos. Debería haberme dado cuenta que venía, pero no estaba poniendo atención. Space City estaba practicando uno de sus servicios, hablando tonteras a un oponente imaginario, cuando realmente le pegó duro en uno de ellos. La pelota botó incontrolablemente de la pared, y rodó por todo el patio hasta llegar a ponerse en medio de un juego de basquetbol de la calle fieramente conectado. Esto no se parece para nada a lo que verían en el NBA. No existe el juego sucio. Uno de los jugadores pisó la pelota y se tropezó, cayendo al piso, fuertemente. Estando en el piso, alguien tomó un clavado sobre él. El hombre caído, un gorilón llamado Razo (al cual le gustaba llamarse “silverback” (espalda de plata) y efectuaba ruidos de gorila), se levantó de un salto, impugnando el juego. A continuación se presentó un pleito fiero, completo con muchos empujones y aventones. Si las cosas simplemente se hubieran quedado como estaban, es probable que los dos hubieran peleado, y la pelota hubiera sido completamente olvidada como el verdadero casus belli. Pero Space, siendo Space, no percibió el peligro de la situación, y corrió directamente a la refriega, agarrando la pelota del piso. Esto fue como dejar caer al puerco en el tanque del tiburón. Inmediatamente todos giraron sus ojos de estar viendo a los combatientes, y perforaron a Space con su mirada.

Aún entonces, Space hubiera podido salir de toda esta situación sin ser vituperado, si simplemente hubiera pedido disculpas. Para este tiempo, los demás de nosotros nos habíamos parado y empezamos a caminar hacia el área de basquetbol. Solo habían pasado unos cuantos segundos desde que la pelota ofensora había causado que Razo mordiera el pavimento, pero ya todos sabían que algo estaba por pasar. Aún los guardias lo sabían, porque varios de ellos se acercaron a las ventanas a prueba de balas para observar. Desconozco lo que se le dijo a Space – aún estaba demasiado lejos – pero sí me percaté de su respuesta: “Tengo tanto derecho como tú de estar aquí, maldito.” Tan pronto estas palabras salieron de su boca, era un hecho consumado. Me lancé hacia adelante, pensando (irracionalmente) que si les llegaba por un lado, tal vez no me verían llegar. No tomé ni medio paso antes que los brazos de Big C se encontraron envolviéndome con fuerza. Intenté quitármelo de encima, pero con facilidad era mayor que yo en peso por 75 libras por lo menos. Logré colocar mi brazo alrededor de él y apreté fuertemente el nervio que queda por dentro de su muñeca izquierda, haciéndolo maldecir y soltarme con ese brazo, pero me sostuvo con más fuerza con su brazo derecho. Mientras era sujetado por su abrazo, podía ver el primer golpe caer en la mejilla izquierda de Space, y se tambaleó hacia atrás. Intentó mantenerse parado, pero Razo le atestó varios golpes rápidos a sus riñones y estómago, y Space se fue al piso.

“¡Deja de oponer resistencia, tonto!” C siseó en mi oído. Estaba agitando su brazo izquierdo, tratando de recobrar algo de sensibilidad en él después de que activé todos los puntos de presión. “¡Maldición! ¡Eso dolió! Esto es la prisión. Space obró mal, y tiene que pagar. Están dándole lo merecido, uno con uno, como debe ser. El que tú vayas a rescatarlo no le va a hacer ningún bien. Tiene que aprender que esto no es ningún juego. Y para nada te va a beneficiar ser golpeado injustamente. No puedes salvar a nadie mas que a ti mismo.”

No pude hacer nada más que observar mientras que Razo daba un salto sobre la cara de Space, dejándose caer sobre su torax, sus piernas a ambos lados de su cuerpo. Se sentó sobre él, aventando golpes malvados a su cara, mientras que
Space intentaba proteger su cabeza y su cuello, sus esfuerzos haciéndose más débiles con cada golpe exitoso. Volteé a ver hacia las ventanas, y vi que por lo menos diez guardias se habían congregado para observar la pelea. Mi enojo se multiplicó al verlos riéndose. ¡Bastardos! Hubieran podido parar esto en cualquier momento, pero se quedaron allí, apostando, mientras que otro rocío de carmesí pintaba el concreto.

Finalmente se pusieron en el altavoz y soltaron un ruido como de succión en tono de timbre alto, que, cualquiera con oídos, sabría lo que significaba: al piso. C me soltó y todos nos pusimos sobre nuestros estómagos, las caras presionadas contra el concreto, con nuestras manos cubriendo las cabezas. El equipo entró fuerte, protegiendo a un solo enfermero, quién dio la órden de que Space fuera puesto sobre una camilla en espera. En menos de cuatro minutos, el juego de basquetbol estaba en plena marcha de nuevo, menos Razo, el cual fue mandado a seg (segregados). Me tomó solo un poco más de tiempo absorber lo que acababa de presenciar. No lavaron la sangre del concreto. A lo que yo sé, pudiera seguir allí a este día.

Me odié completa y totalmente por haberme quedado allí parado, por no pelear contra C con más fuerza de lo que había ejercido. Él también lo sabía, y me dejó a mis pensamientos, murmullando algo sobre él mismo darme una golpiza por haber amolado su muñeca. Anteriormente creía que lo correcto era correcto, y lo incorrecto era incorrecto: que existía un tipo de ideal platónico para Lo Correcto y Lo Incorrecto. O, para ser más exacto, esto era lo que yo quería creer. Sin embargo, mi mundo no es el mundo de ustedes. En el mundo de ustedes, si vieran que estaban dándole a un hombre una golpiza sin misericordia, tendrían algunas opciones: llamar a la policía, rescatarlo, correr como cobardes. Las reglas para ustedes son diferentes. Más bonitas. Más suaves. Ahora sé que lo que C me dijo era verdad: en la prisión, el lograr pelear a alguien uno contra uno es un lujo; una señal de respeto. Fácilmente hubieran podido caer sobre él como una marea, pero no lo hicieron. Space se fastidió por decir que tenía derecho a la cancha en la que ellos estaban jugando. Era como una invasión. La prisión no es un juego, y el que Space tuviera cirugía menor reconstructiva de su cara pudo haberle salvado mucho dolor y miseria en el futuro, al enseñarle cual era su lugar en la cadena alimenticia. Raramente verían un evento de estos pasar en el mundo de ustedes: permitir que le dieran una paliza a alguien, no sería considerado como una experiencia de aprendizaje. Y mientras que ustedes pueden llamar a la policía, para nosotros, la policía es generalmente parte del problema. No podemos correr: ¿a dónde correríamos? Lo único que podemos hacer es sentarnos y observar, y odiarnos por no ser más fuertes, por haber tomado las decisiones que, para empezar, nos pusieron en este lugar. En el mundo de ustedes, la decisión moral sería hacer algo. En el mío, la decisión moral fue hacer nada. En realidad no les tiene que gustar este hecho, pero todos aprendemos que mejor lo aceptamos o la prisión nos volverá locos. O rápidamente nos encontraremos como el que está protegiendo su cara de la lluvia de golpes. Uno llega a la prisión solo, y en el final, uno es el que mantendrá cuidando su espalda durante mucho tiempo.

Me volví un cuanto entumecido después de eso. Seguí trabajando todavía con ahínco, pero simplemente hacía las cosas como robot. Eventualmente, Andy me subió de puesto a ser su asistente de tiempo completo, una posición que inventó para mí. En las tardes, limpiaba las oficinas principales en el frente del edificio, un área en que los prisioneros nunca eran permitidos estar. Me sentía raro ser el único allí mientras hacía esto. ¿No sabían cuál era mi cargo penal? Se sentía bien ser confiado en esta forma, y siempre me aseguraba hacer bien mi trabajo. Vaciaba los basureros, aspiraba la alfombra de la oficina, trapeaba los pisos de linóleo, limpiaba la cafetera (y no, aún no sé que le pasó a todas esos paquetes de Café Maxwell que estaban en el almacén…), y sacudía todos los gabinetes y cuadros en la pared. IAH tenía un espantoso gusto para la decoración, típico de tales lugares. En la pared tenían una gran bandera Americana en un estuche con vidrio, el cual tenía las palabras del Himno Nacional de los Estados Unidos escritos sobre las rayas blancas de la bandera. Las últimas líneas de esa canción dicen: “Oye, ¿esa bandera con lentejuelas de estrellas aún ondea/ sobre la tierra del libre, y el hogar del valiente?” Siempre pensaba que era una selección rara para decorar la pared de una prisión. Aún más raro, nunca antes había notado que esta última pregunta en la canción nunca es contestada. Durante este tiempo aún estábamos en medio del imperio Neofascista, con sabor a Jesus, de George Washington, y tengo la sospecha que Francis Scott estaría desilusionado al saber que la pregunta se dirigía hacia lo negativo.

Una tarde, estaba lavando las ventanas que se encontraban del lado del estacionamiento de los empleados. Estaba perdido en mis pensamientos, que es lo que típicamente pasa cuando tienes que lavar yardas y yardas de vidrio. Seguía manteniendo mi mirada fija en la distancia, donde una unidad mucho más grande bordeaba el terreno en el cual se asentaba IAH. Este complejo era inmenso y estaba delineado con altas torres de guardias y millas sobre millas de alambrado de púas. Al pasar uno de los guardias en camino a los baños de empleados, pregunté: “Perdón, jefe, ¿Qué unidad es esa?” Pausó un momento y contestó: “Antes se llamaba la Unidad Terrell, hasta unos pocos años atrás. Después le dieron el nombre de Polunsky.”

“¿Por qué le cambiaron el nombre?”

“Oh, es porque pusieron el Pabellón de los Condenados a Muerte en ese lugar, y la familia Terrell no quería que su nombre se relacionara a eso. Allen Polunsky era un caso duro en el consejo de la prisión, y dijo que se sentiría honrado si le ponían su nombre. Yo trabajo allí medio tiempo. Es un verdadero infierno. No quieres llegar a estar allí…”

Regresé a lavar las ventanas, observando lo que sospeché sería mi futuro hogar. Años después, mientras salía hacia uno de mis muchos viajes al hospital en Galveston, frecuentemente observaba el complejo IAH, dirigiendo mi mirada exactamente hacia las ventanas que solía lavar. Me pregunto si el que ahora las limpia lo hace con tanto ahínco como lo hacía yo. Cuánta diferencia hace unos cuantos cientos de yardas.

Unas pocas semanas después, todos nosotros que estábamos en A-24 fuimos regresados a Limestone. Todos nos entristecimos por el hecho de que nuestros días de trabajo se habían acabado y que todos íbamos de nuevo a tal pozo negro. Es más o menos costumbre que los convictos dejen sus nombres y un mensaje en la pared, para mostrar que en alguna ocasión existieron. No había hecho esto en mi celda en Fort Bend, pero abracé la práctica en mi primer viaje a Limestone. En esta ocasión, no sabía que escribir. Sentía como que había caído en un pozo en las últimas semanas, y no podía motivar suficiente preocupación dentro de mí para que me importara algo tan trivial. Decidí por una cita de Carl Gustav Jung (escribiendo como Basilides) lo cual resumió lo que yo estaba sintiendo en ese momento exacto:

“En la noche se pararon los muertos
a lo largo de la pared y lloraron:
Tendríamos conocimiento de Dios
¿Dónde está Dios?
¿Está muerto Dios?


Aún no he logrado contestar esa pregunta tampoco.



Algunos temas misceláneos dispersos:

Bienvenidos al Siglo 21, CDT (Centro de Detención de Texas)

Algo de buenas noticias, para variar: La compañía JPAY ha instituido un sistema en donde los individuos del mundo libre pueden escribir correos electrónicos directamente a prisioneros en CDT. Estos correos electrónicos se deben entregar dentro de 48 horas. Desafortunadamente, esta es una vía de un solo sentido, así que no esperen recibir correos electrónicos en respuesta a ustedes, pero sí ayuda a aminorar el tiempo que toma para que nos llegue un mensaje. Esto es particularmente ventajoso, porque debido a nuevas políticas, instituidas en los últimos meses, aún mayor cantidad de nuestra correspondencia se está perdiendo. (Si están teniendo problema con cualquiera de sus amigos por correspondencia en CDT, les animo a que pongan una queja con el defensor del pueblo del Departamento de Justicia Criminal de Texas, al que pueden escribir a esta dirección: ombudsman@tdci.state.tx.us ) Si no han sabido de mí por algún tiempo, intenten usar el correo electrónico.

También tengo entendido que al presente existe algún tipo de huelga de correos en la Feliz Vieja Inglaterra. Me imagino que esta es la razón por la que no he recibido cartas de ninguno de ustedes los Británicos durante un tiempo (DM, DW, R&D, etc. etc.). Puede ser que esto sea una buena cosa a probar para ustedes también. He usado JPAY en muchas ocasiones para transferir fondos a mi cuenta de gastos de tiendita, así que tengo mucha confianza en sus prácticas de negocios. Pueden conocer más sobre el sistema de correo electrónico en www.jpay.com


Escrito Conciliatorio

Sé que algunos de ustedes, lectores, son representantes de otros hombres aquí en el Pabellón de Condenados a Muerte. Con interés de conseguir que todos aumentemos nuestro juego un poco, esta es la forma de escribir un Paso 1. Siéntate, Ubu, siéntate. Ahora, ¡date la vuelta! (Pongan especial atención a las fechas en la segunda página: noten cuándo presenté el Paso 1, y cuándo me cambiaron. ¡Hecho!)


Revisen el Mapa
Por Steve Kowit

Tomemos todos una profunda respiración y repitan después de mí: Denle oportunidad a la guerra. Este es Afghanistan de la que hablamos. Revisen el mapa. Queda muy lejos,-
Thomas Friedman


Pero qué pasa si mañana, al dar vuelta a la esquina, no es aquella calle
con esas casas elegantes de dos pisos y esos jardines lujosos,
sino una destripada confusión de marcos de puertas vacíos y ruinas
de lo que en una vez fueron paredes. Por encima, los chillidos
de B-52s clavándose por las nubes. Una asfixiante bruma
por la cual puedes ver a mujeres vestidas con burkas, hincadas,
escarbando para sacar sus muertos de debajo de los escombros. Dos cuadras
de casa, y de repente es Kandahar, el Valle Kapisa,
Mazar-I-Sharif. Esa centella de venganza
la cual te producía placer ver en la televisión.
Pero eres tú el que no puede dejar de toser, cuya boca
cae abierta en terror, cuyos ojos escocen
en ese humo acre: tú, que te encuentras corriendo para cubrirte, temblando,
abrazando las sombras. Hasta que por fin logras, en alguna forma,
encontrar tu regreso a casa: ese acogedor pequeño dúplex
con su ingeniosa calcomanía de bandera pegada en la ventana sobre la puerta.
Aún temblando, logras meter la llave en el cerrojo
y caes en tu silla favorita, aunque pasan horas antes
que tu corazón deja de palpitar con fuerza dentro de tu pecho
y logras respirar, que ya no hay más arcadas sobre el
escusado, hasta que te has calmado y haces todo lo posible por convencerte
que debió haber sido algún tipo de vértigo, convulsión, sueño
delirioso. Pero ahora – gracias al Buen Dios – has
despertado por fin y está más o menos claro de quién
eres, dónde vives, qué es lo que debes creer.



Día de Conmemoración a los Caídos
Por Steve Kowit

Debido a que nuestros hijos adoran sus lanzamisiles de plástico,
bazookas del espacio electrónicos, morteros de neutrones,
dentro de una década más, no será difícil
engañarlos a ponerse unas botas de combate
y vestimenta militar de camuflaje,
despertarlos con un frenesí de desfiles, la embriagadora
retórica del país, camaradería y Dios,
el tambor, el clarín, y el repentino
estruendo del cañón mientras marchan
hacia el Infierno cantando.
¿Cuál es el orden de las cosas?
Obedientes a una falla, las personas harán como que se les indica.
Sin embargo, abatidos por la profunda pena en las tumbas
de sus caídos, la madre regresa por fin a su telar,
el padre a su torno,
y la inconsolable viuda a casa a criar a sus hijos
fervientes para su próximo baño sangriento imperial;
Ilium. Thermopylae. Verdun. Pork Chop Hill.


© Copyright 2009 por Thomas Bartlett Whitaker.
Todos los derechos reservados

Sunday, November 8, 2009

Un Relato de Cinco Cárceles – Condado Polk IAH (Parte III)

Noviembre 8, 2009 – Domingo

Las cosas cayeron rápidamente en la rutina, como suele suceder cuando el día de uno es rígidamente definido por actividades que requieren menos de un puñado de neuronas para llevarlas a cabo. En algún punto después de las noticias de la tarde, yo y el resto del equipo de la cocina seríamos convocados a cumplir con nuestros deberes. Trabajaríamos hasta cerca de las 11 a.m. y después nos daban un descanso para ir a recreación o regresar a la casa para descansar. Si deseábamos, después de eso podíamos regresar durante unas cuantas horas para guardar lo de la cena y limpiar la cocina de pe a pa. Aproximadamente la mitad de los muchachos hacían esto, porque…bueno, ¿por qué no? Al darnos la elección entre estar viendo televisión y hacer algo realmente constructivo, creo que la mayoría de los individuos cuerdos gustosamente le darían sus espaldas a Maury (y compañía)[Maury es un entrevistador tipo del Show de Cristina] y su búsqueda vanamente quijotesca en intentar descubrir quién podría ser el papá del bebé.

Desgraciadamente, yo era el único destinado a ser el panadero durante tres días. Pienso que sería justo decir que requirió de una charola de bísquets, una de pan de maíz y una de bollos para que me pusiera total y desvastadoramente entumecido de aburrimiento. Apilé desdén sobre mí mismo, por siempre imaginando que uno podría encontrar algún propósito al meter las manos en la masa de maíz…y siempre hay harina de maíz. Montañas, ríos, continentes de esa maldita masa. Es casi un pensamiento inconcebible que los gerentes de cocina puedan imaginarse en una charola de comida o cena sin pan de maíz. Esto no tiene nada que ver con ninguna forma de sensibilidad gastronómica, y todo que ver con cálculo de costo/calorías. El estado (y, en este caso, el gobierno federal) determina cuántas calorías deben dárseles a los prisioneros por día. Aún cuando la comida en IAH era bastante decente (para una cárcel), Andy Analog-Warhol no estaba renuente a la posibilidad de hacer un poco de trampa. Un pedazo más grande de pan de maíz significaba una porción más pequeña del alimento principal, o menos verduras. Los carbohidratos son la forma más barata para mantener un cuerpo, y Andy era maestro en caminar la línea que se encontraba entre lo rojo y negro. Yo…pues, me gustaría poder decir que no me importa ni lo más mínimo el que él se fuera alejando hacia las tierras de lo no provechoso, pero no es verdad. No me caía mal Andy, y ciertamente no quería causarle ningún pesar. Dicho eso, cuando el intentaba “abrocharnos” en el área azul, yo estaba listo con mi propia contra-prestidigitación, mi propio “juego de sota”. Veía esto como un asunto de justicia, y de corregir el balance que había sido incorrectamente repartido.

Siempre he sido bueno para justificar mis acciones. De cualquier modo, en mi segundo día de deberes de panadero, me puse astuto y hurté unos jalapeños del almacén y los agregué a la masa de maíz. Andy se enojó conmigo por haberme “Desviado del Plan Alimenticio” y me hizo recordar a un predicador antiguo de la Era de la Depresión, predicando sobre fuego y azufre, vociferando sobre cómo debíamos aprender a “someternos a la voluntad de Jee-suuusah”, o en este caso, la voluntad de la Corporación de Servicios de Alimentos Aramark. Me hice como que no noté la forma en que, después de sus homilías Te Deums retumbantes y tediosas llegaron a su fin, se regresó, sigilosamente, a su oficina con un pedazo masivo de 8X8 pulgadas de pan de maíz con jalapeño. Estoy seguro que fue coincidencia que pareció que fueron ordenadas unas cuantas cubetas extras de jalapeños cada semana después de ese incidente. De cualquier modo, los Mexicanos estuvieron muy complacidos con mi atrevimiento de cambiar el aburrido pan de maíz. Roberto, con rapidez proclamó: “Ay Tomas, ahora eres oficialmente un verdadero Mexicano.” Fingí estar preocupado y entrecerré mis ojos. “¿Quiere esto decir que ahora tiene que empezar a gustarme el acordión y las mujeres con traseros grandes?”

Se rió. “Pues, el acordión sí. Aquellas mujeres, mejor nos las dejas a nosotros. Te mandaremos todas las gavachas flaquitas, ¿de acuerdo?

“Ya vas.”

Y así se pasaba. Era interesante observar una especie de tipo de camaradería en contra de nosotros que éramos enlistados en el servicio (Bueno, bueno, técnicamente no éramos “enlistados” a nada, aunque en ocasiones así se sentía.). En el trabajo, los treinta trabajadores de cocina generalmente se mantenían juntos, a solo que estuvieran entretenidos en la venta de comida que se habían “ganado” mientras estaban en el trabajo. En ocasiones me detenía de estar tallando una charola de panadero o de limpiar los hornos, y simplemente tomaba un momento de pausa para observar el reino del acero inoxidable: Oso, con su omnipresente taza de café en una mano, discutiendo algo en una jerga sospechosa y en voz baja con otro Mexicano que se encontraba trapeando los pisos; Big C y Boxcar y otro hermano que se llamaba Trill, todos riéndose y jugando el juego de palabras locas en el área de trastes, vestidos con sus botas de hule y delantales; Ray, nuevamente masacrando cualquier receta que estaba puesta delante de él, su alma partida a la mitad, una parte en una soga que colgaba de un carrete masivo, estirado hasta llegar a su hijo que viajaba en un Humvee no blindado en algún lado en las afueras de Bagdad. Todos intentando manejar esta cosa, esta justicia, esta vida vivida pobremente y sin comprensión, abriéndose el camino a través de los pasillos laberínticos de la granja de hormigas olvidadas por Dios, su experimento descartado de feria de ciencias. Y todos nosotros, en alguna manera, inexplicablemente, deseando y esperando que Él aparezca en el cuadro y saque nuestros pies del fuego. De alguna forma, todos nos las ingeniamos para convencernos que no era en vano esperar que Él hiciera esto. Era amor. O compasión. O Él tenía algún propósito para nosotros, y Él aún no había terminado con nosotros. Todos nosotros ahogándonos, el buque desde tiempo atrás hundido, montándonos unos en los hombros de los otros para tomar una bocanada más de aire. Esperando más allá de la razón.

Sin embargo, la ingenuidad sí tenía sus límites, y empezé a notar grietas en nuestra camaradería solo después de unos cuantos días. Me imagino que tales eventos son inevitables, dadas las circunstancias. Pienso que la mayoría de nosotros entendimos que cualquiera de los pocos pleitos que pudieran aparecer diariamente eran simplemente substitutos de asuntos mayores, la paja proverbial rompiéndo la espalda del camello en tanto que se enfría en la punta del iceberg. El equipo de limpieza profesaba su creencia de que los que apilaban las charolas eran flojos, un sentir que era recíproco. Los cocineros (especialmente los cocineros en línea) pensaban que todos eran flojos, y todos los demás pensaban que los cocineros (especialmente los de línea) estaban ocupados atesorando la comida sobrante. Claro, existía una pequeña cantidad de verdad en esa afirmación. Los cocineros sí estaban comiendo bien. Los apiladores de charolas y los de limpieza sí eran flojos. Estas no eran afirmaciones que se pudieran considerar lo suficientemente grandes como para causar un conflicto real en un humano racional, ya que básicamente todos éramos voluntarios para trabajar. Sin embargo, existía el conflicto. Se podía observar cómo se iban formando los clanes, construyendo sus vallas. Eran tan triste observar esto. Ecos de Shias suicidas bombardeando a los Sunni en los barrios de Bagdad, los Sunni en respuesta, disparando a los Shia en las calles de Mosoul. Asesinos Católicos, catequísticamente lavados del cerebro, masacrando a los Protestantes en los callejones de Belfast la reciprocidad tan garantizada como la justificación para que estos hechos se den a conocer desde los púlpitos y altares de supuestos hombres de paz. Los Serbios y Croatas bombardeando unos a otros y los Musulmanes en Sarajevo…monjes Tibetános peleando en contra de nacionalistas Chinos…los cocineros versus los apiladores de charolas. Todos convencidos que su camino es el correcto, teniendo “fe” en algo que les da esa seguridad. Es suficiente para hacer que uno llore, o se ría, dependiendo de qué tan hastiado se encuentra uno (yo estoy tan medio vacío, que hago que Thomas Robert Malthus se vea como un optimista nativo, así que pueden adivinar cuál es mi tendencia.) En su encantador “Guía de Autoestopistas a la Galaxia” (“Hitchhiker´s Guide to the Galaxy”), el finado Douglass Adams escribió en cierta ocasión: “Una de las cosas que el Perfecto Ford siempre encontró ser lo más difícil de entender acerca de los humanos era su hábito de continuamente afirmar y repetir lo muy, muy obvio, como en: Es un lindo día , o, Eres muy alto, o, Ay querido, parece que te caíste en un pozo de treinta pies de profundidad. ¿Te encuentras bien? Al principio Ford había formulado una teoría que explicara este comportamiento extraño. Si los seres humanos no ejercitan sus labios, pensó él, sus bocas probablemente se paralizarían. Después de unos pocos meses de consideración y observación, abandonó esta teoría a favor de una nueva. Si no continúan ejercitando sus labios, pensó, sus cerebros empiezan a trabajar. Después de un tiempo abandonó ésta también, viéndola obstructivamente cínica, y decidió que después de todo le gustaban bastante los seres humanos, pero siempre permaneció desesperadamente preocupado en cuanto al terrible número de cosas que desconocían.” Amen, Sr. Adams, amen. Este mundo es un lugar mucho más monótono sin usted.

En la mañana de mi tercer turno en las cocinas, nuevamente me encontraba saqueando por el cuarto de inventario, buscando…algo…que pudiera darle más sabor al bísquet del desayuno. Después de fracasar en mi inspiración, en forma abatida caminé de regreso a mi estación, cuando pausé para observar a un cocinero de línea vaciar caja tras caja de huevos dentro de uno de los dos masivos tanques calentados por gas. Todos llamaban a este cocinero Space City (Ciudad Espacial), por múltiples razones, una de ellas siendo porque realmente era un cadete espacial, habiendo fumado “wet” en el mundo. El hecho de que era de Clear Lake, Houston (hogar de la NASA), era solamente de consideración secundaria. Nunca podría concebir la lógica detrás de poner a Space como cocinero de línea. Fácilmente, este es el trabajo más complicado y acarrereado en toda la cocina, y era muy obvio que no gozaba este puesto. Sufría bajo el yugo de Andy, y cualquiera que comía la comida hecha por Space sufría igualmente. Frecuentemente se retiraba a la parte de atrás, al área de limpieza, para esconderse. Verdaderamente, Andy tenía una mente estetoscópica para detectar la pereza, y pronto irrumpía de su oficina, fuego en sus ojos, y le caía al área de limpieza como una bomba inteligente con candado guiada por laser. Todos sonreímos, observando a Andy arrastrar a Space de regreso a su ya quemada e irreconocible carne de hamburguesa. Sin embargo, uno aprendía con bastante rapidez a ignorar a Space. Simplemente no se encontraba en el mismo plano de existencia como el resto del mundo. Lo que captó mi atención de regreso del cuarto de inventario no era el hecho de que había dejado caer por lo menos media docena de huevos en el piso, pero más bien que de los aproximadamente 600 huevos que había dejado caer en el tanque, 30 o 40 de ellos se encontraban flotando encima del agua. No pareció notar, ni importarle este hecho, por lo tanto me acerqué a él. Rápidamente se puso en guardia, me imagino pensó que yo era Andy, su justo castigo. Después de ver que era yo, y deduciendo que no iba a gritarle por algo que hizo, bajó los ojos hacia sus zapatos. Parecía como un perrito que acaba de hacerse pipí en el tapete – y esa era la expresión que generalmente tenía. Esta mirada era suficiente para que uno se odiara por haberse reído de él en alguna ocasión. Mi voz se suavizó.

“Oye, Space.”

“Ah, hola, T. ¿Qué pasa?” Aún su mirada sobre sus zapatos, o tal vez viendo, por primera vez, los huevos quebrados bajo sus pies.

“¿Qué haces con los flotadores?”

“Este, los sirvo, hombre. ¿Por qué me preguntas?” ¿Había levantado de reojo la vista hacia mí?

Empezé a explicarle que cuando un huevo se pudre, se mete aire y cambia su densidad, causando que flote. Me detuve antes que las palabras escaparan de mi boca, porque realmente no pensé que estuviera interesado en dicha información. Ahora, creo que le hice mal.

“¿Alguno de estos deben ir al CDO (Comedor de Oficiales)?”

“Sí hombre, como unas cuantas docenas.”

“Oye Space.” Me vió a los ojos por primera vez.

“¿Sí?”

“Manda los flotadores al CDO.”

“Bueno, o.k.” Repentinamente le vino una gran sonrisa a su cara, al ir conectando los puntos, y llegando a la conclusión de que algo estaba mal con esos huevos.

“Maldición a esos malditos, ¿verdad T?”

“Ciertamente, Space. Ciertamente.”

Le di una palmada en la espalda y regresé a mi bísquets. La próxima vez que levanté la vista, él había encontrado una cuchara de metal para mezclar, y mezclaba los huevos flotantes, intentando ahogarlos. Parecía como si les estuviera hablando, o tal vez estaba imitando las voces de los huevos que se ahogaban. No pasó mucho tiempo antes que se entusiasmó y accidentalmente (y predeciblemente) sumergió algunos de sus dedos dentro del agua, lo cual le ganó una colorida gama de invectivas a los huevos ofensores. (“¿Ah, sí, malditos? ¡Se los van a comer por esas…!”)

Uno tiene que aprovechar el humor en donde se puede obtener dentro de la cárcel. Aún me encontraba recuperándome del maltrato crudo de mi primer viaje a Limestone, sin saber que estaba destinado a regresar allí en unas pocas semanas. Después del casi omnipresente miasma de violencia que infectaba a la “vida” dentro de esas paredes, la paz relativa de la institución IAH era un cuanto enervante. En forma muy rápida uno se acostumbra a la presencia de violencia, así que cuando alguien se acerca (o aún lo mira a uno), el cuerpo se tensa y el cerebro se acelera, calculando ángulos, preparándose para el contra-ataque. Podrían llamarlo paranoia, y tal vez, en parte, pudieran estar en lo cierto.

Sin embargo, no lo llamarían así si tuvieran que pasar tiempo en estos lugares.

Simplemente le llamarían planeación prudente.

Este no fue un buen tiempo para mí. Me sentía muy contento por tener trabajo, porque por lo menos me podía distraer de mis pensamientos. Al irme reconectando con mi papá (o, conectando por primera vez, para ser más preciso), la inmensidad del océano de dolor que había acarreado sobre él se hacía más claro, así como las miles de percepciones defectuosas que habían causado ese distanciamiento en primer lugar. No tenía experiencia de cómo manejar la profunda pena y culpabilidad de estas dimensiones, excepto encerrándome por dentro. Encima de eso, estaba fanáticamente entregado a un Dios que no me hablaba, y lo veía como si fuera mi culpa. La comunidad Cristiana me estaba mandando cartas horribles en forma casi diaria, y esto me hizo dudar si alguna vez pudiera tener comunión con creyentes de un mismo sentir. Finalmente (y gloriosamente doloroso) había logrado reconectarme con “Ella”, solo para que en forma repentina, sus cartas dejarán de llegar, sin explicación. Mi vida total era una masiva y ulcerativa aporía, y empezé a preguntarme si alguna de las evoluciones que adquirí en forma tan dolorosa en Mexico tenía algún valor. No importa que tan merecedor se es de ser castigado, todos somos humanos, y el cerebro es incapaz de manejar ciertas cosas en forma lógica o aún racionalmente sin previo entrenamiento. En un ambiente en donde la mayoría te desea violencia y muerte es ciertamente uno de éstos casos. Mi mundo estaba fracturado en un millón de piezas irregulares, y no sabía cómo arreglar ninguna de ellas.


Serían años antes que aprendiera la forma de manejar la mayoría de estas situaciones. Aún sigo trabajando sobra algunas de ellas hoy en día, pero creo que esto es algo bueno. He cambiado el mal que se me ha hecho en el nombre de Justicia a otra cuenta. Cada vez que un guardia nos empujan contra la pared, o se pierden libros o cartas o fotografías durante una revisión forzada, o tiene uno que pararse desnudo en frente de un grupo de guardias, o un amigo por correspondencia desaparece, o tu ex abogado defensor escribe una declaración jurada llena de mentiras y contradicciones, porque está asegurándose que no se le etiquete como “ineficaz”, o uno siente como si su mundo se ha contraído porque un buen amigo acaba de ser asesinado, todo se va hacia la balanza. Se tiene este pensamiento – tal vez ridículo – que un día, todo esto se sumará al punto de que no necesitas sentirte mal cuando te veas en el espejo. Lo guardas todo dentro de ti mismo, esperando ese día, décadas en el futuro. Por ahora, este estoicismo da nacimiento a un cierto tipo de indiferencia, la cual muchos toman por frialdad. Y eso está bien, porque ustedes saben que nunca podrían explicarle a alguien la forma en que este caparazón lo mantiene a uno vivo y sano. Si un intelecto tan inmenso como David Hume no pudo persuadir a la gente a entender la forma en que la indiferencia hacia la maldad en este mundo era lo mejor, entonces ustedes ciertamente no están capacitados para la tarea. Se necesitan dos personas para construir un puente de entendimiento, y eso es sumamente raro en estos días. Es más fácil quebrar y aplastar que arreglar. El patrón de Yahweh para manejar el mundo antediluviano, preservado e imitado a través del milenio: ¿No te gusta el mundo? Destrúyelo en un berrinche infantil y empieza de nuevo. Si se preguntan cómo era que tales acciones eran moralmente aceptables para Dios, pero no aceptables para nosotros, entonces están empezando a formular el tipo correcto de preguntas. Ellos lo llamaron “la limpieza autista” cuando yo lo hice. Yo lo llamo imitación.

Para la hora de la comida, Space me estaba pidiendo que tomara su puesto. El incidente del huevo lo había convencido que yo sería mejor cocinero y Andy pareció sentir alivio con la idea. Rápidamente cambió a Space a la línea de charolas, y escogió a uno de los del equipo de limpieza para tomar mi espacio de panadero. Los Mexicanos parecieron estar complacidos que yo llegara a formar parte de su equipo (o tal vez estaban simplemente contentos de que ya no estuviera Space City), y yo disfruté las responsabilidades. (La comida extra también fue un incentivo ya que tenía poco dinero en mi cuenta durante esos días. Mi tiempo en IAH me vio alcanzar casi 200 libras, lo más pesado que he estado en toda mi vida, solo unas cuantas libras de ser oficialmente un gordinflón.)

No me tomó mucho tiempo en sabotear las charolas. Nadie se tomaba la molestia de comer la avena en las mañanas, porque estaba más insípido que Al Gore tomando Prozac. Solucioné ese problema aumentando el contenido de azúcar al décimo poder, y el contenido de mantequilla a varias potencias. Adicionalmente, hurté canela y azúcar morena del almacén para dejar caer dentro de vez en cuando. Ya que tal mezcla pondría a un diabético directamente en coma, también mezclé una olla pequeña de mezcla mucho más insípida para ellos. Sabía que, en algún momento, toda ésta payasada de plan alimenticio iba a explotar en mi cara, así que empezé a poner atención en cuánta comida se estaba desperdiciando. Hice listas de cuánta comida se regresaba a la cocina, y de cuáles secciones de la prisión. Andy estaba seriamente forrando sus bolsillos, de eso no me quedaba duda. Probablemente, muchas personas estaban forrando muchos bolsillos, y decidí que si ellos lo estaban haciendo, también lo podía hacer yo. Después de todo, estaban robando el dinero del gobierno; yo solo alimentaba a mi gente. Empezé a cocinar menos de ciertos alimentos, y eventualmente logré reducir la cantidad de charolas que regresaban a la cocina con comida hasta llegar a un número sorprendentemente bajo. Andy empezó a verse nervioso cada vez que revisaba las listas de inventario. No entendía cómo, repentinamente estaba ahorrando montañas de dinero en todo tipo de alimentos…y perdiéndolo en otros. Pobre tipo. Empezó a verme de reojo, y me seguía mientras medía cosas. Ocasionalmente, me daba un fuerte “¡aja!” cuando veía que medía de menos, y simplemente sacaba mis registros de alimento regresado, y sus ojos se saltaban, y regresaba a su oficina. En tiempo corto lo capté sonriendo al estar haciendo sus balances de fin del día, y frecuentemente hacía comentarios como este: “Hmm, me pregunto ¿cuántas bolsas extras de azúcar deberé pedir esta semana?” Y yo simplemente lo veía y hacía mis recomendaciones. No pasó mucho tiempo en que se me empezó a llamar a las cocinas una hora antes que los demás, para ser su empleado administrador. Frecuentemente me trajo burritos de Whataburger para el desayuno, o sándwiches de Subway. Me imagino que eso significaba que oficialmente pertenecía al equipo de corrupción. Lo que sea. Esos burritos estaban buenos.

Una práctica que nunca pude detener fue la de los vegetales en manteca animal. Este es un ardid calórico usado en todas las prisiones. Al agregar manteca, puedes lograr que el valor calórico de una onza de ejotes se vaya hasta el cielo, pudiendo así dar menos comida. Fui vetado por los otros cocineros en cuanto a esto, ya que a ellos les gustaba el sabor de vegetales empapados en grasa. Pensé que era una mala movida, pero me imagino que en ocasiones tienes que darle a la gente lo que pide.

No había forma de salvar algunas de las charolas. Solo se puede hacer hasta cierto límite. El elote, por ejemplo, y los frijoles, estaban horribles. (¿Cómo es posible que eches a perder el elote?) Ambos alimentos provenían de una compañía cuya marca era “Diamond Brand”(Marca Diamante). Los Mexicanos frecuentemente bromeaban sobre esto, extendiendo la marca a otros artículos claramente deficientes en la vida de la prisión (colchones marca Diamond, oficiales marca Diamond, etc. etc.) Realmente pensé que les quedaba bien, ya que la mayor parte del conocimiento sobre diamantes se adquiere a través de la propaganda. No son intrínsicamente valiosos ni raros. No son la sustancia más dura en la tierra; hay rocas minerales más duras. Y ciertamente, no son eternos: los diamantes son inflamables, y se quemarán en una voluta de CO2 durante un incendio de casa. La gente se encontrará buscando por los escombros, y se topará con charcos de oro, pero los diamantes se habrán desintegrado.(De hecho, la zirconia cúbica sobrevivirá, ya que está fabricada de óxidos metálicos refractarios que toleran el mismo calor…así que, tómala, De Beers.) Roberto, en cierta ocasión, intentó darle más sabor al elote, cortando unos jitomates y cocinándolos con algo de sal, pero solo lo hizo peor. Hizo una pequeña porción de esto para probarlo, y estaba ocupado cortando más jitomates cuando me llamó para probarlo. Me atraganté al pasarlo con dificultad. Traté de darle un comentario positivo. “Wow, Roberto. Está…um…sí…bueno, no está tan mal.” Me vio con enojo, como si mis papilas gustativas tuvieran la culpa de su fracaso. “Quiero decir, he probado peores cosas que esto que han salido de tu estación.” Se rió, y abanicó su cuchillo en el aire hacia mí. “Ay, Tomas, Tomas…siempre me dices las cosas más amables cuando tengo un cuchillo de 16 pulgadas en mi mano.”

A Andy no le pareció gracioso este comentario, pero simplemente puso sus ojos en blanco y se regresó a su escondrijo en la oficina.

Una tarde, Big C decidió no ir a trabajar. Había recibido una carta esa noche, y me imaginé que era de su chica, la mamá de su hijo. Se dirigió a su cama después de leerla, y cuando lo despertamos para ir a trabajar, maldijo, diciéndonos que lo dejáramos en paz. Realmente no pensé mucho sobre ellos durante el trabajo, a ser honesto. Cuando se nos dejó ir para recreación, decidí regresarme al penthouse a tomar una ducha. Cuando llegué, noté que Big C me estaba ignorando, y no parecía que realmente estuviera viendo televisión, aún cuando estaba con su vista fija en esa dirección. Goldilocks Man estaba sentado en su litera leyendo su Biblia, como era su costumbre. El programa tenía que ver con unos pilotos locos que estaban experimentando con un avión propulsado por el energía solar, y se encontraban sobrevolando un cuerpo grande de agua, a varios miles de pies en el aire. Pausé para observar un momento en camino a la ducha. Desde esa altura, el agua parecía plana como el vidrio, pero sabía que si te acercabas más a la superficie, las olas serían bastante peligrosas, casi lo suficientemente agresivas para perderse en ellas. Era lo mismo con la gente, me puse a reflexionar al ir lavando 12 horas de sudor acumulado y grasa de la cocina de mi cuerpo. Después de que terminé, preparé dos tazas de café y me senté al otro lado de la mesa en donde estaba C. Me vio una vez, y luego miró el café, antes de regresar su mirada a la televisión. No dije cosa alguna, simplemente sorbí mi café. Continuó volteando a verme cada en cuando, y simplemente continué sentado, observando calladamente por su hombre derecho hacia la ventana del pasillo, gozando respirar aire que no estaba embarazado con desinfectante y aceites para cocinar y pan quemado. Finalmente se quebró, y con enojo balbuceó, “No quiero hablar sobre ello.”

No dije nada, simplemente asentí. Ha sido mi experiencia en la vida que cuando alguien dice que no le importa lo que los demás piensen, generalmente les importa lo que otras personas piensan mucho más que a la persona promedio, y cuando alguien dice que no quieren hablar sobre algún tema, generalmente es exactamente lo opuesto a lo que necesitan hacer.

Después de unos cuantos minutos más de tratamiento silencioso, estaba listo para darme por vencido. ¿Qué diablos estoy haciendo?” Me pregunté. “No soy una maldita niñera. No quiere hablar, está bien.” Me empezé a incorporar, pero extendió su mano y me tomó del brazo. Con su otra mano, produjo una carta que tenía en el bolsillo de su camisa. Ciertamente, era de su chica, y ella lo estaba cortando. Me la leyó, ahogándose en varias secciones. Las cartas más recientes de ellas habían estado llenas del tipo de tonterías como “Me voy a quedar a tu lado durante todo esto”, y en forma desagradable fue tomado por sorpresa por la velocidad con la que ella estaba removiéndolo de su vida. ¿Cómo podría haber sido amor?, me preguntaba con los ojos mojados. No sabía que contestarle. Mi situación no tenía comparación ninguna a esta. Yo merecía estar solo mucho más allá de lo que él lo merecía, pero algo de lo que dijo tocó una cuerda con mis propios temores y pérdida de amor, e intenté simplemente escucharlo, pero noté que mis manos comenzaban a temblar, algo que ha venido y pasado durante mi vida entera. Nunca he entendido por qué. Mientras él continuaba, la miseria de la condición humana estaba inundando mi cabeza, y mis dientes comenzaron a rechinar. Me sentí tan tenso como una cuerda de piano, y no me di cuenta en qué momento se había puesto con tanto calor…tan malditamente caliente.

Pausó por un momento, observando la carta, y después volteó a verme.

“Solía conocerla tan bien,” afirmó, y en ese momento algo hizo explosión en un área profunda dentro de mí.

Aventé su taza de café, tumbándola de la mesa, y a continuación estaba gritando, gritando, algo acerca de cómo nunca conocemos bien a nadie, y que todo fue una mentira, todo, cada parte de ella, y que el amor no tenía sentido y era estúpido, la mayor de las mentiras, una reacción química, simplemente serotonina y dopamina y testosterona, y que nunca puedes contar con nadie, maldición, pero de todos modos ni tú ni nada importan porque todo terminó con tan maldita rapidez, al igual que la vida, todo polvo en un muy, pero muy inconstante viento. No sé como terminamos allí, pero para cuando había terminado de gritar, lo presioné contra la pared, mi dedo apuntando hacia su pecho, y él tenía esta mirada de loco, como si no podía decidir si golpearme o irrumpir en llanto. Así de repentina como apareció la tormenta, se disipó. Sacudí mi cabeza, como tratando de quitar la niebla, y tomé un paso atrás. ¿De dónde diablos salió todo eso? Big C tenía su cabeza de lado ahora, viéndome como si fuera un animal exótico que nunca antes hubiera visto. Goldilocks Man estaba sentado, su Biblia puesta a un lado, y se veía como si estaba intentando decidir a qué lugar correr si me iba contra él.

Tomé un profundo respiro, y voltee a ver a C. Asintió hacia mí una vez y dijo, “O.K.” Volvió a repetirlo unos segundos después, y después me vió a los ojos. “Se llamaba Shawna.”

Simplemente me le quedé viendo, reconociendo la unión sin mencionarla, algo que en esa ocasión no podría explicárselos, ni lo puedo hacer ahora.

“Se llamaba L-“

“¿Recuerdas ese dicho que se supone que es mejor haber amado y perderlo que nunca haber amado?” me preguntó, con una pequeña sonrisa en su cara.

Asentí. “Lord Tennyson. Primer Barón de Aldworth y Freshwater. Un total y maldito idiota.”

“Sí, se equivocó completamente, ¿verdad?”

Me dirigí a limpiar el café que estaba salpicado por todo el piso y la pared. No sabía de dónde vino todo eso, pero sí sabía que era de vital importancia encontrar la razón. Porque se sintió bien, lo que dije. Triste, gris, pero correcto. Era obvio que en algún lado había calculado en forma equivocada. Había intentado hacerme lo más bravucón y lo más duro como fuera posible. Diamond Brand Thomas. Los diamantes se queman porque están hechos de carbón, y el carbón reacciona con el oxígeno para formar bióxido de carbono. Los adherentes químicos que sostienen el carbón en forma de diamante forman un entramado inflexible en tres dimensiones. Inflexible, como me había vuelto yo. Y así ardo. Sin embargo, existe otra configuración para el carbón puro que no arde, llamado grafito. Los átomos de carbón están fuertemente adheridos en hojas, las cuales pueden resbalar en contra de las otras, haciendo que el grafito sea suave y resbaloso. Había estado tan enfocado en volverme invencible al dolor que me había abierto hacia las flamas.

Me retiré poco después de eso y regresé a las cocinas. En el reflejo del acero inoxidable, miré en forma profunda hacia mis adentros. ¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? ¿Cuándo dejarás de sorprenderme, de traicionarme? ¿Cuándo tendré el control que he estado buscando toda mi vida? ¿Cuándo terminará todo esto? ¿Dónde? ¿Cómo?

¿Cómo?

(Parte IV llega pronto)

Recientemente completé un curso de extensión en ley criminal. Este es un curso CLEP de nivel más alto, construyendo sobre el fundamento del curso general paralegal que completé en los primeros meses de este año. Pueden ver mis calificaciones y mi diploma AQUÍ y AQUÍ.

“Fácil de Matar”
Por Jackie Ruzas

La puerta.
Puedo ver su moldura si me agazapo en la
esquina izquierda de mi celda
y miro a través de los barrotes a mi derecha.
Cada mañana me despierto
un día más cerca de la muerte.

El sacerdote de prisión, un ocasional visitante,
su actitud cálida, pregunta,
“¿Cómo estás hoy? ¿Existe algo que pueda hacer por ti, hijo?”
“¿Es que soy tan fácil de matar, Padre?”
Su cara en blanco, se retira caminando.

Pongan el video de mi vida sobre esta pared en la celda de la muerte,
deseo ver mi primer paso equivocado.
Para aquellos que desean tomar mi vida,
muéstrenme en dónde comenzé a perderla.



© Copyright 2009 por Thomas Bartlett Whitaker.
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